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Hay libros que te revuelven

'Lagrimas de cocodrilo': Los sentidos también leen

'Lagrimas de cocodrilo': Los sentidos también leen

martes 11 de diciembre de 2012, 13:05h
La Historia se vive de uno en uno. A veces, los relatos de esas historias, que tienen como materia la memoria, consiguen conmover al lector. De dos de estas novelas, bien distintas entre sí, habla esta columna.

Yo creo que lo peor que te puede pasar con un libro es que te deje indiferente. Los hay, y no siempre es culpa del libro: el lector, la lectora en este caso, pone lo suyo, que además es cambiante. Como la lectura es cuestión de tiempo, y el tiempo nos cambia a todos, y a todas, va a depender mucho de cómo esté una, de quién sea en ese momento, el que el libro entre de buenas. Porque, como las personas, hay libros que te esperan y otros que te salen al encuentro. Hay algunos en los que el placer de la lectura va derecho a la mente: será descubrimiento, será reto, será puro paladeo de las palabras. Otros, que se recorren como patinando por la historia, por esos avatares -en el sentido de acontecimientos, no en éste moderno de imagen virtual de uno- que van ocurriendo. Otros, por fin, que te llegan derechos al corazón. Que te conmueven. Y hoy quiero hablar de dos de estos últimos. Bien distintos, por cierto.

El tiempo que vendrá, de Ovidio Parades, es una novela de iniciación. Es una educación sentimental, en la que, en siete capítulos que podrían ser leídos como relatos independientes, pero que conviene que no, nos cuenta muy por extenso, que diría el Lazarillo, lo que ha pasado para que el narrador adulto sea quien es, espere lo que espera, ame lo que ama. Con la eficacia de la primera persona, corre el riesgo de una lectura demasiado autobiográfica, pero es un riesgo asumido por la enorme credibilidad, o mejor, la enorme sinceridad que transmite desde la primera a la última página. Más que de una iniciación homosexual, se trata del relato de la infelicidad que se le infringe al protagonista, desde niño, por el hecho de ser homosexual. Acoso, marginación y silenciamiento, que, sufridos desde la infancia, acumulan una enorme y conmovedora cantidad de sufrimiento. Y por ahí, y no en último lugar, Ovidio Parades hace un impresionante alegato por la igualdad. No es raro que se refugie en el mundo de la madre y de la abuela, de la literatura, en fin, que muchas veces, como decía Juan García Hortelano de su propia formación como contador de historias, es un mundo de mujeres. Y desde luego, en la novela que nos ocupa, un lugar seguro, en contraposición a ese horrible colegio de curas, brutalmente masculino.

Pero no nos confundamos: El tiempo que vendrá no es una novela de infancia. De hecho, la memoria bascula entre la experiencia y la esperanza. Entre la mala experiencia y la buena esperanza. Ese amor redentor, y esa normalidad social, recién conquistada por la sociedad española. Porque las experiencias personales forman parte de la memoria colectiva cuando se socializan, cuando se publican. Y eso es lo que hace Ovidio Parades con esta novela en la que lo autobiográfico pasa a ser metafórico. Una pequeña editorial asturiana, Trabe, se ha hecho cargo de ponerla en circulación. Como decía el crítico Ignacio Echevarría en una entrevista reciente, completamente escéptico acerca de las posibilidades de la crítica literaria, el ocuparse de estas producciones culturales minoritarias por sus propios aparatos, es una frontera que separa a unos críticos de otros. Pues eso.

Libros, decía más arriba, que van derechos al corazón. Cambiando absolutamente de tercio, pero sin movernos de la literatura de iniciación, 1948 es el título de la novela de Yoram Kaniuk publicada recientemente por Libros del Asteroide. Kaniuk, nacido en Jerusalén hace 82 años, combatió con 17 en la guerra de Israel contra todos los países limítrofes, que comenzó inmediatamente después de la fundación del Estado. Era un crio. Mató, y vio morir a sus compañeros. Ha tardado sesenta años y un montón de novelas y ensayos, poemas y artículos, en poder contar esta historia que, seguramente, está en la base de todas las suyas. Porque es una experiencia fuerte, fundacional. Como el propio conflicto a que se refiere, está en la base de una personalidad, la suya, pero también de una historia complicada que le ha durado toda su biografía y que ahí sigue. El conflicto árabe-israelí, tan cargado de valor simbólico, con tanto peso en el imaginario colectivo, y frente al cual Yoram Kaniuk ha mantenido y mantiene una actitud extremadamente crítica y muchas veces escéptica. Este libro, al margen de que, yendo a los orígenes, nos puede iluminar el tema, nos llega también al corazón.

Es que las experiencias personales es lo que tienen. Ponernos en esa realidad tantas veces olvidada: que la Historia y las historias, se viven, las vivimos, de uno en uno. Sea la crisis, sean las guerras, sean los prejuicios odiosos que configuran una sociedad.

 

Ediciones anteriores de 'Lágrimas de cocodrilo'

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