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Este jueves 22 en el Bogui Jazz

Germán Kucich nos deleita con 'On Bud', el mejor homenaje al mítico Bud Powell

Germán Kucich nos deleita con 'On Bud', el mejor homenaje al mítico Bud Powell

miércoles 21 de noviembre de 2018, 16:48h
El pianista Germán Kucich presenta en este concierto su nuevo proyecto, “On Bud”, en el que, junto a otros grandes de nuestro jazz como son Bob Sands (saxo), Francisco López “Loque” (bajo) y Daniel García (batería), trae a la actualidad las composiciones de Bud Powell, cuyo sonido e innovaciones siguen siendo de gran influencia en el jazz y otras músicas. Una cita imprescindible con el mejor jazz de un mítico creador en el no metos mítico Bogui.

'ON BUD, el nuevo proyecto del pianista Germán Kucich está basado íntegramente en las composiciones de Bud Powell. Actualmente, el sonido de Bud y sus innovaciones todavía sigue ejerciendo una gran influencia en infinidad de pianistas de una forma directa o indirecta independientemente del estilo.

“Si tengo que elegir un músico en relación a sus méritos artísticos y a su originalidad, pero incluyendo también la grandeza de su trabajo, ese sería Bud Powell. Nadie se puede comparar con el” – Bill Evans. La idea, a partir de la cual nace este proyecto, es la de adentrarse en la faceta menos conocida y de alguna manera, menos valorada, del genio de Bud: Sus composiciones.

La gran mayoría de sus composiciones están registradas en formato de trío o piano solo. Al introducir el saxo tenor, sus temas cobran otra dimensión. En alguno de ellos, la utilización de los solos originales como material melódico, resaltan la genialidad de Bud en su faceta de “compositor en tiempo real”.

Su arte, de una forma directa, visceral y comprometida, ha marcado un antes y un después en la historia del piano jazz. Este proyecto quiere reivindicar todo esto, y al mismo tiempo, volver a aprender de su música y contribuir a su difusión.

Su figura es central en la revolución que supuso el movimiento del Be Bop en los años 40s y 50s del siglo XX. Este movimiento posee unas implicaciones históricas, sociales y políticas que van mucho más allá de las innovaciones rítmicas y armónicas que supuso dentro del lenguaje musical.

Las vanguardias del arte occidental de los siglos XIX y XX vinculan sus audacias a la hora de desafiar los códigos y reglas impuestas por la autoridad de la tradición con la audacia que han de pelear los ciudadanos para gozar efectivamente de la autonomía que les supone el sistema liberal.

Las vanguardias europeas llevan este compromiso con la modernidad hasta las últimas consecuencias, tal y como podemos ver en la disolución de la tonalidad en la música o la abstracción en la pintura, sin embargo, cuanto más se radicalizaban en sus propuestas artísticas, más se alejaban de las vidas de la gente y por tanto traicionaban el compromiso político de origen, además de encontrarse cada vez más confinadas en museos o auditorios, controladas por los estados y a merced del mercado.

Existe sin embargo una forma de arte que va a tener un origen genuinamente popular (siempre en los márgenes de la sociedad, dónde ya Baudelaire decía que únicamente podría encontrarse esa capacidad de transformación), que va conquistar al público a un nivel planetario de la mano de las nuevas tecnologías (la radio y los discos) y que será la única forma de arte que podrá presumir de haber desempeñado un papel tan fundamental en una de las luchas políticas por la autonomía más fundamentales desde la declaración de los derechos humanos, la de la lucha por los derechos civiles de la población negra en EE.UU.

El Be Bop resultará clave en este desarrollo, ya que si bien el swing había conquistado ya medio mundo, todavía se movía dentro de unas estructuras clasistas y racistas y no se consideraba más que mero entretenimiento, hasta por los más bienintencionados observadores. El Be Bop hunde sus raíces en Harlem, donde la población urbana negra va a autoafirmarse a través de una revolución en la forma de hablar, de vestirse y de tocar música que va a acompañar a su lucha para que los derechos que les asistían se hiciesen efectivos.

Va a ser un arte tan sofisticado como el de las vanguardias europeas, igual de radical en su modernismo, con una exigencia técnica y de talento tan grande como el de aquellas, pero dotado de un lirismo, una capacidad emocional y de una comunión con su público del que las artes europeas ya carecerán. Sus actores podrán reclamar el mismo grado de respeto y admiración que los artistas europeos, siendo su virtuosismo y su compromiso comparable con la novedad así también en lo que concierne a la ruptura de reglas y esquemas. Y además con un elemento diferenciador: el swing.

Es significativo el tratamiento de “genio” que se usará con las grandes figuras de este movimiento: Charlie Parker, Thelonious Monk, Dizzy Gillespie o Bud. Este termino se había utilizado en Mozart, Beethoven y los músicos del romanticismo para definir la idea de un músico creador radical y liberador.

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