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Alejandro Peñaranda en un pase por bajo a su segundo toro.
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Alejandro Peñaranda en un pase por bajo a su segundo toro. (Foto: Alfredo Arévalo. Plaza1)

San Isidro: Peñaranda nos (se) libra de una borrachera de mantazos

miércoles 04 de junio de 2025, 23:03h
La tarde había embarrancado en una continua lluvia, más bien tormenta, de horrorosas suertes (léase desgracias) con percal y pañosa. A punto del harakiri colectivo (léase deseando que acabase el suplicio), y en esto llegó Alejandro (Peñaranda), con el último de la función y, al menos, apuntó algo de ortodoxia, no mucha, pero por aquello del tuerto en el país de los ciegos hasta llegó a interesar y hasta le valió para una vuelta al ruedo que ojalá le sirva de ago. Ese último animal, el único con trapío (aplaudido de salida), ‘Navajero’ de nombre (con razón, porque lucía dos impresionantes navajas albaceteñas, por cierto la tierra, y la Escuela, en la que este conquense se ha formado) no era diferente a su hermanos en catadura: muy mansos, blandos, ajenos de codicia pero con cierta fijeza y movilidad sin clase. Y el coletudo, que confirmaba doctorado, lo aprovechó a medias. Lo que no lograron Manuel Escribano y Joselito Adame, quienes emborracharon de trapazos a los de su lote.

Un pecado que ya había cometido el propio Peñaranda en el de la ceremonia. Sí, relajado; sí, tranquilo, mas excesivamente premioso e insulso. Pero luego llegaría su liberación, a la par que la del cotarro, ante 'Navajero', frente al que el conquense se entregó mucho más y aunque tardó en cogerle el aire, al menos se acercó al clasicismo, de inicio en unos bellos muletazos por bajo y después en intermitentes series con cierta ligazón en redondo que cerró con buenos pases de pecho barriendo el lomo de su enemigo.

El público salió de su sopor y a pesar de un espadazo desprendido, eso sí, tirándose a ley, alboreó pañuelos en cantidad insuficiente para la oreja que el palco, con buen criterio, no le concedió. Si esta labor, también justita justita pero de matrícula de honor comparada con el cero patatero del resto de la corrida, fue lo único salvable del espectáculo, es muy fácil imaginarse los desafueros de Escribano y Adame.

El sevillano, que nunca destacó por sus efluvios artísticos y necesita las corridas duras por su capacidad lidiadora, molió a desafueros ventajistas a sus dos enemigos -a su segundo lo esperó frente a chiqueros de hinojos en el tercio- con una vulgaridad que no le faltó tampoco con los rehiletes. Mientras que el hidrocálido, a años luz de otras buenas actuaciones en Madrid, no quiso quedarse atrás en su ventajismo o en hacer algo destacado que llevarse al recuerdo o que apuntar en las notas.

FICHA

Toros de LAGUNAJANDA: justos de presentación excepto el 6º, con trapío; todos nobles, flojos y descastados. MANUEL ESCRIBANO: silencio tras aviso; algunas palmas. JOSELITO ADAME: silencio; silencio tras aviso. ALEJANDRO PEÑARANDA, que confirmaba alternativa: silencio tras aviso; vuelta. Plaza de Las Ventas, 4 de junio. 23ª de Feria. Tres cuartos de entrada (17.783 espectadores según la empresa).

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