Si ustedes
están leyendo esto hoy, 21 de diciembre, es que el mundo no se ha acabado. Ni
siquiera esta cosa digital, el joven cosmos de la red, amenazado, según
rumores, por las tormentas solares.
Es verdad
que ya se han acabado bastantes cosas, y otras están al caer. El mundo que
vendrá, aquí, en este país, no lo va a reconocer ni su madre, aunque si,
seguramente, sus bisabuelos. Y estas navidades de 2012 pasarán a la historia
como "las navidades del fin del mundo". No hay más que verlas: menos luces en
la ciudad, menos gasto hasta de los ricos, y un ambiente de tristeza y mal
humor, que arruga a los funcionarios sin paga extra, y no digamos a los parados
y freelances, sin ninguna paga. Y
luego, las profecías. Que dan mal rollo hasta a los que no nos las creemos.
Hay muchos
libros en los escaparates dedicados a la cosa profética, de los Mayas a Nostradamus y Malaquías,
pero no pienso hablar de ellos. Y les diré algo: no se venden ni con fórceps. Hay, hasta en
los lectores más crédulos, un cansancio enorme de las malas noticias, y hasta
los aficionados a esa cosa terrible, que viene a ser tendencia, y me refiero a
todas las secuelas de la serie Crepúsculo,
de Stephanie Meyer -que publicó en
España, Alfaguara- se están mostrando cansaditos de tanto miedo de encargo. De
hecho, esta tendencia, en la que los vampiros tan guapos viven la tensión
trágica de su diferencia, en amores y aventuras, viene derivando en otra, que
es ya directa y explícitamente erótica. El llamado "erotismo para mamás", que en España se nos manifestó un año tarde, el
verano pasado, con Cincuenta sombras de
Grey, la trilogía de E.L.James,
que editó Grijalbo, dirigida a mujeres, en la que, si bien no hay vampiros, si
hay mucho vicioso. Sado-maso,
fundamentalmente. Y un poquito de amor. Y un personaje, ese Grey, muy rarito. Curioso,
porque llevábamos ya unos años de crisis de la literatura porno. Para pensar. Justo
en pleno "rearme moral".
Y encima, lo
del belén. Mi amigo Pedro García-Ramos,
que con Juan Ignacio Macua se
inventaron la museología moderna en este país, acaba de hacer la edición no
venal pero deliciosa de una pieza teatral, puro microteatro -tan de moda también en la crisis inducida que sufre el
mundo del espectáculo- que pone a los personajes del Portal, ante el "posado
anual" de cumpleaños y ante el ERE papal a la mula y al buey. No me resisto a
ilustrar esta columna con el recortable que lo acompaña. Porque, con tanta
desgracia -ahora mismo oigo los helicópteros que nos sobrevuelan, un poquito Apocalypse Now- y tanta amenaza de más desgracias, o hay un algo
de humor o vaya navidades que vamos a pasar.
No, el mundo
no se acaba así como así, aunque se haya acabado para tantos este año. Por
ejemplo, según el balance anual de Reporteros
sin Fronteras, 2012 ha sido el año más mortífero para esta profesión desde
hace 17. Han sido asesinados 88
periodistas, seis colaboradores de los medios y 47 internautas y "periodistas ciudadanos";
879 detenidos, 1993 agredidos o
amenazados, 38 secuestrados, 73 han
tenido que huir de su país, 144 blogueros e internautas detenidos, 193
periodistas encarcelados. Para unos el mundo se acabó. Para otros, cambió bastante.
No, ya veo que no estoy dando el ejemplo del optimismo.
El que sí lo
da es Alberto Anaut, que en este
momento, cuando los centros e instituciones culturales están medio asfixiados
por los recortes y la insólita subida de los impuestos, cuando las ventas de
libros están descendiendo de manera preocupante,- y en fin, cuando la crisis-,
va a poner en marcha un centro abierto al público. La Fábrica contará antes de marzo, con un espacio de 400 metros
cuadrados en pleno Barrio de las Letras, en el que habrá una librería
especializada en fotografía; una galería de arte, más que nada para obra
gráfica; café y restaurante; y una zona de formación, en la que se
desarrollarán cursos y talleres de las diferentes áreas en las que vienen
trabajando: fotografía, arte, literatura, cine y gestión cultural. Ustedes
creen que, con lo listo que es Alberto
Anaut, animador cultural y editor, entre otras cosas, de la estupenda
revista Matador, se iba a meter en ésta
si se fuera a acabar el mundo?
Bueno, si se
acaba, nada, pero si no, el año que viene, pasadas las navidades con todas las
risas posibles, estas "lágrimas de
cocodrilo" estarán de vuelta.
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