Los tan legendarios como polifacéticos e inconmensurables 'mesteres' ya tienen libro sobre su más de medio siglo de existencia (entrevista en vídeo con dos de sus músicos)
Únicos y quizás, ¡ay!, absolutamente irrepetibles. Por su música, claro, por su increíble veteranía de más de medio siglo -y lo que les queda- pero también por sus investigaciones sobre el folklore, esas eternas canciones que llevan siglos estremeciendo fibras sensibles de la gente. Y que ellos han recogido, y salvado, en decenas de discos y miles de actuaciones con su fabuloso directo. Y ahora, un libro, 'El Mester de nuestra vida', se pasea por un integral "recorrido afectivo", como señala con precisión de cirujano el mayor experto en el grupo, Enrique del Barrio Arribas, coautor de la obra junto a Esther Maganto Arribas. El libro se presenta en Madrid el domingo 21, a las 12.30, en la Casa de Castilla-La Mancha (Calle de la Paz, 4, frente al Teatro Albéniz y al lado de la Puerta del Sol).
Interesantísimo e imprescindible libro con fotos del grupo y del extraordinario Paco Manzano por la trayectoria vital y profesional de uno de los referentes de la música folk en España: el Nuevo Mester de Juglaría, grupo surgido en 1969. Como explica Del Barrio en el prólogo, "sobrepasadas las cinco décadas sobre los escenarios, es momento para la reflexión sobre el devenir de este largo oficio de juglares con que les sorprendió la vida, y que les ha prodigado no sólo una carrera discográfica impoluta, única y distintiva, también, un honesto y prolongado compromiso con nuestra tradición oral."
La obra, “eminentemente visual y llamativa, que no exhaustiva”, como así lo han decidido los mesteres, sobrevuela sobre su logro discográfico y sus confines emocionales, puesto que la historia de el Mester -como nos gusta llamarles cariñosamente a los segovianos, presume Del Barrio- ya no es solamente suya, sino también de todos quizás, arropada bajo la orla de haber convertido al grupo en un ídolo "al que sentimos todos a una como un pálpito en el alma que nos regala caricias en forma de versos".
En su brillante y emotivo prólogo, su autor añde que "convertido en un barco placentero donde acomodarse para avanzar por océanos sonoros surcando melodías constructoras de vida", el Nuevo Mester, de apellido Juglaría, no ha parado de crecer, de formarse, de implicarse y de disfrutar antes, durante y después de los escenarios.
Y concluye que "por ello nos embelesa, nos enamora, y nos encandila; nos enseña, nos recuerda y nos azuza las conciencias, porque de sus cantares y versiones surgen estribillos a modo de bandera ondulante sostenida al unísono por coros masivos que canturrean, cantan, bailan y corean en el atardecer veraniego de una plaza cualquiera, o en los anocheceres invernales, al abrigo de grandes y pequeños teatros".
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