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'El problema de los 3 cuerpos'
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'El problema de los 3 cuerpos' (Foto: Netflix)

El problema de los tres cuerpos, Netflix

martes 09 de abril de 2024, 11:48h

La trilogía literaria de Cixin Liu es tan apasionante como minuciosa en su aspecto científico. Dicen que los chinos no están contentos con la adaptación a Netflix y una legión de tiktokers, youtubers, instagramers y demás bobers han salido en tromba a hacernos cibersplaining sobre el asunto. Toda una patulea de creadores de contenido, sea esta majadería lo que sea, ha salido a explicarnos a los demás, simples mortales, cómo es que va la cosa que ellos no han entendido.

De entrada, atribuyen a China no sé qué cabreos y escándalos tan absurdos como ridículos sobre la serie. Investigando un poco en la prensa de EEUU y de China, cualquier simple mortal podrá descubrir que ni es China como ente orgánico ni son más allá de un puñado los chinos que se están quejando de algunas licencias narrativas de la serie de Netflix, cosas como que la imagen sangrienta que se da la Gran Revolución Cultural maoísta (1967-1976) es exagerada o que el policía chino Shi Qiang, por otro nombre Da Shi, aparezca como investigador británico y ex del Mi5 en vez del funcionario chino que es en la novela.

Lo primero, la Revolución Cultural sí fue una caza de brujas sangrienta, aunque, claro, no con la peripecia concreta que refleja la serie ya que lo que se ve en el primer episodio es casi idéntico a lo que se narra en la novela. Lo segundo, es meramente accesorio, aunque entiendo que a algunos chinos tubers -también en China hay tonters con smartphone- les dé rabia que los guionistas hayan convertido al poli en un chino británico y no en un chino chino de arroz tres delicias y gran muralla.

La primera temporada, que llevo esperando desde que leí la trilogía allá por el 2016, refleja muy bien la problemática del primer tomo y consigue que el espectador entre en el juego argumental sin mayor dificultad. Y, dada la temática y los conocimientos científicos derramados a lo largo de tres tomos y más de 1.700 páginas por Liu, los guionistas y el equipo de producción han hecho un gran y exitoso esfuerzo. Esperemos que no abandonen solo porque el nivel intelectual de los tubers occidentales sea bajísimo: recordemos que ni una golondrina hace verano ni un influencer influencia nada más allá de su propia turpitud.

Por supuesto, debe ser una serie para todos, los que hemos leído la trilogía y los que no, los que entendemos la mecánica cuántica y la relatividad general de Einstein y los que no. Y lo es: el equipo de la serie lo consigue con creces. Es una exquisitez y hay que decirlo alto y claro: a pesar de ser una serie con vocación de masas, no es una serie para todos.

Nada es para todos, claro. A mí me gustan dos o tres capítulos de Black Mirror y los demás los encuentro deleznables y a mi pareja, por ejemplo, le apasionan todos ellos. Ocurre lo mismo con las series de true crime, a muchos les encantan y a otros muchos les aburren. Incluso con el fútbol pasa. Esta primera temporada de la serie refleja el primer tomo de la trilogía y está muy bien adaptado, el problema es que hace sentir tontos a los tontos -jatetú qué cosas- porque aunque no es necesario entender la complejidad matemática de un sistema trisolar o el funcionamiento del electromagnetismo de nuestro sol, tener alguna noción ayuda.

No voy a destripar nada en esta columna, claro, pero si el lector es persona curiosa, medianamente informada y cursó con aprovechamiento la secundaria obligatoria, no tendrá ningún problema en seguir el hilo narrativo y en disfrutar de una de las obras cumbres de la buena literatura de ciencia ficción, no en vano Cixin Liu es considerado como el Lovecraft del siglo XXI. Si tienes la curiosidad que hay que tener, no te pierdas esta serie extraordinaria.

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