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Entrevista con María Hervás, protagonista de 'Confesiones a Alá'

Entrevista con María Hervás, protagonista de 'Confesiones a Alá'

viernes 27 de febrero de 2015, 18:40h

El teatro está en auge en España, es cierto. Aún más el teatro  alternativo, o teatro off, como ha dado en llamarse en este país con complejo de inferioridad en el que si no añades una etiqueta en inglés, te identificas instantáneamente como un animal en vías de extinción o, directamente, como un fósil del Pleistoceno. De una u otra forma, esa es la única vía de salida para quien prefiere  actuar  ante un público a toda costa antes que quedarse en la cama, en la  intentona o acudir al psiquiatra. Ese es el caso de María Hervás, una  joven actriz madrileña -27 años- que ha llegado a ser nominada para el premio Valle Inclán en 2014 -finalmente otorgado a Carlos Hipólito-,  por su actuación en 'Confesiones a Alá', adaptación teatral de la novela de Saphia Azzeddine. En ella, lo hemos dicho ya, María se muestra como una "enorme y conmovedora Jbara" en los ciento veinte minutos de monólogo que dura su actuación

(http://www.diariocritico.com/ocio/teatro/teatro-lara/critica-de-teatro/critica-teatral/471204).

Hervás ha cursado estudios Superiores en Arte Dramático con Cristina Rota, y ha estudiado también ballet clásico y danza contemporánea. Debutó en la serie de televisión Los Serrano, y más adelante ha continuado en el medio en La Tira y La pecera de Eva. Pero en su vida como actriz le importa esencialmente el teatro, y habrá siempre un antes y un después de su paso por 'Confesiones a Alá' (https://vimeo.com/search?q=confesiones+a+ala). Si no ha oído  todavía hablar de María Hervás, permanezca  atento y acuda a verla. No se arrepentirá, se lo aseguro...

JMV.- 'Confesiones a Alá' te ha dado muchas alegrías como actriz, bastante trabajo, pero poco dinero, ¿estoy o no en un error?

MH.- No lo habría dicho yo mejor. Es cierto. Detrás de la obra hay muchísimo trabajo. Un arduo trabajo de investigación, de reproducción de consecución del acento, de expresión corporal, que va cambiando a medida que discurre la obra y, sobre todo, también un análisis profundo de texto que tuve que hacer porque no había visto antes ese montaje, ya que solo se habían hecho representaciones en París y no tuve acceso a él, con lo cual tuve que partir únicamente de unos folios llenos de palabras... No es lo mismo  representar a la Julieta de Shakespeare, de las que todos hemos visto  muchos montajes y siempre puedes tener alguna referencia como modelo, para ver las decisiones que toma la actriz para llevar a cabo esta u otra escena, pero en 'Confesiones...' tuve que partir del texto. Fue como ponerse delante de un abismo y decidir desde cero como  enfrentarse a él.

¿Te ha visto ya en escena la autora, Saphia Azzeddine?

 

No, no... Saphia no me ha visto aún...

Ha sido tu primer trabajo reconocido públicamente...

Llevo haciendo teatro alternativo hace ya muchos años, prácticamente desde que salí de la Escuela. En el circuito alternativo de Madrid se hacen cosas muy interesantes; en él he podido desarrollarme como actriz y, además, con bastante libertad y, aunque  muchas veces me he preguntado si alguna vez podría salir de él,  ahora le estoy muy agradecida y no quiero irme porque me ha permitido desarrollarme de manera autónoma... Y sí, 'Confesiones a Alá' ha sido la obra que más repercusión me ha dado ante el público  y por la que he sido más alabada.

¿En qué medio (teatro, cine, TV) y en qué género(drama, comedia, etc.) te sientes más cómoda?

Me siento bien en cualquier medio. Cine he hecho muy poco, solamente un largo, por lo que aún no puedo hablar mucho de él con  cierto conocimiento... pero, sin duda, hoy por hoy, diría que en el teatro. La comunión que se da aquí con el público es algo único: una recepción y una comunicación inmediatas, que te permiten retroalimentarte al instante...

¿Te importa mucho el público? Más aún, ¿puede haber arte sin público?  

