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Crítica de la obra 'Los últimos Gondra (memorias vascas)’: la violencia, el rencor y el dolor que no cesan
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(Foto: Luz Soria)

Crítica de la obra 'Los últimos Gondra (memorias vascas)’: la violencia, el rencor y el dolor que no cesan

domingo 24 de octubre de 2021, 12:46h

Sus precedentes no pueden ser mejores: Los Gondra (una historia vasca), ganadora del Premio Max a Mejor autoría teatral en 2018, y Los otros Gondra (relato vasco), Premio Lope de Vega 2017.

Son las dos primeras partes de una trilogía del dramaturgo Borja Ortiz de Gondra, que ahora redondea con su tercera y última entrega, ‘Los últimos Gondra (memorias vascas)’, dirigida, como las dos anteriores, de forma primorosa por Josep Maria Mestres. La trilogía completa puede verse estos días en la Sala Francisco Nieva del Teatro Valle-Inclán de Madrid, aunque justo es decir que las tres pueden verse de forma independiente y abierta.

En todas ellas subyace el pulso de una saga vasca, la del autor, los Gondra, enfangada durante más de un siglo en intentos infructuosos de resolución de sus diferencias en torno a la identidad vasca enfrentando en su seno ópticas diametralmente opuestas en torno al sentimiento de pertenencia -o no-, a un pueblo ancestral y singularmente distinto al resto de pueblos ibéricos y europeos; a la utilización de la violencia con fines políticos; a la legitimidad y hasta la utilidad de recurrir a esas guerras sociales que, en última instancia se convierten en guerras fratricidas.

Todo ello, en fin, se traduce en diferencias abismales entre padres e hijos, entre hermanos, tíos y primos que, las más de las veces, parecen insalvables y que sumen al autor -presente en el montaje como un personaje más-, en la inquietud, el dolor y la duda de conocer si las generaciones actuales y futuras serán capaces de superar estas contradicciones, estos dolores intestinos generados por una violencia en la que ellos no han participado o, en el peor de los casos, les salpicará el relato de una memoria histórica sesgada e interesada en función de la parte que haya construido el relato.

El relato coral de autoficción está interpretado por 15 actores de varias generaciones -de veintitantos años a más de 80-, que componen un cuadro vivo sorprendente, espléndido, impresionante. Imposible subrayar el trabajo de nadie sobre nadie, virtud atribuible al director del montaje, Josep Maria Mestres, que ha sabido extraer lo mejor de cada uno de ellos: Ylenia Baglietto, Sonsoles Benedicto, Marc Bosch, Fenda Drame, Aizpea Goenaga, Samy Khalil, Markos Marín, Antonio Medina, Joaquín Notario, Borja Ortiz de Gondra (que se interpreta a sí mismo, como en las dos entregas anteriores de la trilogía), Lander Otaola, Pepa Pedroche, Victoria Salvador, Cecilia Solaguren y José Tomé.

Ortiz de Gondra convertido en personaje de su propia ficción, sueña, imagina o inventa –no se sabe muy bien--, el momento de su muerte. Varios antepasados le recriminan su atrevimiento por haber relatado su visión de la historia familiar.

En sus discusiones acaba de descubrir que, a pesar de su homosexualidad declarada y de haberse casado con un norteamericano hace más de veinte años, en su tierra ha dejado la herencia de dos gemelos de los que nada sabía: Iker, encarcelado por su militancia radical, y Eneko, un escultor afincado en el extranjero y preocupado únicamente por cuestiones estéticas y alejado de los asuntos políticos que obsesionan a su hermano.

Pero por la mansión de los Gondra, enclavada en Algorta, aparecen también Edurne, Claudio y Martina, Blanca, Uxue o Imanol… A todos ellos deja Borja, el intelectual de la casa, el que les ha hecho bajar la cabeza ante sus vecinos por la vergüenza de saberlo homosexual, les deja en herencia sus propias cenizas, una novela sin terminar, dos hijos y un viudo estadounidense… Extraña e inesperada herencia que no se sabe muy bien si contribuirá a sosegar, a aplacar, incluso a disolver todas esas heridas y contradicciones familiares o, por el contrario, contribuirá a reavivarlas, enconarlas y enquistarlas definitiva e inexorablemente en la familia.

La sinfonía plástica que construyen Clara Notari (escenografía), Juanjo Llorens (iluminación), Gabriela Salaverri (vestuario), Iñaki Salvador (música), Álvaro Luna (videoescena) y Jon Maya (movimiento), es de las que dejan una huella indeleble en el alma del espectador. El sencillo pero funcional espacio diseñado, su iluminación poética, el primoroso vestuario de los personajes, la música étnica vasca de acordeón y piano, las imágenes del vídeo que enmarcan la acción y el elegante, severo y contenido movimiento de los personajes -juntos al principio y al final de la propuesta-, conforman un bellísimo fresco acerca de una cuestión vasca pero que atañe a todos los españoles y europeos.

Sin duda, y, en definitiva, un montaje imprescindible que aún es posible degustarlo con más sentido si puede verse junto a las otras dos propuestas que le anteceden en la hermosa y necesaria trilogía vasca.

‘Los últimos Gondra (memorias vascas)’

Escrita por: Borja Ortiz de Gondra

Dirigida por: Josep Maria Mestres

Reparto (por orden alfabético):

Martina: Ylenia Baglietto

Natalia / La cestera ciega: Sonsoles Benedicto

Iker: Marc Bosch

Edurne: Fenda Drame

Blanca: Aizpea Goenaga

Claudio / Don Íñigo de Gondra: Samy Khalil

Imanol: Markos Marín

Don Andoni: Antonio Medina

Borja: Joaquín Notario

Yo: Borja Ortiz de Gondra

Eneko: Lander Otaola

Nerea: Pepa Pedroche

Uxue: Victoria Salvador

Ainhoa: Cecilia Solaguren

Matthew: José Tomé
Escenografía: Clara Notari

Iluminación: Juanjo Llorens

Vestuario: Gabriela Salaverri

Música: Iñaki Salvador

Movimiento: Jon Maya Sein

Videoescena: Álvaro Luna

Ayudante de dirección: David Blanco

Fotografía: Luz Soria

Tráiler: Bárbara Sánchez Palomero

Diseño cartel: Equipo SOPA

Producción: Centro Dramático Nacional

Teatro Valle-Inclán, Madrid

Próximas funciones:

Octubre 2021: 24 y 31

Noviembre 2021: 2, 3, 4, 7, 9, 10, 11, 14, 16, 17, 18 y 21
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