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Un perro
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Un perro (Foto: Unsplash)

Errores al educar a los perros: el castigo, la violencia y los regaños en exceso

sábado 06 de mayo de 2023, 12:53h

Los perros son animales inteligentes y sociales que forman parte de nuestra vida cotidiana. Sin embargo, educar a un perro puede resultar un proceso difícil y complicado.

Muchas personas piensan que la única manera de conseguir un perro educado es a través del castigo y la violencia, pero esto no solo es cruel sino que además no es efectivo.

En este artículo explicaremos por qué no debemos castigar a los perros con violencia ni regañarlos en exceso y ofrecemos alternativas:

El uso de la violencia

Cuando un perro hace algo que no debería hacer, como morder un mueble o hacer sus necesidades en un lugar inadecuado, es normal que nos sintamos frustrados y enfadados. Muchas personas piensan que la única manera de que el perro aprenda es a través del castigo físico. Sin embargo, esto es un error. La violencia solo consigue generar miedo en el perro, lo que no es una base sólida para la educación. Además, la violencia puede generar en el perro ansiedad, estrés e incluso agresividad.

Gritarles porque no vienen a la llamada

Los expertos en adiestramiento canino desaconsejan gritarle a un perro cuando no acude a la llamada porque esto puede tener efectos negativos en su comportamiento y en la relación que se establece con él. En primer lugar, cuando se grita al perro, éste puede asociar la llamada con algo negativo y sentir miedo o ansiedad al acudir a la persona que le llama. Esto puede hacer que el perro evite acudir a la llamada en el futuro o que responda de forma agresiva o defensiva. En lugar de gritarle al perro, los expertos en adiestramiento suelen recomendar el uso de refuerzos positivos, como premios o caricias.

No usar el refuerzo positivo

En lugar de castigar al perro cuando hace algo mal, es mucho más efectivo premiarlo cuando hace algo bien. El refuerzo positivo es una técnica de educación que consiste en premiar al perro cuando hace algo que nos gusta. Por ejemplo, si queremos que el perro no muerda los muebles, cada vez que veamos que se está entreteniendo con sus juguetes en lugar de morder los muebles, le premiaremos con una chuchería o un elogio. De esta manera, el perro aprenderá a asociar la conducta positiva con una recompensa, lo que reforzará su comportamiento adecuado.

El animal, con enorme interés en agradarnos, terminará repitiendo los comportamientos que nos agradan sólo para crear un ambiente de alegría mutua y social. También por recibir una recompensa en forma de premio o de cariño. A la larga, los perros terminan agradeciendo más una serie de caricias y cariños efusivos que la comida como premio.

El regaño excesivo

Otro error común en la educación de los perros es el regaño excesivo. Muchas personas piensan que es necesario regañar al perro cada vez que hace algo mal, pero esto también es un error. El regaño excesivo solo consigue generar estrés y ansiedad en el perro, y puede llegar a ser contraproducente. Si regañamos al perro cada vez que hace algo mal, lo más probable es que el perro no aprenda lo que se espera de él, sino que simplemente aprenda a tener miedo de nosotros. Además, si se le regaña por algo que hizo hace minutos u horas, como se puede saber al llegar a casa y encontrar desperfectos, no sirve porque el animal no lo asocia a algo que hizo mal anteriormente.

No tener paciencia ni ser constantes

Educar a un perro requiere paciencia y consistencia. Es importante tener en cuenta que el perro no es capaz de entender todo lo que le decimos, y que necesita tiempo para aprender. Además, es fundamental que seamos consistentes en nuestras órdenes y en nuestras reacciones. Si queremos que el perro aprenda a no subirse al sofá, por ejemplo, debemos ser constantes en nuestra reacción cada vez que lo haga. Si una vez le regañamos y otra vez no, el perro no entenderá lo que se espera de él.

En resumen, castigar a los perros con violencia o regañarlos en exceso no es efectivo ni humano. La violencia solo consigue generar miedo y estrés en el perro, lo que puede generar conductas agresivas en el futuro.

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