Creo que  no. Hay creación sin público, pero no puede haber arte sin público. El arte necesita de la mirada externa. Si el artista es capaz de desdoblarse y convertirse en espectador de su propia obra, de transformarse en parte de su propio público, entonces tal vez, pero  eso sería entrar ya en un problema filosófico (Sonrisas...).

Para hablar de filosofía hay que leer mucho, ¿tú lo haces?

Leo lo que puedo en el poco tiempo que me queda con la gran cantidad de cosas que hago a diario pero, claro, intento leer porque  me gusta. Ahora, por ejemplo, sobre mi mesita tengo un libro de  Mijaíl Chéjov (un sobrino de Antón Chéjov, el dramaturgo ruso) sobre técnicas actorales, un asunto en el que, obviamente, estoy muy implicada; una novela que me regaló una amiga hace muy poco, 'Intemperie'; un libro de relatos cortos de Benedetti, y un libro de poemas de Ángel González, que es un escritor que nunca falta en mi mesilla porque sus poemas son para mí bastante esclarecedores...

¿Dijiste eso de 'mamá, quiero ser artista', ya desde pequeñita  o la cosa surgió más adelante?

 

Desde muy pequeña. Me disfrazaba constantemente. Si cogía por banda la ropa de mi madre o de sus amigas, me la ponía, me maquillaba yo sola, les hacía espectáculos, bailaba en el salón de casa... Tenía una gran  necesidad de expresarme. Recuerdo que, sin levantar dos cuartas del suelo, ya le decía a mi madre que me llevase a ese sitio donde se hacen las películas...

...Y unos cuantos años después, ¿tienes una idea cabal de las grandezas y las miserias del mundo que has elegido?

Creo que sí. Llevo en él desde que tenía 17 años. No creo que mi carrera haya sido especialmente sencilla aunque  sé también que las hay más complicadas, he pasado ya por muchas  fases y alguna de ellas ha sido muy dura.

¿Te has hecho algún planteamiento de hasta dónde te gustaría llegar?

Antes sí me planteaba más objetivos o quizás era más soñadora, en una fase más adolescente, aunque no dejaban de ser unos planteamientos bastante básicos. En el fondo, los mismos que puede  tener cualquier actriz -muchas veces porque te los meten desde fuera, más que porque tú los desees-  y, sí, por supuesto, que he soñado con hacer cine en Hollywood o con ganar grandes premios. Hoy en día no sueño con nada de esto. Eso no tiene ahora nada que ver ni con mis deseos, ni con la actriz que quiero llegar a ser. Hoy mi sueño es llegar a hacer el máximo número de personajes posibles y, si pudiera escoger, trabajar con los mejores directores de teatro europeos  y americanos.

Hablas inglés, ¡claro!

Sí, hablo bastante.

Lo mismo no te hace falta. Escuchándote en 'Confesiones...'  cualquiera diría que hablas árabe...

 

No, no hablo árabe (Ríe...). Recurrí a varias personas marroquíes que  me ayudaron durante mucho tiempo para adquirir el acento justo en las frases que digo a lo largo de la obra. Además, soy muy perfeccionista y les estuve dando la lata (Más sonrisas...) de una manera persistente durante mucho tiempo. Ellas se prestaron encantadas y, además, de forma absolutamente desinteresada, altruista.

Y el director, ¿qué papel te parece que tiene en conseguir que  un actor o una actriz saque lo mejor de sí mismo en la puesta en escena de una obra? Y, en concreto, ¿en qué grado  intervino Arturo Turón en 'Confesiones a Alá?

