La factoría Fuente Ymbro, tan desigual en su producción de bureles, se salvó de un petardo gracias al que paradójicamente habían bautizado como ‘Amargado’. Un animal escaso de trapío, como sus tres hermanos lidiados -dos volvieron a los corrales-, pero que sacó la casta y una embestida boyante en el último tercio. Hasta el punto de que se le caían las orejas, lo que Miguel Ángel Perera vio muy pronto, por lo que lo brindó. Sus inicios de faena plenos de inspiración así lo prometían, pero el extremeño fue bajando la intensidad y para colmo marró repetidas veces a espadas, con lo que finalmente el amargado fue él. Paco Ureña y Ginés Marín se estrellaron con sus respectivos lotes.
Ese comienzo de la labor muleteril de Perera nos recordó al novillero y después matador con tantos éxitos en Madrid en la primera década de este siglo. Con la ilusión por las nubes, se hincó de rodillas en el platillo citando a ‘Amargado’ -cumplidor a secas en varas, como todos- que estaba en tablas, y le recibió, además improvisando ya en pie dos naturales, un par de adornos y el del desprecio, y calando hondo en los tendidos. Llegaron después dos ligadas series de redondos mandones y profundos, aunque ya con algunas ventajas y la planta poco vertical, aprovechando el excelente tranco y ritmo en la embestida humillada del animal, y rubricados con buenos pases de pecho.
Mas a este Perera ‘antiguo’ le fue pudiendo el ‘moderno’, que lleva seis años sin abrir la Puerta Grande. Fue toreando al natural, ya metiendo pico y descargando la suerte surgiendo algunas voces -pocas, eso sí, pero que llevaban razón- recriminándole ya el toreo posmoderno. Antes de echarlo todo a perder definitivamente con el estoque, el coletudo había tirado de unas efectistas manoletinas. En definitiva, que el triunfo que se barruntaba se le fue, como, en parte, el toro.
A este momento de mayor intensidad de la tarde se había unido otro buen inicio de faena, la de Paco Ureña, que se había lucido con un quite de templadísimas gaoneras, a su primero, al que le aguantó cinco estatuarios con los pies clavados. Luego, con mucha verdad y muy en el sitio, en lo poco que duró el bicorne, que como el resto de los de Ricardo Gallardo, excepto ‘Avispado’ se iban apagando minuto a minuto, aún pudo lucirse por ambos pitones. Y, claro, como es habitual en el lorquino, fue un desastre con la tizona.
Con el sobrero de Chamaco, que desarrolló peligro, anduvo de nuevo con verdad y amor propio intentando lo imposible, sacar agua de un pozo seco de bravura. Casi como Ginés en el que cerró función, rebrincadito, sin celo y a la defensiva -idéntica catadura a su anterior- que sólo le dejó que el extremeño apuntara su buen corte. Tampoco Perera pudo hacer más que tirar líneas con el grandón y feo sobrero de Chamaco, que salió tras lesionarse el anunciado nada más saltar al ruedo.
FICHA
Toros de FUENTE YMBRO, mal presentados en general, flojos, nobles y descastados excepto el 4º. 1º y 5º, que desarrolló peligro, de CHAMACO, desiguales de presentación y descastados. MIGUEL ÁNGEL PERERA: silencio tras dos avisos; ovación tras aviso. PACO UREÑA: silencio tras aviso; silencio tras aviso. GINÉS MARÍN: silencio tras aviso; vuelta. Plaza de Las Ventas, 11 de mayo. 3ª de Feria. Más de tres cuartos de entrada (21.698, según la empresa).