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Mural mitológico de Talavera de la Reina
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Mural mitológico de Talavera de la Reina (Foto: Mariajo Cavadas)

Talavera, el vecino madrileño que no te esperas

Por MDO
lunes 13 de noviembre de 2023, 18:06h

Mariajo Cavadas

Si piensas que Talavera de la Reina es un lugar donde se fabrica una cerámica que adornaba el patio de tu abuela, tienes razón. En parte.

A poco más de una hora de Madrid te encontrarás con ese recuerdo y con lo inesperado. A medida que enfilas la carretera A-5 sortearás un paisaje muy visto en la llanura castellanomanchega. Como cuando un director de cine trata de probar tu resistencia y aburrirte en la butaca. Pero de pronto, algo sucede.

Todo comenzó en una época en que los dioses sufrían de las mismas pasiones que los humanos. Un gigantesco mural recuerda el origen de Talavera y se remonta a la mitología romana.

La narración, acuñada en barro cocido, técnica que le ha dado dimensión universal a Talavera, arranca en Ceres, diosa romana de la agricultura, a quien deben los talaveranos su popular fiesta de las Mondas (ofrendas). Comparte espacio con Plutón, su yerno. El ceramista y pintor Antonio Cerro, les ha unido en una relación que no fue tan amistosa en el universo mítico.

La cerámica, signo distintivo de Talavera, está por todas partes. Sus vecinos la reivindican, la promueven y, hasta en alguna ocasión, han financiado murales distribuidos por la ciudad. Como el dedicado a los pescadores.

Los talaveranos han apadrinado 1.600 mosaicos en los que cuentan su historia. Sus nombres están escritos en las aguas reproducidas en cientos de pequeños trozos de cerámica. Hay que acercarse mucho a las pequeñas piezas fijadas al muro para identificarles, pero Paola y Alejandro Garcia, junto a Angel Pérez Fernández y Miguel Ángel Pérez Muñoz, entre otros ,han dejado su marca indeleble.

La cerámica está en todas partes. Los talaveranos cuentan su historia, sus costumbres y creencias a través de esta técnica que les ha valido el reconocimiento de la UNESCO como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Mindfulness y barro

Talavera sobrecoge. Como sobrecoge lo inesperado. Uno llega de la gran ciudad pensando que ha visto casi todo y no le queda más remedio que guardar su ego en la maleta.

Lo primero que percibe es que los jarrones y platos que decoraban el patio de la abuela siguen muy vivos y rejuvenecidos. Una tradición que le ha merecido el reconocimiento de Patrimonio de la Humanidad en 2019, tiene banquillo.

Las nuevas generaciones de ceramistas han tomado el relevo y han abierto sus puertas para mostrar un oficio ancestral que provoca interés en el viajero. Nadie debe perderse la experiencia de tocar el barro, sentir el tacto de la arcilla y el movimiento del torno. Una forma de "mindfulness" que todavía no han descubierto las multinacionales.

La familia Santos Timoneda, varias generaciones dedicadas a la cerámica, abre su taller. Atravesar el umbral del alfar es trasladarse a un mundo primario, de raíces, donde el tiempo va de otra manera. El tratamiento del barro, los anaqueles con las piezas de cerámica en proceso de pre cocción, la minuciosa pintura de las piezas con una técnica tan arriesgada como la acuarela, que después deberá resistir el horno, proporcionan sensaciones quizás escondidas en la memoria, especialmente si vives en Madrid. Los adictos a la inmediatez deben pensarlo 2 veces y entregarse a la experiencia.

Si aún eres escéptico con el espíritu de supervivencia de los talaveranos, quedará tiempo para comprobar que los jarrones de la abuela han evolucionado hacia nuevas formas y los encontrarán en lugares de moda, adornando las paredes de un restaurante donde tomarás uno de los mejores sushis que hayas probado. ¿Cómo? 'japos' en Talavera? Lo que oyes. Y de los mejores.

