La reapertura del gobierno estadounidense tras cuarenta y tres días de cierre elimina uno de los principales focos de tensión política, pero deja a la economía operando con una visibilidad muy limitada. La Casa Blanca confirmó que los datos de empleo e inflación de octubre probablemente no se publicarán, lo que obligará a la Reserva Federal a afrontar la reunión de diciembre con indicadores incompletos.
Las estimaciones privadas apuntan a un deterioro del mercado laboral, mientras la Oficina de Presupuesto del Congreso calcula que el cierre retrasó unos cincuenta mil millones de dólares en gasto y podría restar hasta un punto y medio al PIB del cuarto trimestre. En este entorno, los responsables de la Fed insisten en que el margen para nuevos recortes es reducido y que la prioridad es recuperar claridad antes de ajustar la política monetaria.
En el Reino Unido, las cifras del tercer trimestre reflejan un crecimiento de apenas un 0,1 %, afectado por la contracción de septiembre y por la fuerte caída en la producción de vehículos derivada del ciberataque a un fabricante de referencia. El dato refuerza la percepción de un ciclo de actividad débil y ha elevado hasta niveles cercanos al ochenta por ciento la probabilidad de que el Banco de Inglaterra recorte los tipos en diciembre. La depreciación de la libra y la proximidad del presupuesto del día 26 añaden presión a unas perspectivas que siguen determinadas por la fragilidad del sector manufacturero y por la falta de tracción del crecimiento.