El prolongado cierre del Gobierno estadounidense, que se encamina hacia su segundo mes, continúa introduciendo un factor de incertidumbre fiscal que podría erosionar el crecimiento del PIB en el cuarto trimestre. Las estimaciones privadas sitúan el impacto potencial en torno a un punto porcentual, aunque parte de esta pérdida podría recuperarse en los meses siguientes. La falta de datos oficiales de empleo y actividad añade complejidad al diagnóstico macroeconómico, si bien los indicadores alternativos del mercado laboral sugieren cierta estabilización, lo que reforzaría la decisión de la autoridad monetaria de mantener sin cambios los tipos de interés en diciembre. La política monetaria parece así blindarse frente a los vaivenes políticos, bajo la premisa de que la inflación, aún persistente, sigue siendo el elemento más vigilado en la evaluación de riesgos.
En paralelo, el cierre gubernamental y las tensiones legislativas se suman a un contexto financiero caracterizado por valoraciones bursátiles históricamente elevadas y advertencias crecientes desde el sector financiero. La corrección reciente de los principales índices refleja el nerviosismo ante un posible ajuste de las valoraciones, especialmente en el segmento tecnológico, donde el auge de la inteligencia artificial alimenta comparaciones con episodios especulativos pasados. Pese a la fortaleza de los beneficios corporativos, la desconexión entre expectativas de crecimiento y fundamentos reales sugiere un riesgo de sobrecalentamiento.