Si uno ha salido de Madrid porque ya se lo sabe todo, o casi, es bueno que sepa que no todo acaba en Toledo, Ávila o Soria, por nombrar los más socorridos destinos próximos a la capital.

Zacarias Montero, natural de Rozas de Puerto Real, defensor acérrimo del terraplanismo, aseguraba que cuando llegabas a Talavera te caías al mar. Hay que añadir que Zacarias había emigrado a Alemania, es decir, había visto algo de mundo, pero se empeñó en caerse al mar.

Al recorrer Talavera se tiene una impresión onírica porque su espacio está atravesado por la historia. Aquí ha dejado huella todo el que ha pasado, romanos, visigodos y musulmanes. El pasado está escrito en piedra: La Colegiata de Santa María la Mayor, con un rosetón gótico flamígero fabricado en ladrillo mudéjar del siglo XV. La iglesia desacralizada de El Salvador, un centro cultural que mantiene intacto el magnetismo de los focos religiosos, el convento de Santa Catalina del siglo XIV. Los religiosos que lo habitaron fueron buenos copistas de libros y tenían una de las boticas mejor surtidas de la época.

Puedes recorrer las murallas que rodeaban la ciudad, hasta 3 recintos amurallados se superpusieron a lo largo de la historia, y sentir el poder de aquella tierra.

Santo "buscanovios"

Si en algún momento sientes añoranza del "foro", puedes acudir a la Basílica de Nuestra Señora del Prado, donde encontrarás la imagen de San Antonio, el santo "buscanovios" por excelencia, de gran tradición en Madrid y Talavera.

En la ribera del Tajo se le invoca: "San Antonio bendito, dame el novio que necesito". Esta oración es cuanto se necesita para vencer a la competencia de redes sociales dedicadas a los contactos sentimentales.

Para quien necesite referencias, es decir, algo que les sirva de guía para entender las ciudades, rápidamente encontrará las coordenadas de esta localidad milenaria que ha sabido hábilmente evitar la nostalgia. Talavera ha encontrado el modo de sobreponerse a los estereotipos y se afana en vivir un presente con lo mejor de su pasado.

Un paseo por el centro es el relato exacto de que sus habitantes están por vivir todo lo bueno. Locales decorados de forma exquisita invitan a tomar un café con porras a primera hora de la mañana y, según el reloj avanza, encontrarás tapas creativas. No renuncies a la tortilla, eterna y actualizada, el pisto con huevos, el jamón, queso, escogidos vinos manchegos. Tapear es tan divertido como entregar la noche a lugares de copas que nada tienen que envidiar a Ibiza, por señalar un punto del mapa en el que la noche "te confunde".

Este relato comenzó en el patio de la abuela, en la decoración con una cerámica renacentista. Pero ese recuerdo sentimental necesita ser actualizado y la Talavera de hoy ansía contar lo que lleva dentro. Sabe que compite con el acueducto de Segovia y la catedral de Toledo y se pregunta: ¿qué tienen ellas que no tenga yo?

Y en ese "yo" hay que incluir a los talaveranos. Sólo hay que verlos en sus celebraciones, en sus bailes, en sus costumbres, para comprobar que están contentos, seguros del valor de su pasado, de su arte, de su cocina y de su carácter y que ha llegado el momento de salir del cascarón. Los talaveranos han admitido con toda naturalidad que su "apellido" 'De la Reina', proviene de una historia cruel, digna de Netflix.

El rey Alfonso XI entregó a su esposa y prima, María de Portugal, como regalo de boda la ciudad de Talavera. De ahí que al nombre de Talavera se acompañara para siempre con el de la Reina. Para los curiosos de la historia conviene contarles que Alfonso tuvo 10 hijos con su amante, Leonor de Guzmán, y que cuando murió el rey, la ofendida esposa invitó a la amante a Talavera donde la hizo presa y después ordenó matar.

Talavera está llena de secretos. Con ella ocurre como con ese vecino del apartamento de al lado que creías un poco sosito hasta que un día te pones a hablar con él y te deja con la boca abierta.

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