Arturo creo que no se ofendería si dijera que, en este montaje, el  porcentaje de lo que él tiene que ver en lo que yo hago es poco. Pero, por otro lado, es mucho porque él tuvo la iniciativa de escoger este texto, de adaptarlo y de decidir llevar a cabo este proyecto, para lo cual tuvo que hacer un casting y seleccionarme a mí como actriz, con lo cual su papel es primordial, por lo menos de un noventa por ciento... Pero en lo que se refiere a la dirección actoral, me dio casi el  cien por cien de libertad, y el resultado final partió casi en su totalidad de decisiones personales mías y de lo que fue surgiendo en el proceso creativo respecto a mis impulsos más orgánicos y más  naturales, los cuales Arturo encorsetaba en muy poca medida, con apenas unas cuantas pautas que me dio desde el primer momento y que tenían que ver con la evolución del personaje y con su manera de estar físicamente (cuando eres la mujer del imán tienes que tener una  actitud más recta, cuando eres pastora esta otra, etc.). Solo   me dio unos cuantos trazos y, tal vez, su grandeza reside en haberme sabido dar esa libertad. No todos los directores lo saben hacer... Y respecto a la primera parte de tu pregunta, el papel del  director, en general, creo que es fundamental, es quien imprime la ideología al texto. Aunque ya venga predeterminada en él, el director tiene que dar su punto de vista, posicionarse y dar una visión al público del tema que sea.

En el mundo árabe se estudia mucho la astrología, la incidencia de la suerte, del destino en nuestra vida. Tú estuviste a punto de no acudir al casting de 'Confesiones...' y, sin embargo, ya ves el vuelco que ha dado tu carrera de actriz  por haber acabado obteniendo el papel de Jbara...

 

Sí, estoy de acuerdo. La suerte influye, pero en esta vida no hay nada más poderoso que el deseo. La voluntad es verdad que mueve montañas pero, para mí, hay algo anterior a la voluntad, que es el deseo. Al final yo quise llevar adelante ese texto, pese a todas las dificultades y todos los conflictos que, a priori, se me presentaban con él, pero hubo algo muy fuerte en mí que me impulsó  verdaderamente a hacerlo y eso creo que está en la base de todo.  No sé muy bien si yo encontré el texto y a Arturo, o fue Arturo y el  texto quienes me encontraron a mí... Eso es algo que nunca sabremos.

¿Qué sensaciones percibes cuando sientes que eres capaz de atar al público a su butaca, de emocionarlo, de hacerle llorar...? , ¿cómo metabolizas esas sensaciones que sabes que transmites?

Creo que el trabajo del actor es justamente ese: ceñirse a un texto   y transmitirlo con la mayor fuerza y verdad posibles. En el tránsito  de su realización o materialización en escena, suceden muchas cosas, el actor pasa por muchos estados de ánimo, puede enfadarse o estar feliz, excitado u otros muchos estados de ánimo, pero tienes que seguir con tu oficio. A veces veo en muchos compañeros una tendencia a sobredimensionar nuestro trabajo, de otorgarle un status  que  me parece que no es el que le corresponde; es cierto que el artista es un ser valiente, que hace un trabajo difícil, el de poner a disposición del público tus sentimientos y tu persona, que es lo único que tenemos, pero creo al mismo tiempo que esta actividad multidisciplinar de poder hacer varias cosas, como realizar un texto  y, a la vez, dejarte sentir, es lo más básico del trabajo del actor. Si no sabes hacer eso, si no estás entrenado para hacerlo, métete en una sala de ensayo y trabaja porque entonces no eres actor. Tienes que estar entrenado en cogerle la mano a alguien y que, te provoque lo que te provoque (cariño, ternura, rabia, rechazo...), puedas seguir  inmediatamente con tu trabajo y contando la historia porque, en definitiva, es eso lo que importa, la necesidad de contar la historia.

¿Cuando alguien como Luis María Anson dice de ti que eres 'el alma del teatro madrileño' o  quien te está preguntando que  ha dicho también que 'puede llegar a hacer historia en el mundo de la interpretación', ¿qué piensa una chica de 27 años'?

 

