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Europa se blinda contra Rusia con las reservas de gas al 90%

Imagen de un gaseoducto
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Imagen de un gaseoducto (Foto: Unsplash)
viernes 30 de septiembre de 2022, 19:21h

La cercanía del invierno y la escalada de tensión con Rusia pone en jaque a Europa sobre sus verdaderos recursos disponibles y las alternativas a la dispensación del Kremlin.

Afortunadamente las reservas gas natural de la Unión Europa se encuentran al 88,17% de su capacidad, con 981,8 TWh almacenados, según datos de inventario que recopila Gas Infrastructure Europe (asociación que agrupa a las empresas gasísticas en el continente). Cifra que supone 2 puntos porcentuales más que la media de los últimos 5 años.

Y dado que estamos a poco más de un mes para que se comience a utilizar la calefacción, del 1 de noviembre al 30 de abril, ya hay 14 de los 18 países comunitarios que disponen de infraestructuras para el almacenaje de gas que han superado el 80% de sus posibilidades

Este es el umbral que las autoridades europeas acordaron exigir antes del 1 de noviembre para hacer frente al invierno ante la amenaza de escasez que se dibuja por la guerra en Ucrania y el conflicto con Rusia.

Moscú ha sido hasta ahora el principal suministrador de gas a Europa, pero desde hace 6 meses Rusia ha reducido drásticamente sus exportaciones llegando a interrumpir por completo el abastecimiento. Lo que ha provocado que los países más dependientes tengan que buscar otras opciones.

Consumo responsable sin llegar al racionamiento

Lo habitual es que estos almacenes de gas se rellenen en verano, para aprovechar el descenso en la demanda, pero en esta ocasión la acumulación se ampliará hasta mediados de otoño.

Mientras que a partir del año que viene será obligatorio llenar las reservas gasísticas hasta el 90% antes del 1 de noviembre o, si se dispone de mucha capacidad, al menos el 35% del consumo medio anual.

Y los países que no disponen de infraestructuras propias para guardar gas como Irlanda, Grecia, Malta, Chipre, Luxemburgo, Eslovenia, Finlandia, Estonia y Lituania deben almacenar un 15 % de su consumo nacional anual en almacenes situados en otros países de la Unión Europea, con el fin de asegurar unas reservas estratégicas.

De todas formas, el fin último es reducir el riesgo de un racionamiento en el consumo, extremo que afectaría a los ciudadanos con limitaciones para el uso de la calefacción y hasta cortes en el suministro eléctrico. Igual que a las empresas y especialmente a la industria que depende del gas para su funcionamiento.

El gas licuado como solución

Desde que dio comienzo la guerra de Ucrania, en Europa se puso en marcha una estrategia para reducir la dependencia energética del gas ruso, que hasta 2020 suponía casi el 40% de sus importaciones.

Centroeuropa y países nórdicos como Alemania o Finlandia compraban 2/3 tercios de su gas a Moscú y algunos, como la República Checa y Lituania, dependían totalmente.

Solo que a raíz de la guerra, todos los países europeos se han volcado en buscar suministros alternativos. Y aumentar paulatinamente las importaciones de lugares como Noruega o Argelia, aunque a corto plazo sea muy difícil porque los gasoductos tienen una capacidad limitada. Por eso, se han incrementado las compras de gas licuado, que se transporta en barcos metaneros desde cualquier lugar del mundo, para regasificarlo después.

Además, las importaciones desde Rusia se han reducido hasta alcanzar mínimos, puesto que 2 de los principales gasoductos no bombean ya gas hacia Europa: el Yamal, a través de Polonia, dejó de hacerlo en mayo, y el Nord Stream, que llega a Alemania, ha suspendido las entregas indefinidamente.

Sin embargo, aún quedan otras 2 vías principales: el Turkstream a través de Turquía y las conexiones a través de Ucrania, pero la idea de Europa es prescindir de ambas cuanto antes.

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