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Gran interpretación de la joven actriz albaceteña

María Porcel se disfraza de 'La mujer judía', un exigente texto 'brechtiano'

María Porcel se disfraza de 'La mujer judía', un exigente texto 'brechtiano'

jueves 21 de junio de 2012, 11:49h
Más difícil todavía. Toda una prueba, superada por los aplausos que la joven actriz albaceteña María Porcel cosecha en todas sus representaciones de 'La mujer judía', una de las grandes y más complejas obras del genial Bertolt  Brecht. Una tragedia que ha vuelto a los escenarios madrileños, donde hacía décadas que no se representaba, para servir de plataforma a la artista, que además es la autora de la versión y dirección, y que con sus interpretaciones está siendo la auténtica revelación de complejo panorama teatral de la capital de España.
Esta  'mujer judía' se representa en una de las salas más vanguardistas y con mayor proyección de las muchísimas existentes en la indudable capital española de la cultura que es Madrid, el Teatro Nudo, que la ha programado todos los sábados. Un reto, dadas las dificultades dramáticas de esta obra, que el genial escritor alemán escribió hace más de tres cuartos de siglo, y que María Porcel supera porque es el tipo de teatro que más le gusta: "De hecho, 'La mujer judía', es lo que más se acerca y se parece al teatro de mis sueños". Unos sueños que le vienen desde pequeña en su vocación de actriz y en la que pese a su juventud, tan sólo 25 años, ya acumula una importante hoja de servicios al arte dramático.

Incluso desde antes de que acabara la licenciatura en la Escuela de Arte Dramático, de Murcia, hace tres años. Porque en 2006 ya debutó  con otro de los textos claves del siglo XX, 'Todos eran mis hijos', del mítico escritor norteamericano Arthur Miller, en el que bajo la dirección de Juan Carlos de Ibarra daba vida al personaje de Ana. Al que siguió poco después su interpretación de Elena en otro de los grandes títulos del drama, 'Mirando hacia atrás con ira' del británico John James Osborne, y también dirigida por Juan Carlos de Ibarra.

Desde entonces han sido multitud las participaciones de María Porcel -cuyo nombre real es el de María Morote Pérez- hasta finales de 2010, cuando se enfrentó, formando parte de la prestigiosa compañía 'Ubú Teatro', a otro gran reto, el de dar vida a Lyuba en 'El jardín de los cerezos' del ruso Anton Chéjov, en este caso dirigida por Paco Redondo. Meses después hubo un parón en su carrera, al menos en cuanto a su subida a los escenarios, porque quería completar su formación con otras disciplinas.

Así, en este tiempo aprovechó para concluir sus estudios de Danza Contemporánea y Danza Clásica, en una de las escuelas de mayor nivel, la de Elena Navarrete. Que ahora mismo está completando -compartiendo su tiempo con las representaciones de 'La mujer judía'- con otra de Danza Contemporánea en el Centro de Danza Karen Taft, considerado uno de los mejores del mundo, y donde se formó otra albaceteña capaz de tocar todos los palos teatrales como la representación, el canto y el baile, la veterana Milagros Ponti.

El personaje manda

Incluso en principio, cuando le surgió la oportunidad de programar esta obra brechtiana a María le asaltaron ciertas dudas por ese parón obligado de cerca de 12 meses. Dudas que enseguida se despejaron, como afirma: "Así es, pensaba que tras casi un año sin actuar, me iba a costar más, pero parece que el cuerpo lo echa tanto de menos que está preparado para sacar lo bueno que tienes en cualquier momento". Hasta el punto de que añadía que "cuando estás ahí, en el espacio, ocurre algo que podría llamarse improvisar, pero va más allá; y es que te llega y te metes tanto en tu papel, que a veces estás haciendo cosas que ni tenías pensadas".

Por ello, es consciente y así lo relataba a Diariocrítico, que, una vez metida en el personaje, más en este caso con la complejidad y los problemas de la mujer judía," es él quien lo hace; es Judith la que decide, manda, y sabe cómo eran las cosas en el espacio y tiempo en el que se desarrolla la obra, así que solo te queda confiar en ese momento y dejarte llevar". De modo que a María no le importa reconocer que en definitiva ella se transmuta de tal forma que es 99 % el personaje y le queda un mínimo 1% del actor "que, eso sí, por supuesto, tiene que estar controlando que todo funcione".

Y aún más tratándose de una sala tan especial, con la dificultad añadida de la máxima cercanía de los espectadores en este teatro, algo que muchos colegas rechazan por no sentirse seguros. Algo que ha hecho que las críticas mediáticas y los comentarios de la gente que va a verla -incluyendo precisamente a varios compañeros de profesión, sean muy positivos. Y María remata, al respecto: "así, a través de un argumento, de belleza, de muchas disciplinas artísticas llegar al espectador" Por eso, por ser un teatro pequeño,  "en el que casi puedes tocar al artista o hacer parte del espectáculo al que te está viendo... y eso es un poco lo que sucede en 'La mujer judía".

 
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