Pero como es intelectualmente inquieta, y está siempre en la búsqueda de nuevos campos en la creación, “sigo acudiendo a cursos monográficos a la escuela de escultura y fx Bárbara Almart, en cuanto puedo…”. No es, pues, extraño que su trabajo haya estado ligado a la creatividad, el diseño, la moda y el espectáculo: ilustradora para la Mercedes Fashion Week y Planeta de Agostini dentro del equipo creativo de la diseñadora Kina Fernández; maquilladora en la serie de televisión Yo Quisiera; en el proyecto club clandestino Medias Puri; en Uñas Chung Lee, y, finalmente, se ha adentrado con el mismo ímpetu que éxito en el mundo del teatro en donde ha diseñado y fabricado, maquillaje, peluquería y prótesis de la saga The Hole, La Familia Addams y El jovencito Frankenstein. “He tenido mucha suerte -afirma tajante la gallega-, porque he tropezado muy pronto con LETSGO, la productora para la que trabajo y con la que he podido participar en estas dos últimas producciones, que ha adaptado y dirige Esteve Ferrer. Con ellas he podido aprender y desarrollarme, a la vez que trabajo, y eso es una gran suerte”. Olaya está en estos últimos tiempos como coordinadora del departamento de maquillaje y peluquería en la productora para la que trabaja .Y, como nos hemos dirigido a ella como Diseñadora de caracterización, lo primero que preguntamos a Brandon es en qué consiste exactamente esa disciplina. Lo tiene muy claro: “el caracterizador se ocupa de crear los efectos, el maquillaje y la peluquería de cada personaje en cualquier espectáculo”.
Confieso que no he acudido a ninguno de los musicales en los que ha intervenido Olaya Brandon, pero varios amigos aficionados al teatro musical me han contado verdaderas maravillas del trabajo de diseño de caracterización en estos montajes, y esa es la causa de que hoy hablemos con esta joven diseñadora gallega, afincada en Madrid desde hace cuatro años, aunque ha pasado ya por unas cuantas ciudades más en su corta pero intensa carrera profesional. “Trato de llevar al teatro todo lo que he estudiado en los campos de la moda y del cine”, nos dice. “No estamos olvidados, ni mucho menos…” A pesar de que ha tenido recientemente un pequeño accidente y el traumatólogo le ha inmovilizado el hombro derecho, Olaya viene perfectamente maquillada al lugar de encuentro para la entrevista, deshaciendo así el mito de ‘en casa del herrero, cuchillo de palo’: “trato de salir siempre maquillada a la calle y, aunque me ha costado un poco poder hacerlo con la mano izquierda, lo he conseguido. Lo hago más para proteger la piel de la gran polución que hay en Madrid, que por puras razones estéticas. Aunque el maquillaje también tiene otras muchas propiedades (hidratantes, etc.), que hacen aconsejable su uso de forma habitual”.
Olaya sitúa en su justa medida el papel de los caracterizadores en los equipos artísticos de las producciones teatrales: “es cierto que figuramos siempre en la cola de los programas, después de todas las demás áreas (escenografía, vestuario, iluminación…, y, al final, suele venir eso de caracterización y/o maquillaje), pero no estamos olvidados, ni mucho menos, que es lo importante. Creo que esto obedece únicamente a una jerarquía de orden porque nosotros necesitamos ver todo lo demás para poder crear. Yo no puedo hacer el maquillaje o la peluquería sin saber antes qué vestuario es el que se ha decidido utilizar. La razón es muy simple: hay que fijarse muy bien, previamente, en volúmenes, colores, etc.”. Aunque Brandon no ha estudiado Arte Dramático, conoce muy bien la importancia que se da en las escuelas al maquillaje y que los actores comienzan muy pronto a practicar con él: “en el 90 por ciento de los teatros los actores se maquillan ellos solos, incluso aunque el teatro cuente con equipos de maquillaje y peluquería. Yo, por ejemplo, me encargo de diseñar y de enseñar a los actores de las producciones en las que intervengo, cómo maquillarse correctamente. Eso les interesa a las productoras, por evidente ahorro de costes y de tiempo, pero la calidad final no puede ser la misma que si interviniesen directamente técnicos de peluquería y maquillaje. Y ya sé que este no es el único sector en el que se pide a todo el mundo que haga de todo… Sólo para la peluquería, por ejemplo, sería necesario que los actores estuviesen en el teatro dos horas antes de comenzar la función, para retoques de peinados y pelucas, etc. Y, en el caso de El jovencito Frankenstein, para colocar prótesis y demás, que es imposible que puedan hacérselo ellos solos… Al final todo depende del nivel económico de la productora, pero lo ideal sería que tuviesen personal cualificado para todo. Aunque maquillaje y peluquería no es lo mismo, “hoy se pide que el maquillador sea peluquero, y viceversa, y eso no es tan fácil, como tampoco lo es que un tapicero sea chapista, o que el chapista sea tapicero”. “Necesito algo mucho más creativo que maquillar a un político”
Es lógico pensar que el maquillaje a aplicar sea distinto en función de la distancia en la que el público va a ver a los actores: “si la distancia es pequeña, el maquillaje tienes que hacerlo mucho más social. Ocurre lo mismo cuando de lo que se trata es de que los actores interactúen entre el público. Hay otros espectáculos en donde hay que procurar que el maquillaje se vea bien tanto de lejos como de cerca y, entonces, lo que intento es que los acabados (los bordes) del maquillaje sen lo mejor acabados posibles. En el teatro, hay que jugar con la premisa de que una prótesis vaya a durarte toda una semana, aunque por seguridad puedas tener varias. En el cine, sin embargo, las prótesis que se utilizan son de usar y tirar. Y, si tuviera que hacer una obra de las características de Los Addams o El jovencito Frankenstein para un teatro pequeño, pensaría más en el maquillaje de cine que en el de un gran teatro, en donde las distancias son mucho mayores. En estos espacios, la distancia hace desaparecer bordes y hace que todo se vea mucho más empastado y más pulido”. Con todo, la prueba definitiva hay que hacerla con la luz final que vaya a utilizarse y “por eso, antes de cerrar nada, vamos poniendo a los actores sobre el escenario y probando maquillajes con todas las luces que se van a utilizar finalmente en el espectáculo porque hay ciertas luces que se complementan con el maquillaje y, de repente, desaparece el color, y entonces hay que hacer varios cambios en los tonos utilizados”. Y Brandon vuelve a referirse a Frankenstein para ilustrar el que ha sido el trabajo más difícil de su carrera como caracterizadora “porque aquí, no sólo lo he diseñado todo, sino que lo he fabricado yo misma, con mis manos. He utilizado fundamentalmente látex aunque también hay prótesis dentales y posticería facial. De ahí la importancia de estar más que familiarizada con las Bellas Artes (pintura, escultura…) para hacer bien tu trabajo. Me pasé todo un verano entre pinturas y escayolas –comenzamos en junio, y estrenamos en octubre-, para poder tenerlo todo listo. Y, finalmente, el diseño se va perfilando sobre la marcha, porque son muchas las cosas que cambian en el transcurso de su fabricación. Un diseño normal puede terminarse en un mes, más o menos, pero uno de las características de este musical exige mucho más tiempo al tener que fabricar nosotros mismos las prótesis, las pelucas, etc.”. ![]()
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