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Crítica de la obra de teatro 'El Golem': oscuros mapas de palabras
(Foto: Luz Soria)

Crítica de la obra de teatro 'El Golem': oscuros mapas de palabras

lunes 07 de marzo de 2022, 12:42h

Cuando aún no se han apagado en el Teatro Español de Madrid los ecos de Silencio, el dramaturgo y académico de la Lengua Juan Mayorga sube ahora al escenario del Teatro María Guerrero ‘El Golem’, bajo la dirección de Alfredo Sanzol. La propuesta podría considerarse una segunda parte de la primera, pero en un tono mucho más profundo, a veces oscuro y hasta críptico y tenebroso.

‘El Golem’ está interpretado por dos estupendas actrices, Vicky Luengo y Elena González, y junto a ellas Elías González, también muy ajustado a su personaje. La obra se desarrolla en un hospital cuyos pacientes se ven abocados a tener que abandonarlo debido al colapso del sistema de la sanidad pública. Como no se da abasto, el hospital se ve obligado a recurrir al triaje –término con el que, desgraciadamente, nos hemos familiarizado en los peores momentos de esta epidemia de covid-, y no queda más remedio que seleccionar, clasificar y atender a unos pacientes en detrimento de otros.

Felicia (Vicky Luengo), la mujer de Ismael (Elías González), podrá mantener a su marido en el hospital, solo si es capaz de aprender varias palabras diarias, según le propone una misteriosa mujer, trabajadora del centro hospitalario, Salinas (Elena González). La tarea no le parece fácil inicialmente a Felicia, pero no le queda otro camino que intentarlo para salvar la vida a su “hombre”. En ese proceso la mujer paulatinamente se va transformando por dentro y por fuera porque las nuevas palabras inciden directamente tanto en su cuerpo como en su ánimo, en su voluntad, en sus sueños, en sus preocupaciones…

Lo mismo que sucede en la leyenda judía con ‘El Golem’, esa estatua de barro a la que se da vida por medio de una fórmula mágica, en el hospital es Felicia quien acabará teniendo, a través de las palabras, la capacidad de sanar a su marido. La palabra ‘golem’ significa embrión, o algo que no está totalmente desarrollado, y a ella se alude tanto en la Biblia como en el Talmut, y –sobre todo a partir de la Edad Media-, acabó nombrando a un ser que proporcionaba una especial protección a los judíos.

Como concluye Sanzol en la presentación de su trabajo, Mayorga ha querido mostrar sobre el escenario que “somos lo que decimos, somos lo que leemos, somos lo que aprendemos”. Cierto, pero aun siguiendo con la máxima atención las propuestas de Salinas, las dudas y las argumentaciones de Felicia y el proceso de milagrosa recuperación de su marido por mor de las palabras atesoradas en la memoria de su mujer, resulta francamente difícil asimilar en unas dos horas de función tantas, tan profundas y escabrosas aseveraciones filosóficas de los personajes. El texto de Mayorga parece más apropiado para ser leído con extrema atención, despacio, parándose en esos retorcidos requiebros cabalísticos –en los que tanto se interesó Borges-, y con numerosas anotaciones al margen para poder intentar llegar al fondo último de lo que se acerca más a un tratado filosófico que a una propuesta dramática.

El montaje concluye con un monólogo de Felicia que es una reacción frontal contra estas nuevas formas de censura, de represión y hasta de coacción que se están instrumentando desde el poder hacia la ciudadanía y que tan claramente resultan enmarcadas en situaciones de graves crisis como las que hemos vivido estos dos últimos años con la pandemia, o estamos viviendo ahora con la caprichosa guerra iniciada por Putin contra Ucrania.

Todo en el montaje de Sanzol juega en favor de lo inquietante, lo misterioso, lo críptico. Desde la negra escenografía de Alejandro Andújar (varios paneles negros sobre ruedas que, en cada cambio de escena, mueven cuatro personas para configurar nuevos espacios), hasta la música inquietante y tenebrosa de Fernando Velázquez, o la luz de Pedro Yagüe, que transita también por esos mismos caminos, o el sonido de Sandra Vicente (tumultos callejeros, gritos, ladridos…), y el movimiento de los actores, obra de Amaya Galeote.

‘El Golem’

Texto: Juan Mayorga

Dirección: Alfredo Sanzol

Reparto: Elena González, Elías González y Vicky Luengo

Movimiento escenográfico: Andrés Bernal, Cecilia Galán, Leonora Lax y Kevin de la Rosa

Escenografía y vestuario: Alejandro Andújar

Iluminación: Pedro Yagüe

Música: Fernando Velázquez

Agradecimientos musicales: Cesáreo Muñoz (cello), Fátima Sayyad (voz) y Marc Blanes (mezcla)

Diseño de sonido: Sandra Vicente

Movimiento: Amaya Galeote

Ayudante de dirección: Beatriz Jaén

Ayudante de escenografía y vestuario: María Albadalejo

Ayudante de iluminación: Antonio Serrano

Fotografía: Luz Soria

Tráiler: Bárbara Sánchez Palomero

Diseño de cartel: Equipo SOPA

Realizaciones: May Servicios del Espectáculo y Mambo Decorados (Escenografía), Gerriets (Gasas de la escenografía).

Producción: Centro Dramático Nacional

Teatro María Guerrero, Madrid

Hasta el 17 de abril de 2022

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