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Y en agosto, de parto

viernes 12 de agosto de 2022, 09:14h

De Francisco Silvela, político del Partido Conservador e ilustre académico madrileño, presidente del Consejo de Ministros durante el reinado de Alfonso XII y la regencia de María Cristina de Habsburgo, ministro de Gobernación, de Gracia y Justicia y de Marina, al tiempo que ilustre regeneracionista del 98, solo nos ha quedado una frase en el acervo popular: “Madrid en agosto, con dinero y sin familia, Baden Baden”, ciudad balneario de la Selva Negra alemana, a la que dicen acudía el emperador romano Caracalla, a la que otorgó fama, lustre y esplendor internacional la emperatriz Eugenia de Montijo y que fue la última morada de Antón Chéjov.

Más que probablemente, la sentencia fue un invento y humorada castiza, pero ahí ha quedado.

Aunque poco tenga que ver el Madrid del XIX de los rumorosos bulevares y el ensanche proyectado por Carlos María de Castro, con el actual transitado por centenares de miles de turistas del que en su centro histórico-artístico han sido expulsados la inmensa mayoría de los primitivos aborígenes, lo cierto es que en el Madrid ligeramente alejado del parque temático guiri, el tiempo de agosto es distinto a cualquier otro del año y en el mismo surge una fobia colectiva, que no es “ágora” ni “claustro” sino todo lo contrario, ante la evidencia inquietante de que casi todo está cerrado y como ausente. Así, los que se quedan no tardan en sentirse como aquel hombre de un solo brazo que llegada al desolado poblachón de Black Rock en Conspiración de silencio.

De alguna manera, agosto se convierte en un tiempo suspendido, lo cuál no debe entenderse necesariamente como algo negativo, sino, quizá al contrario, según lo entiende el Instituto del Tiempo Suspendido en su visión del fenómeno, se resume en: “… maneras de vivir el tiempo que contestan la crononormatividad (…) basada en una concepción lineal, homogénea, neutra, cuantitativa, télica, y productivista del tiempo: esos ritmos extenuantes y maquinales que se venden como necesarios y naturales”. Desde este punto de vista, el tiempo suspendido sería una: “… reapropiación del tiempo expropiado, robado, perdido por todas las prácticas que reducen la cronodiversidad”.

Por no seguir liando más la cosa y dejando de vagabundear por las ramas, volvamos a la excepcionalidad del tiempo de agosto que, si bien puede ser un concepto aceptado en su generalidad, se compone de una infinidad de casuísticas, entre las que una bellísima canción de Joan Manuel Serrat, compuesta a principios de los años setenta, posa su mirada en las mujeres que en estos días agosteños se hallan entre los preámbulos y los epílogos del alumbramiento de un hijo.

La canción se llama De parto y, tras situar la acción inicial en la explosión de la primavera, empieza diciendo: “Se le hinchan los pies/ el cuarto mes/ le pesa en el vientre/ a esa muchacha en flor/ por la que anduvo el amor/ regalando simiente”. La gestación sigue su curso y va acercándose el momento: “Si la viese usted/ cantándose/ canciones de cuna/ como un cascabel/ que acunase un clavel/ en un rayo de luna./ Corre lagarto/ pon otra cama en el cuarto/ a empapelarlo de azul/ y en agosto de parto. / De parto”.

Gozando con la interpretación de este hermosísimo tema en el concierto para TVE que tuvo lugar en 1974, he vuelto a la lectura del delicioso librito-conferencia de Ernesto Fabre que lleva por título Esto no estaba en mi libro de ginecología, y que muy recientemente ha publicado Prensas de la Universidad de Zaragoza.

Anestesia epiduralEn uno de sus capítulos nos habla del origen de la anestesia epidural, que hoy se aplica a la gran mayoría de los partos, ya que se estima que un porcentaje inferior al 10% de las mujeres se enfrentan a un alumbramiento considerado como poco doloroso.

Fidel PagésNos explica Fabre que el descubrimiento de este método, sin duda uno de los más importantes en la medicina del siglo XX, debemos agradecérselo, sobre todo las mujeres, al médico y militar oscense Fidel Pagés Miravé. Formado en la Universidad de Zaragoza y posteriormente en el Hospital de Carabanchel de Madrid, su carrera se desarrolla a lo largo de las calamitosas guerras que durante dos decenios enfrentaron al ejército español con las cabilas rifeñas, en los secarrales norteños del actual Marruecos.

Fidel vive en directo la hecatombe del Barranco del Lobo, el 27 de julio de 1909, que se salda con una carnicería de centenar y medio de muertos, y medio millar de heridos, mayoritariamente de grave consideración.

Años después, el eminente médico militar es testigo del llamado “Desastre de Annual”, un conjunto de episodios bélicos que tienen lugar entre el 22 de julio y el 9 de agosto de 1921, y que ocasionan la muerte de alrededor de 11.500 miembros del ejército español (nueve mil españoles y dos mil quinientos rifeños leales al Gobierno encuadrados en unidades indígenas), más de la mitad ejecutados tras rendirse.

Tras su larga y dramática experiencia a pie de campo, unida a multitud de ensayos en laboratorio, el 15 de junio de 1921 publica un artículo titulado Anestesia Metamérica, en la Revista Española de Cirugía, donde, dice Ernesto Fabre: “… describe detalladamente el procedimiento para realizar una anestesia epidural lumbar, la misma que será utilizada en el parto. Lista lo que se necesita, como se hace, los problemas que pueden surgir y las soluciones. Dice todo lo que debe decir para que cualquier otro médico pueda aplicar el método y además aporta sus resultados en más de 40 intervenciones”.

Como quiera que la revista se publicaba solo en español, el artículo tiene un escasísimo eco en la comunidad médica mundial, lo que permite que el cirujano italiano Achille Mario Dogliotti se atribuya el invento en 1931, algo que inmediatamente es contestado en distintos foros y congresos médicos por el cirujano Alberto Gutiérrez, jefe del Servicio de Cirugía de Mujeres del Hospital Español de Buenos Aires, Argentina, quien demuestra que viene aplicando el método con éxito desde hace bastantes años. El propio Dogliotti no tarda en admitir su error o impostura y el mundo aclama unánimemente a Fidel Pagés Miravé, quien no podrá disfrutar de su fama internacional al haber fallecido años antes, en un accidente automovilístico ocurrido el 21 de septiembre de 1923, cuando sólo contaba 37 años.

No estaría de más que las mujeres que, frente a lo que reza en Génesis 3:16, parirán sin dolor este agosto, sus allegados y la sociedad entera le dedicara en estos días un emocionado recuerdo.

Miguel Ángel Almodóvar

Sociólogo y comunicador. Investigador en el CSIC y el CIEMAT. Autor de 21 libros de historia, nutrición y gastronomía. Profesor de sociología en el Grado de Criminología.

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