25 años de aquel verano en la playa de Los Planetas

'Una semana en el motor de un autobús' no es solo el mejor disco de Los Planetas, sino el mejor disco de la música pop de los años 90 en España. Es también el disco de una banda que parecía más cercana a su desaparición que a entregar su gran obra maestra. Es, sobre todo, un disco generacional, por parte de la gran banda generacional del movimiento indie en España, la misma que ya había sacado, irónicamente, una canción titulada 'Himno Generacional nº 83' en su anterior disco, 'Pop'.

La cosa es que en abril de 1998 Los Planetas parecía un grupo agotado, del que ya no quedaban más que dos de sus miembros originales, J y Florent, y que no había respondido a las expectativas comerciales depositadas en ellos. Y es que desde que apareció 'Super 8' y 'Qué puedo hacer' todo el mundo estaba convencido de que esta era la banda que iba a convertir el indie en territorio Los 40 principales, habían fichado por RCA y eran la banda favorita de Radio 3 y Rockdeluxe, pero 'Pop', el disco destinado a romper esas barreras no lo logró, a pesar de contar no con 83, pero sí con un par de nuevos himnos generacionales, principalmente la maravillosa 'David y Claudia'.

El caso es que, al final, las barreras cayeron pero fue Dover y 'Devil Came To Me' quien se llevó el premio, editado justo un año antes que este disco con el que Los Planetas se reinventaron, no tanto por perder su esencia sino porque nunca habían sonado mejor ni entregado un disco tan dynamico y con una línea argumental, una dolorosa separación. Ya no había colección de sencillos sino el 'Disco generacional nº1'.

Mucha culpa de ello la tuvo la incorporación del batería Erik Jiménez de Lagartija Nick que les dio el mordiente que necesitaban, que venía de grabar el monumental 'Omega' junto a Morente. El grupo más representativo del indie patrio entregaba con su tercer disco la crónica generacional de una parte de la juventud española, un disco en el que Los Planetas lograron lo que muy pocos grupos de por aquí han conseguido, tener una identidad propia, sonar a sí mismos. '

'Una semana en el motor de un autobús' era un disco conceptual sobre una persona aturdida después de una ruptura sentimental, con sus depresiones y sus momentos de euforia, 7 días (y no sabemos cuántas noches) intentando reconstruirse del rechazo. J se imponía a sus evidente limitaciones, logrando convencer con su escasa voz, las nuevas incorporaciones, Erik y Banin, daban al grupo más consistencia y pegada, y Florent seguía creando esos mantos ruidosos con su guitarra. 'Segundo Premio', 'La Playa' o 'Cumpleaños Total' pasaban a engrosar la amplia lista de himnos generacionales y sencillos fabulosos de los de Granada, pero esta vez, el resto de canciones del listado estaba a la altura con joyas escondidas como la hermosa 'Línea 1', su momento Nick Drake, la devastadora 'Toxicosmos' o las intensas 'Desaparecer', 'Ciencia Ficción' o 'La Copa de Europa'.

Además líricamente es su mejor disco, centrándose en uno de los fuertes de J, hablar desde el rencor y el sufrimiento, quizás dejando la mejor frase post ruptura del pop español: "Y si esto te hace daño, si te puedo hacer sufrir, ha servido para algo, al menos para mí". Era el retrato de una juventud que se veía reflejada allí. Yo mismo tengo relacionado el disco con ese verano de 1998 en el que mi mejor amigo me lo trajo, en cinta de cassette, como regalo de cumpleaños. Y fue un verano inolvidable y un cumpleaños total, y puede que no hubiera cuatro millones de rayas, aunque alguna habría, pero fueron noches que terminaban invariablemente después del canto del gallo, en una neblina toxicósmica.

Y eso es lo bueno de este disco, que hace que el oyente se sienta identificado, lo sienta como suyo. Un disco sobre ser joven, casi adolescente, pero que no ha envejecido nada mal. Una crónica certera sobre esos años antes de que te pares delante del espejo y decidas ordenar, por fin, tu vida.