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Criptomonedas: el boom y el colapso

Criptomonedas: el boom y el colapso
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(Foto: deposit Photos)
martes 10 de enero de 2023, 18:51h

El 2022 pasará a la historia como uno de los años más nefastos en la historia de las criptomonedas.

Lo cierto es que no es la primera vez que las criptomonedas sufren caídas de importancia, pero el bajón del pasado año se produjo en el momento en que las criptomonedas se habían popularizado de tal manera, que ya no constituía un terreno accesible únicamente a unos pocos, sino que el común ciudadano de a pie podía invertir en las cripto con el único requisito de tener acceso a internet.

Si el precio de Bitcoin brilló en 2021, marcando hitos históricos y finalizando el año en torno a los 60.000 dólares, la debacle llegó en 2022 con un bajón que lo situaba rondando los 45.000 dólares, iniciando una tendencia descendente que se prolongaría durante todo el año.

Sin embargo, el 2021 constituyó uno de los mejores períodos de las criptomonedas, al tiempo que figuras multimillonarias comenzaban a hacerse eco y a publicitar la inversión en criptomonedas, lo que a su vez daba lugar a nuevas inversiones por parte de quienes buscaban la obtención de un beneficio al que nada parecía poder poner techo.

Uno de los más aficionados a publicitarlas en las redes sociales fue el multimillonario y CEO de Tesla, Elon Musk, quien no dejaba pasar oportunidad para manifestar su apoyo a la más popular de las cripto, Bitcoin, llegando incluso a aceptar el pago con criptomonedas en su empresa Tesla. No obstante, dadas sus continuas idas y venidas en su relación amor-odio con Bitcoin, fue acusado por muchos de tratar de manipular el mercado a su conveniencia dada su capacidad para influir en el precio de la criptomoneda tras la publicación de sus tuits.

Llega el criptocrash

El mayor de los golpes llegó en mayo del 2022, el colapso de Terra LUNA dio comienzo a la debacle, al perder su token -UST- la paridad con el dólar.

En ese momento, se inició una reacción en cadena, en la que UST se desplomó hasta los 0,09 dólares. Pero aún mayor y más desastrosa fue la pérdida de valor de LUNA, que pasaba de cotizar en 82 dólares, a un valor de 0,0001523 dólares, provocando un sinnúmero de pérdidas entre los inversores.

Una oleada de pánico sacudió a los inversores que iniciaron una venta en masa que desembocaría en la caída generalizada del sector.

La caída en picado arrastró consigo no sólo a los inversores, sino a un gran número de proyectos, prestamistas y fondos de cobertura, también a Celsius y Three Arrows Capital.

El precio de Bitcoin se redujo a la mitad en una caída de la que a día de hoy, aún no se ha recuperado.

Tampoco Ethereum se ha librado de la caída aún a pesar de la profunda reforma a la que se sometió, en el mes de septiembre, su red blockchain, cuando empezó a utilizar el protocolo Proof of Stake, mediante el que disminuyó en un 99% el gasto en energía, pero que no ha servido para aumentar su valor. Más bien, su precio continúa la estela descendente al igual que el resto del sector.

Después del desastre y, a pesar de que la regulación de las criptomonedas tiene un largo camino por recorrer, son muchas las voces que se manifiestan a favor de tomar medidas que protejan a los inversores.

En este sentido, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos ha iniciado el estudio de medidas que espera desarrollar con otros países.

Qué esperar en 2023

A pesar de todo, algunos expertos se muestran optimistas en cuanto a la evolución de las criptomonedas a lo largo de este año.

Y es que, a pesar de su dureza, éste no es el primer criptoinvierno que conocemos.

Ya en el 2014, los rendimientos anuales de Bitcoin experimentaron una caída cercana al 60%, manteniendo una racha de precios bajos hasta el 2017, seguida de un nuevo desplome en el 2018 que se prolongaría a lo largo de dieciocho meses, pero de las que logró recuperarse.

A pesar de que los amantes de las criptomonedas no suelen mostrarse a favor de la regulación dado que precisamente, su creación constituía un intento de apartarse de un mercado financiero tan centralizado y controlado como es el de las finanzas tradicionales, ahora, los inversores exigen que se regule y algunos analistas afirman que incluso atraería a los inversores institucionales.

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