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La columna de Gema Lendoiro: 'Del ateísmo, los portales de Belén y otros demonios'

La columna de Gema Lendoiro: 'Del ateísmo, los portales de Belén y otros demonios'

miércoles 12 de diciembre de 2012, 11:21h

Cuando todavía no nos habíamos repuesto de lo altamente perjudicial que puede ser para la salud tener un crucifijo delante, ahora que se acerca la Navidad (¿O debería decir fiestas señaladas?) nos quieren quitar el Belén. Tanto se está agilipollando el tema que terminaremos celebrando las fiestas en privado y sin que nadie se entere no vaya a ser que el vecino sea un ateo confeso y se sienta ofendido.

Nos queda mucho camino por recorrer. Cuarenta años bajo palio parece que necesitan otros 40 de revancha y quizás después cuando los dos bandos cansinamente latentes agiten el : "y tú más", entonces seremos libres todos de vivir en paz y armonía con sus creencias; uno sobre una carroza el día del orgullo gay, el otro acudiendo a misa diaria, y en el medio, los que somos mayoría.

Pero mientras eso no sucede tenemos que aguantar mamarrachadas tipo las que ayer se leían en las redes sociales porque Posada felicitó la Navidad con la imagen de un Belén. Criticar esto no sólo es ganas de rizar el rizo sino tener un profundo desconocimiento de la historia. ¿Cómo pretenden felicitar la Navidad entonces? ¿Con un trineo, hortera? ¿O prefiere unas brasileñas en tanga? ¿Hasta dónde va a llegar la inquina? ¿Qué será lo próximo? ¿Prohibir la cabalgata de los Reyes Magos? No, eso no sucederá porque generalmente los muy convencidos ateos son los primeros en comprar hasta el límite de la tarjeta de crédito regalos para los churumbeles y lo de Los Reyes Magos les afecta menos aunque por si las moscas tiran más hacia Papá Nöel que es menos "católico"

Si la gente fuese verdaderamente coherente todos aquellos que se declaran ateos huirían de celebraciones religiosas como la Navidad o la Semana Santa y eso incluiría acudir a sus puestos de trabajo en fechas señaladas. Hemos llegado a tales extremos en la intolerancia que aquí sí que pagamos justos por pecadores. Servidora es creyente y no se siente responsable ni la de la Inquisición, ni de la pederastia de algunos curas.

Se defienden todos y cada uno de los derechos de la minorías más pequeñas en número para conseguir la excelencia en lo políticamente correcto pero se castiga con la peor de las desidias al sentimiento cristiano. Los Belenes, además de ser un símbolo cristiano, también forma parte del arte, de la historia, como todo lo que es religioso. Saberse las interpretaciones iconográficas de la Inmaculada Concepción no está reñido con tragarse la Virginidad de María. Se llama cultura, nuestra cultura y está íntimamente ligada con nuestra historia, filosofía, arte, literatura, arquitectura. ¿Se quieren cargar todo eso en busca de la excelencia del ateísmo? Pues van por mal camino. Se puede ser ateo y conocer la Biblia. Conocer, no creer en ella.

Recuerdo un viaje que hice el año pasado a Jerusalem. Sólo por el hecho de haber escuchado hasta la saciedad pasajes y pasajes de la Biblia, todo me fue cercano: Belén, Nazaret, Canaá, el Lago Tiberíades, el Mar Muerto, el castillo de Herodes en Masada, Getsemaní, el Río Jordán...Todas esas cosas que una escucha de pequeña y que van formando parte de la cultura de cada uno, ¿qué hacemos con ellas? ¿las eliminamos de un plumazo?, ¿borramos nuestras raíces? ¿entonces que nos quedará? Cada uno es muy libre de creer en lo que desee pero para creer o no creer primero habrá que conocer. Y por cierto, España no es un estado laico, sino aconfesional. Estos matices conviene recordarlos de vez en cuando.

Ya llegará el choque de trenes. Y será brutal.

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