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Otoño taurino para todos los gustos

Impresiones de un periodista y crítico taurino catalán en las Ventas.

sábado 06 de octubre de 2018, 14:16h
Uno recuerda por estas fechas cuando la temporada ya había terminado en la Monumental, el aliciente de acudir a Madrid para presenciar la Feria de Otoño. Ahora se acrecienta, a falta de de festejos taurinos en Barcelona ya no prohibidos, pero con el tancredismo de la "querida" familia Balañá. Y verlo por televisión...tampoco consuela. En un Octubre caluroso pero no agobiante vamos con ilusión a la plaza, escuchando ese runrún de acontecimiento cuando se acerca la hora de que suenen clarines y timbales: 6 de la tarde.

Tras la novedad del bombo, expectación por lo que hará Talavante frente a los adolfos...Y el gozo en un pozo porque ni los toros de Adolfo Martín responden, ni el extremeño tiene una tarde afortunada. Pero, a mal seguro, los taurinos del Sistema le pasarán factura, como escribía Antonio Lorca... O sea, los Matilla, Chopera, Casas, etc, que dominan el cotarro.

¿Ha dicho Simón Casas ?-me pregunta el sabihondo, con el que comparto bebida en la barra frente al tendido 9.

-Lo que oye- respondo. Al margen de sus genialidades en Nimes o "el Bombo otoñal, quiere pasar por "un romántico revolucionario", cuando está plenamente integrado en el Sistema y ha repetido sus mismos vicios. Idénticos al cien por cien.

-El aficionado se va con la mosca tras la oreja, y yo me encamino al palco, que no es un prodigio de comodidad. Estirar minimamente las piernas, es imposible. Recuerda a esos vuelos en"turista" transoceánicos en que a poco que te muevas, chocas contra la espalda del viajero que tienes delante, o viceversa.

Todo sea por la Fiesta," la modernidad", y mi rodilla maltrecha... Volviendo a la tarde del viernes 5, confirmamos el buen estilo de Álvaro Lorenzo, y al mismo tiempo su incapacidad con el estoque. Y la ganadería de Albaserrada no es la más propicia para un diestro prometedor como Luis David.

Bulerías

Pasando al festejo de rejones, con un sólo jinete, vaya mi reconocimiento al gesto de Diego Ventura por "hacer algo distinto", saliendose de lo que se ve en este tipo de corridas. Que tienen un público también distinto, con abundancia de mujeres y niños. Veo por la calle de Alcalá dos niñas de 8 o 9 años vestidas igual, con su almohadilla a rayas- las buenas- junto a sus padres.

Durante la lidia del primer toro, surge la voz castiza: "¡Esa música que no toooca!, ante el asombro del aficionado. Cuando salen los subalternos, el público suele abuchearles (qué habrán hecho?...). El entusiasmo el respetable alcanza su zenit con la cabriola de uno de los caballos de Ventura, que en varias ocasiones levanta las patas hacia arriba, mientras uno piensa si está observando a un trapecista, o domador de equinos...

Al no aparecer el pañuelo blanco de la oreja, la gente ya se desanima en el primer toro... Pensaban que el presidente iba a contribuir a la euforia. La cosa remonta en el cuarto cuando, en un buen gesto el sevillano ofrece participar en el tercio de banderillas al sobresaliente Juan Manuel Munera...

Cuando se queda solo en el ruedo el titular, surge una insoportable voz del tendido, entonando una bulería o "soleá", que resuena en medio del silencio.... Dudamos si se ha equivocado de plaza, o piensa que las Ventas es la Malagueta disfrutando con Morante. Al principio se reacciona con cierto cachondeo, pero el improvisado "cantaor" repite su hazaña, y el personal ya se empieza a "cabrear", hasta hacer callar al que pretendía suplir la falta de música, que es habitual desde hace muchos años en las Ventas.

Cada vez que Diego Ventura va a recoger la última de las cortas, suena el aviso presidencial que demanda ya la suerte suprema. Pero da igual... Y no faltó la rosa. Confieso que tengo manía a las rosas, no en la calle pero sí en la plaza y cuando hay rejones, ya desde que veía de niño a los Peralta.

Pero sin rosa, el público no se da por satisfecho. En lo taurino Ventura tuvo una actuación irregular, con pasajes encomiables derrochando pundonor y valentía. Mezclado con desaciertos a la hora de clavar. Los mejores momentos los consiguió en sus dos últimos toros.

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