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Cartel de ‘Azul, y me dejo caer’
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Cartel de ‘Azul, y me dejo caer’

Crítica de la obra de teatro 'Azul, y me dejo caer': histeria colectiva

sábado 03 de febrero de 2024, 10:44h

La Brecha Teatro vuelve donde solía, es decir, a mostrar sobre el escenario su callado, sereno, apasionado e intenso trabajo de creación dramatúrgica. Lo hace en esta ocasión en el madrileño Umbral de Primavera a través de ‘Azul, y me dejo caer’, con texto y dirección de Carmen Soler, también protagonista de la pieza junto a sus compañeras Belén Chanes y Olga Goded.

En la historia que se cuenta una mujer joven, Andrea (Carmen Soler), inicia una mañana perfecta en la que todo apunta a que va a ser el comienzo de su nueva vida. En el horizonte próximo, apenas en media hora, tiene una entrevista de trabajo. Pero no de un trabajo cualquiera, sino el que ni siquiera se había atrevido a soñar. Pero “yo soy yo y mis circunstancias”, que dijo Ortega y Gasset, y no va a ser ni su falta de preparación, ni los nervios de la aspirante novata, ni esa sutil trampa de última hora del entrevistador el elemento que dé al traste con sus previsiones. No, nada de eso, todo es mucho más simple. O más complejo, según se mire…

Tras superar ese ritual diario del minucioso arreglo personal, Andrea sale de casa; dispuesta ya a tomar el ascensor y cargada de una pila de libros, de pronto no sabe si ha dado una o dos vueltas a la cerradura. Su Madre (Olga Goded) no puede entrar con la llave que le ha dejado si son dos las vueltas. Vuelve de nuevo a la puerta de entrada y, ya delante de ella, busca su llavero dentro del bolso, pero no lo encuentra. Trata de serenar el ánimo, probablemente se lo ha dejado dentro de casa, así es que no hay problema para que pueda acceder su Madre… Y los libros, ¿por qué me los llevo…? Vuelve a coger el ascensor y al salir el suelo está recién fregado (¡cuidado con las caídas...!). La Señora de la limpieza (Belén Chanes) le desea lo mejor y Andrea le devuelve el cumplido…

Ya en la calle, y con los minutos contados para llegar a tiempo, las hordas de padres y niños, a punto de entrar al cole, avanzan como una legión y dificultan el tránsito de la mujer. Luego vendrá el metro, las dificultades para volver a acceder a la máquina de venta de billetes, las incidencias en la línea que tiene que tomar, el amigo al que recurre para que le pille los libros que no acaba de llegar, las bocinas, la polución, el cabreo correspondiente, los sudores que caen por la espalda, la infructuosa intención de serenarse…

El día, ‘Azul, y me dejo caer’, no parece tomar el derrotero que auguraban las primeras neuras de primera hora de la mañana para Andrea (salir justamente antes de que el reloj del microondas avance de minuto). ¿Qué hacer a partir de aquí?: ¿resignación?, recurrir al grito?, ¿maldecir en arameo? Cualquier cosa, pero nada va a cambiar… Quizás por eso lo mejor es construir una performance como esta en la que dar rienda suelta a toda la rabia contenida que producen las pequeñas y grandes frustraciones cotidianas y que Belén Chanes (desternillante esa Chica de la muñeca vestida de azul…), Olga Goded (además de Madre, Diego, ese amigo de Andrea que sortea en moto el denso tráfico madrileño), y Carmen Soler hacen propias con todo su ser, con todo su cuerpo, con toda su energía. Brillantes las tres actrices, más que convencidas de que cuanto aportan a sus personajes es parte de ellas mismas.

Ayudan decisivamente a conformar el paisaje humano de la fábula en el escenario los artistas Silvia de Marta en la escenografía, Félix Gontán en el sonido e iluminación del montaje, Ana Llena e Irene Sánchez en el vestuario y Daniel Abreu en la asesoría de movimiento.

La aventura de estos personajes de ‘Azul, y me dejo caer’, es también la nuestra, la de todos los habitantes de cualquier metrópoli, voluntariamente prisioneros de docenas y docenas de neuras que acaban conformando una especie de histeria colectiva con la que acostumbramos a lidiar. La llamamos estrés y, en lugar de tratar de cambiar la forma de vida para combatirlo, lo hacemos con píldoras. Claro, que así nos va.

Una performance con inteligente mirada en donde el humor, el género, y todos los valores del mundo neocapitalista en el que estamos inmersos aparecen con descarnada nitidez. Y todo ello sin necesidad explícita de que cuanto sucede en escena responda al realismo extremo que denuncia la fábula. No hace falta, el espectador pone el resto. Y cuente lo que cuente aquí el crítico (minucioso, poético, descarnado…), siempre va a ser insuficiente para llevar al ánimo del lector la inmensa cantidad de sensaciones, de pensamientos y de emociones que las tres actrices son capaces de generar. Muy interesante.

‘Azul, y me dejo caer’

Elenco: Belén Chanes, Olga Goded y Carmen Soler

Autoría y dirección: Carmen Soler

Escenografía: Silvia de Marta

Sonido e iluminación: Félix Gontán

Vestuario: Ana Llena e Irene Sánchez

Asesoría de movimiento: Daniel Abreu

Diseño de cartel: José Gonçalo Pais

Ayudante de dirección: Lucía Laguna

Producción: La Brecha Teatro, en colaboración con Surca Teatro y Esto se hace.

El Umbral de Primavera, Madrid

Próximas funciones: jueves 8 y 15, más viernes 23 de febrero de 2024

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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