No lo sé (Ríe algo nerviosa). Ahora mismo mucha emoción. Me podría poner a llorar en este momento... Pero he llegado al convencimiento de que mi organismo, el de María, funciona de una manera muy curiosa, porque mi cabeza prácticamente anula lo mismo las críticas buenas que las malas (que también las ha habido), las olvida. Y no creo que sea ni por humildad, ni por ser una chica con los pies en la tierra..., no creo que tenga que ver con ninguna virtud mía, sino con una especie de  inteligencia emocional artística; creo que he llegado a la conclusión, sin que nadie me lo cuente, de que eso no me hace  mejor artista, sino todo lo contrario, me pone en una zona de peligro de perder ciertas cosas en mí y que si escucho demasiado esas palabras corren el riesgo verdadero de perderse... Hablemos de frescura, espontaneidad, etc., cosas que tienen que ver con mi yo más ciudadano, más cotidiano, que sé que si entro en esa nube rara  en la que a veces nos gusta  engolarnos a los artistas, no me va a ayudar nada. Entonces, leo esas críticas, me dejo emocionar porque  eso es muy valioso, pero las olvido rápidamente. Y si son negativas, exactamente lo mismo. Nunca me he fustigado  con ellas. De hecho, cuando en funciones en las que coincido con otros compañeros actores, que tienden al autocastigo, a cuestionarse -cuando terminan una función- que no han estado bien, y lloran y sufren, siempre me ha tocado desempeñar el papel de la compañera que entusiasma al resto del grupo. Siempre  digo a mis compañeros, y a mí misma, que un zapatero hay días que hace mejor los zapatos  que otros, y lo nuestro es también un oficio y no podemos autoexigirnos estar siempre perfectos.

Hay en esto una cierta contradicción con lo que me dijiste antes del arte y el público. Decías que no hay arte sin público. El crítico no es más que un cierto tipo de espectador, con la única particularidad de que está obligado a expresar   públicamente lo que piensa o qué le ha transmitido un montaje, un actor, etc., pero no deja de ser un espectador más, ¿no crees?

Sí, entendido  así, es cierto. Pero también es cierto que la palabra del crítico tiene un cierto valor mayor que la del público convencional, porque se entiende que tiene una preparación especial con respecto al resto de espectadores que le faculta para juzgar tu trabajo desde una base fundamentada. Yo, sin embargo, no me fio de la opinión del noventa por ciento de los críticos... ¿Desde qué ámbito se juzga un hecho teatral? ¡Hay tantos puntos de vista sobre los que poder hacer una crítica sobre algo! Yo estoy permanentemente dudando sobre casi todo (salvo en unos cuantos valores firmes para poder seguir adelante), y vivo ahí, con la duda, casi de manera casi inconsciente, y hay algo en mí que tampoco quiere salir de ahí porque me parece un lugar interesante...

Hablas ahora de valores. ¿Cuáles son esos valores?

Si,soy una mujer de valores. Pero los evoluciono constantemente. Y hablo de valores tanto éticos como estéticos. Para mí son fundamentales la lealtad, la honestidad, el rigor y la belleza (más a nivel ético que estético). Hace muy poco he leído a Angélica        Liddell, en 'El sacrificio como acto poético',  y viene a decir  que "lo bueno es lo bello en movimiento". He pensado mucho sobre esa frase que, sin duda, la hago también mía.

En qué momento de tu vida crees que podrás llegar a decir  "he triunfado". Dicho de otra manera: ¿a qué das más valor, al éxito o a la fama?

Espero poder ser lo suficientemente honesta conmigo misma como para determinar el triunfo ya, en esta mesa, contigo delante. Me considero una persona triunfadora. No lo quiero poner fuera; me parece un engaño que tiene que ver mucho con el sistema de productividad enfermo en el que vivimos, que nos pone el triunfo  fuera, como algo lejano al que solo se llega produciendo, trabajando constante y arduamente. El triunfo tiene que estar más apegado a cualquiera de nosotros. Para mí, estar viva, tener una familia, sentirme querida, poder dedicarme a lo que me gusta, pese a que, a veces, me da momentos terribles y trágicos, esto es el triunfo para mí... Y entre fama y éxito, siempre éxito, si lo entendemos como la buena resolución de una empresa que has emprendido.

¿Tienes a alguna actriz como modelo; te gustaría parecerte a alguien?

No soy mitómana, pero sí muy admiradora. Si tengo que dar algún nombre entre las actrices contemporáneas, podría dar el de Marion Cotillard, una actriz francesa que siempre expone mucho;  el de Gena Rowlands, que ha hecho trabajos muy  brillantes, con una gran implicación y rigor, con Cassavetes... ¡Es que son tantas! Aquí entra la María Hervás de la duda... Pero son muchas, y van desde compañeras  con las que trabajo todas las semanas en el teatro hasta las más admiradas, como podría ser Meryl Streep...

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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