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Morante se lució lanceando a la verónica a su segundo toro.
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Morante se lució lanceando a la verónica a su segundo toro. (Foto: Plaza1)

San Isidro: detalles de cante hondo de Morante ante un encierro podrido de Alcurrucén

jueves 18 de mayo de 2023, 22:55h
Con que poco, ¿o quizás mucho en estos tiempos posmodernos?, nos conformamos los aficionados, ojo, no confundir con espectadores. Con que Morante, ¡por fin!, destape el frasco de las esencias aunque sea en pequeñas dosis. Fue en el cuarto toro -por llamarlo de alguna manera sin insultar al pobre, que no tiene culpa de nada, como sus hermanos- y nos sacó del sopor de lo escasamente destacable acontecido hasta ese momento: una faenita de oficio de El Juli y un pegapasismo espeso y ventajista de Tomás Rufo. Porque el que debiera ser protagonista de la Fiesta, el toro, fue una sombra en el caso de Alcurrucén que, salvo el 3º, trajo bichos sin casta ni fuerza ni 'na' de 'na'. Podridos.

Fue precisamente El Juli quien motivó a que apareciera el mejor Morante, que semejaba repetir su apatía con ese cuarto, al que no había querido ni ver con el percal -como la que llevó a cabo en el que inició la función, otra birria, con el que se inhibió de principio a fin. Porque el madrileño, en su turno, brilló con tres buenas chicuelinas y el de La Puebla, entre la silenciosa expectación general se fue parsimonioso hacia el burel y festoneó tres verónicas de ejecución casi perfecta, puro sentimiento, encendiendo los tendidos ya entregados, quizás en demasía.

También estremeció las fibras sensibles del cotarro, -entregado en demasía, se insiste- al inicio de la faena de muleta con tres redondos 'desmayaos' y algún detalle suelto, porque el animal pronto devino en un semicadáver, como sus hermanso salvo el tercero, casi con idéntico peligro que el carretón. No era para tirar cohetes, por la ausencia de emoción, aunque sí se pudo deustar un toreo cercano a la pureza, ligeras volutas. Pero, claro, dado el secarral de nivel artístico que atraviesa la Fiesta, nos conformamos, qué remedio.

Porque, El Juli con un lote de catadura similar anduvo por allí con facilidad y oficio en algunas tandas extractivas, y aplaudidas en demasía, por ambos pitones antes de fracasar a la hora de matar, una vez más con su truco del 'julipié -la antítesis del volapié- que parece haber perdido.

Dentro de la podredumbre de los alcurrucenes, a Tomás Rufo le correspondió el único con un punto de codicia, su primero, al que lanceó con belleza por verónicas ortodoxas ganando terreno y rematadas con una media y una revolera. Luego ya con la pañosa 'planchá' le dio distancia y lo embebió en un par de series de redondos, pero como el toreo moderno, despegado y sin cruzarse.

Como el toro, la faena pegapasista se vino a menos, salvo una corta tanda de naturales al final, y la emborronó con un espadazo en la paletilla. Otra ración intentó en el último, otra birria -de sospechosos pitones- que se aburrió como los espectadores. A los que su subalterno Fernando Sánchez despertó con dos extraordinarios ares de banderillas.

Toros de ALCURRUCÉN: bien presentados excepto 4º y 5º. Mansotes, muy flojos, descastados excepto 3º y nobles. MORANTE DE LA PUEBLA: algunos pitos; gran ovación. EL JULI: ovación; ovación tras aviso en los dos. TOMÁS RUFO: palmas tras aviso; silencio. Plaza de Las Ventas, 18 de mayo; 8ª de Feria. Lleno de 'no hay billetes' (22.964 espectadores, según la empresa).

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