Emilio de Justo, uno de los sumos sacerdotes de la religión compulsiva y laica que es la Fiesta, estremeció las fibras sensibles de los asistentes este viernes merced a una excelente y apasionada labor a su segundo enemigo, al que cortó las dos orejas tras la espectacular voltereta que sufrió en el que abrió plaza. Es verdad que el público se le entregó por salir el extremeño de la enfermería a lidiar al que cerró función tras correrse el turno, con el que se lució con inspirados pases por ambos pitones y adornos varios. Y que quizás en otras circunstancias el premio habría sido la mitad, es verdad. Pero esta época de pegapases rutinarios y ventajistas no se puede desmerecer al coletudo su triunfo más allá de las estadísticas. Sí se debe hacer con Tomás Rufo, que tuvo un toro de lío y se le fue precisamente por sus habituales ventajismos, mientras que Borja Jiménez cumplió. Todos en un encierro de buena presencia y variado juego de Victoriano del Río.
Los espectadores sentíamos como una aguja en el esófago cuando el máximo protagonista de la tarde se echó de rodillas para recibir con el capote al toro del triunfo, luciéndose después con cuatro bellísimas verónicas seguidas de un galleo por chicuelinas al caballo -otra vez con el público en pie-, donde el bicorne de afiladísimas y llamativas astas no se empleó en demasía. Pero ‘Diamante’, que así era su nombre, evidenció un punto de codicia en el último tercio y De Justo, dolorido pero relajado, le sacó al tercio para quitarle la querencia.
Le citó, con la muleta ‘planchá’ para varias cortas series en redondo rematadas ora con trincherilla, ora con molinete, y la plaza hecha un clamor. El animal fue a menos, pero a su matador, que le aguantó algunos parones, le dio tiempo a lucirse ahora con naturales profundos y con improvisados adornos. Todo el cotarro, de nuevo en pie, aguardó -y le ayudó, virtualmente, claro- el ya referido desenlace con el estoque, y un De Justo roto en cuerpo y alma echó en su esportón esas dos importantes orejas. Ya había demostrado en el que le volteó que venia a Madrid a revientacalderas, porque en vez de las acostumbradas verónicas de recibo apostó por 10 ajustadísimas chicuelinas, 10, rematadas con una media de mucho sabor, muy barroca.
Y otra vez le llevó al caballo por idénticas suertes cerradas con una larga muy larga y mandona. Pero quizás por la seguridad con que obraba el coletudo, se descuidó un momento a poco de iniciar la faena con la pañosa y su enemigo se le coló por el pitón derecho, volteándole y ensañándose con él de manera tremebunda. La apariencia era de percance de gravedad y nadie hubiera apostado porque el héroe extremeño, pura pasión, pura honradez y compromiso, iba a salir para matar a su segundo, tras ser atendido de fortísima contusión costal pendiente de estudio radiológico.
Los sucesos del triunfador, que logra ya su quinta salida a hombros en la cátedra venteña, taparon un poco la buena actuación que tuvo Borja, también muy lucido con templanza y hermosura a la verónica ante su primero, que tenía fijeza. Le dio la distancia que pedía el burel y, siempre colocado en el sitio debido, fue desgranando buenas series de redondos cerradas con pases de pecho muy marcados al hombro contrario. Pero al animal se le fue acabando el gas, aunque permitió al sevillano robarle algún natural largo y preñado de clasicismo. Pero tras un pinchazo, Borja dejó una fea estocada desprendida y todo quedó en sonora ovación. Aún menos le permitió el otro, que iba y venía por allá y acullá, pese a los vamos intentos de su matador de robarle pases.
La antítesis de Emilio de Justo fue Rufo, al que le tocó en el sorteo ‘Carterista’, que llevaba un cortijo en la cartera. Un animal bravo y encastado, con el que el toledano brilló por chicuelinas con el capote, pero que tras un esperanzador comienzo con doblones muleteros por bajo, no admitía, ni gran parte del público tampoco, los pases sin ton ni son, siempre el toledano fuera de cacho, con la suerte descargada y metiendo el pico. Un desafuero total en el que no vale insistir. Ya con más de media plaza en contra, Rufo no mejoró con el otro, que repetía con menos codicia, y al que molió a pases vulgares y que no interesaron a nadie.
FICHA
Toros de VICTORIANO DEL RÍO, muy bien presentados y nobles aunque flojos; 2º, encastado. EMILIO DE JUSTO: cogido por el primero; dos orejas en el otro (salió a hombros). BORJA JIMÉNEZ: silencio en el que mató tras la cogida de Emilio de Justo; gran ovación con saludos tras aviso; ovación. TOMÁS RUFO: silencio con algunos pitos; silencio. Plaza de Las Ventas, 3 de octubre, 2ª de Feria. Lleno (22.723 espectadores, según la empresa).