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Pequeñas recomendaciones en la cocina que ayudan a ahorrar luz

Pequeñas recomendaciones en la cocina que ayudan a ahorrar luz
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Por Agencia
viernes 01 de septiembre de 2023, 10:40h

La cocina representa uno de los espacios más importantes y a la vez cuyos consumos son mayores en multitud de hogares. Entre la preparación de alimentos, la refrigeración, el lavado de platos y el calentamiento de agua, es una estancia en la que se concentra una alta demanda de energía eléctrica.

Contar con tarifas eléctricas que se ajusten a las necesidades de cada hogar, como es el caso de una tarifa a precio de la luz indexado es fundamental para gestionar el gasto. Sin embargo, además de esto, es importante tener en cuenta que con pequeños cambios y hábitos más conscientes, no solo se podrá notar la diferencia en la factura, sino también contribuir a un consumo más sostenible.

En este artículo, se explorarán algunas de estas sencillas modificaciones que se pueden implementar en cualquier cocina para optimizar el uso de la electricidad y contribuir al ahorro.

Cambios en la cocina para ahorrar luz

La cocina, una fuente de múltiples actividades que además de facilitar nuestra rutina diaria, también pueden generar un alto consumo energético. Si bien el diseño y la disposición son factores importantes, la forma en que se utilizan los electrodomésticos y los hábitos que se adoptan pueden tener un impacto significativo en la factura de la luz.

A continuación, se detalla una serie de estrategias específicas para hacer de la cocina un espacio más eficiente, reduciendo el gasto energético y, por ende, beneficiando tanto al bolsillo como al medio ambiente.

1. Ajustar la temperatura del frigorífico

Mantener una temperatura óptima en el frigorífico y el congelador no sólo garantiza la conservación adecuada de los alimentos, sino que también contribuye al ahorro energético. Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), se recomienda que el frigorífico funcione entre 4 y 6 grados, mientras que el congelador se mantenga alrededor de los -18º Centígrados. Reducir o incrementar la temperatura en un solo grado puede influir significativamente en el consumo eléctrico.

Además, adecuar la temperatura según la estación puede ser una estrategia acertada, siempre vigilando que los alimentos se conserven en perfecto estado.

2. Reducir el consumo fantasma

El consumo eléctrico no siempre es visible. Muchos electrodomésticos, incluso cuando no están en uso, siguen consumiendo energía. En la cocina, es común encontrar dispositivos en modo espera, como la pantalla del microondas o el LED de la cafetera. Una práctica recomendada es desconectar aquellos aparatos que no se utilizan con frecuencia o hacer uso de regletas con interruptores para cortar completamente su suministro.

3. Cambiar el modo de los electrodomésticos

Los avances tecnológicos han permitido que muchos electrodomésticos cuenten con modos de ahorro energético. Estos modos, a menudo denominados "Eco", optimizan el consumo del dispositivo. Por ejemplo, pueden reducir la temperatura del agua en un ciclo de lavado o minimizar la potencia de trabajo.

3. Apostar por el microondas

Mientras que el horno es un dispositivo indispensable en muchas recetas, para calentar o descongelar alimentos, el microondas puede llegar a ser una alternativa más eficiente. Su diseño permite calentar alimentos en menor tiempo, lo que se traduce en un menor consumo eléctrico. Sin embargo, es esencial conocer las limitaciones y ventajas de cada electrodoméstico para sacarles el máximo partido.

4. Usar el calor residual

La eficiencia no termina cuando apagas un electrodoméstico. En el caso de hornos o vitrocerámicas, el calor residual es una fuente de energía que puede ser aprovechada. Si apagas el horno o la vitrocerámica unos minutos antes de finalizar la cocción, el calor acumulado seguirá cocinando los alimentos. Es una forma inteligente de usar la energía y contribuir al ahorro en la factura eléctrica.

5. La importancia de la iluminación

La luz juega un papel trascendental en la cocina. No solo por una cuestión estética, sino también por su impacto en el consumo de energía. Las bombillas incandescentes tradicionales, a pesar de su familiaridad, consumen más energía y tienen una vida útil más corta en comparación con las bombillas LED. Según la OCU, estas consumen hasta 10 veces menos energía y pueden durar hasta 20 veces más que las incandescentes. Además, con el paso del tiempo, la inversión inicial en bombillas LED se compensa gracias al ahorro en la factura eléctrica.

Asimismo, aprovechar al máximo la luz natural en la cocina reduce la necesidad de encender luces durante el día. Esto se puede lograr con una disposición estratégica de ventanas o, si es posible, instalando claraboyas. Si se aprovecha de manera adecuada, la luz natural no solo disminuye el consumo energético, sino que también crea un ambiente más acogedor y saludable en la estancia.

6. Mantenimiento regular de electrodomésticos

La eficiencia energética no solo se trata de cómo se utilizan los electrodomésticos, sino también de cómo se mantienen. Un electrodoméstico que no recibe un mantenimiento adecuado tiende a trabajar con menos eficiencia, lo que a su vez incrementa el consumo eléctrico. Por ejemplo, el polvo y la suciedad acumulados en el frigorífico pueden sobrecalentar el motor, haciendo que trabaje más y consuma más.

El simple acto de revisar y limpiar los electrodomésticos con regularidad, además de extender su vida útil, puede traducirse en ahorros notables en la factura de luz.

7. Integrar tecnología inteligente en la cocina

El avance tecnológico ha permitido que los hogares en general y las cocinas en concreto se vuelvan no solo más funcionales, sino también más inteligentes. La integración de sistemas de domótica puede automatizar y optimizar el consumo de energía en función de las necesidades reales de cada hogar. Por ejemplo, termostatos inteligentes que aprenden los horarios y ajustan automáticamente la temperatura o enchufes que se pueden controlar a distancia a través de aplicaciones móviles, permitiendo apagar electrodomésticos completamente y evitar el consumo fantasma.

Afortunadamente, no es necesario realizar grandes inversiones ni modificaciones estructurales para optimizar el consumo de energía en la cocina. Con pequeños ajustes en los hábitos diarios, la elección de tecnologías más eficientes y un mantenimiento adecuado de los electrodomésticos, se puede marcar una diferencia significativa.

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