Ya se sabe: llegan las figuras, y sus mandones apoderados -ahí es nada, Matilla de Manzanares, y Simón Casas, también coempresario de Albacete, de Talavante- y desaparece el toro, o casi. Por primera vez en lo que va de abono, ya la mitad, hubo problemas en el reconocimiento y apartado de la mañana, por lo que sólo se aprobaron cuatro de la divisa anunciada de Victoriano del Río, remendándose la corrida con dos de las del Puerto. Y por la tarde, ninguno tuvo casta ni fuerzas ni ‘na’ de ‘na’. Como los coletudos de los apoderados punteros, que vinieron de oficio a matar la corrida y cobrar. Se salvó de la quema Juan Ortega, que sin alcanzar una faena cumbre, obtuvo una oreja de verdad, y no como la que desde el palco se regaló -y van…- al alicantino.
No sólo se llevó un apéndice con toda justicia -y justeza- sino que el sevillano tuvo otra disposición y otra entrega diferente a la apática y funcionarial de sus compañeros. Así con el anovillado que hizo tercero, se lució en un quite por bellas verónicas de la casa, e inició la labor muleteril con inspiración en una serie de redondos que remató, de hinojos, con el de pecho, antes de un par de tandas más.
Y aunque no se acopló igual por la izquierda, también se lució con algunos naturales sueltos, y sobre la arena había inspiración y sentimiento, aunque faltó un punto de ligazón. Nada pudo hacer Ortega con el último, abantote y rebrincado que iba con la carota por las nubes y con el que su matador se justificó de sobra. La elegancia de Ortega era de verdad de verdad de la buena, a diferencia de la de Manzanares con el primero -grandón y feote-, a base de pico y cites fuera de cacho.
Pero caló en un sector de espectadores que luego, en menor número que el resto, pidió una oreja que la presidenta Genoveva Armero, una vez más demostrando que no sabe contar pañuelos, le regaló suscitando protestas. El otro, con cara y cuerpo de novillo, ni embestía ni topaba, aunque el alicantino siguió con sus precauciones, lo que motivó el grito de un espectador: “No te vas a manchar el traje, no”. Pues, eso.
Claro que peor fue lo de Talavante, primero ante el más descastado del encierro con el que cortó pronto -y se agradece, al menos que no se pusiera pesado-. Algo más intentó el extremeño en el de La Ventana, con el que se dobló por bajo sin demasiada convicción y aguantó unos cuantos muletazos más sin ton ni son antes de ir a por el estoque, lo que también se le agradeció.
FICHA
Cuatro toros de VICTORIANO DEL RÍO, desiguales de presentación, con 3º y 4º chicos; nobles, descastados y flojos. 5º de LA VENTANA DEL PUERTO, mal presentado, que no dio juego, también blando; 6º de PUERTO DE SAN LORENZO, justo de trapío, abanto. MANZANARES: oreja con protestas; silencio. ALEJANDRO TALAVANTE: pitos; silencio con algunos pitos. JUAN ORTEGA: oreja; palmas. Plaza de Albacete, 12 de septiembre, 5ª de Feria. Casi lleno.