La inflación al productor en Estados Unidos sorprendió a la baja en agosto, con un retroceso mensual del 0,1% frente al incremento del 0,3% previsto. El ajuste respondió a una caída en los márgenes de los servicios y a una demanda interna debilitada, lo que refuerza la expectativa de un recorte de tipos por parte de la Reserva Federal en su reunión de la próxima semana. Los mercados ya descuentan una reducción de 25 puntos básicos, en un contexto en el que la revisión a la baja de las cifras de empleo y la desaceleración del mercado laboral apuntan a un menor dinamismo económico. Aunque los aranceles aplicados por la administración han encarecido determinados bienes, las empresas han absorbido parte del impacto, conteniendo las presiones inflacionistas y facilitando una mayor flexibilidad en la política monetaria.
En paralelo, la presidencia estadounidense ha solicitado a la Unión Europea la imposición de aranceles de hasta el 100% sobre China e India, con el objetivo de recortar los ingresos energéticos de Rusia, que sigue apoyándose en los grandes mercados asiáticos para sostener su economía en guerra. La medida supondría un giro en la estrategia europea, hasta ahora centrada en sanciones financieras, y abre un nuevo frente en el comercio internacional, con riesgos para las cadenas de suministro y la estabilidad de los precios globales. El escenario se complica además por la creciente tensión geopolítica, tras la decisión de un miembro de la OTAN de derribar drones rusos en su espacio aéreo, un hecho sin precedentes desde el inicio del conflicto en Ucrania que refuerza la búsqueda de refugio en los mercados financieros.
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