La festividad en EE.UU permitió que el arranque del mes de septiembre haya sido muy tranquilo, sin datos económicos ni declaraciones que hayan sobresaltado a los mercados. Los que ayer se conocían no tuvieron incidencia, pero si vienen a confirmar la ralentización de la economía global. En la zona euro, el crecimiento del sector manufacturero en agosto se desaceleró a un mínimo de casi dos años debido a que disminuyó el optimismo ante los crecientes temores a una escalada en la guerra comercial. Además, los indicadores que dan pistas sobre tendencias futuras, como el empleo, el optimismo y los nuevos pedidos, cayeron, lo que sugiere que habrá poca o ninguna recuperación este mes de septiembre en la actividad. En China, este mismo sector creció en agosto a su ritmo más lento en 14 meses, después de que los pedidos de exportación se redujeran por quinto mes consecutivo y los empleadores volvieran a recortar personal. Mientras tanto, Italia y el Brexit siguen dando titulares. El pasado viernes, Fitch rebajaba la perspectiva de Italia a “negativa” desde “estable”, una decisión que era respondida por el viceprimer ministro italiano: lo que necesitan los italianos está antes de lo que las agencias de calificación dicen que se debe hacer. Ayer, incidiendo en esta idea, los líderes de los partidos de la coalición de Gobierno señalaban que ven espacio para la flexibilidad sobre el límite de déficit presupuestario del próximo año, lo que supondría una confrontación con la UE, que para el 2019 está exigiendo que Roma reduzca sus niveles de déficit. En cuanto al plan para el Brexit de la primera ministra británica, continúa siendo objeto de fuertes críticas dentro de su país. Ayer, el exsecretario de Relaciones Exteriores, lo calificó como un desastre para Reino Unido.
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