Los mercados enfrentan un entorno incierto, marcado tanto por la evolución de los datos macroeconómicos como por la creciente inestabilidad política. En este contexto, la atención se concentra en la reunión del jueves del BCE y la de la FED la próxima semana.
En Europa, las cifras más recientes reflejan una dinámica mixta. Alemania registró un avance en la producción industrial (+1,3 % mensual en julio), mientras que las exportaciones sorprendieron a la baja, afectadas por la menor demanda estadounidense. A ello se suma el deterioro de la confianza inversora en la eurozona, con Alemania nuevamente en el centro del análisis regional. Francia, por su parte, ha entrado en una nueva fase de crisis institucional tras la derrota del primer ministro en el voto de confianza parlamentario. La segunda economía de la eurozona deberá ahora formar un nuevo gobierno en un entorno fiscal delicado, con un déficit que supera los límites europeos y una deuda pública cercana al 114 % del PIB. En Estados Unidos, las presiones políticas sobre la FED aumentan, mientras los mercados anticipan un posible recorte de tipos tras señales de enfriamiento en el empleo. En Japón, la renuncia del primer ministro ha tenido un efecto inmediato en los mercados ante la posibilidad de un giro hacia políticas más flexibles.
Este contexto condiciona las decisiones de los bancos centrales, especialmente del BCE, que previsiblemente mantendrá los tipos sin cambios, pero bajo creciente presión por el deterioro del entorno económico y político.