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Presos en la red

'Lágrimas de cocodrilo': Elogio de Max Brod

"Lágrimas de cocodrilo": Elogio de Max Brod

lunes 20 de mayo de 2013, 21:58h
Qué cuidado hay que tener, queridos lectores, ahora que cualquier cosa publicada en la red se queda para siempre. Porque una boutade o una equivocación, te pueden marcar de por vida.

Y más aún: porque aunque tú no lo publiques en la red, la red existe, y por tanto, lo cuelgues tú o no, lo que digas terminará en la red. Y ahí.... Esta forma de eternidad virtual, más allá de tu muerte y de la mía, lista para ser encontrada y puesta al día por cualquier nauta de éstos. Estamos perdidos. Del papel de diario se desprendía que las tonterías que una pudiera escribir -la que esté libre de alguna, que tire la primera piedra- duraban dos días, como mucho. Tampoco duraban mucho más los aciertos. Y eran pocos los que visitaban las hemerotecas, gracias a dios. Pero ahora....o vamos directamente de digitales, o se digitaliza todo.... Y se nos aparece el pasado como si fuera ayer.

Me acaba de ocurrir con un comentario de mi admirado Eduardo Mendoza, que me apareció en alguna red como de ayer mismo, y databa de hace varios años, de una conferencia que dio en la Fundación Mapfre, y que yo creo que hasta estuve. Que dijo que Kafka era un mal escritor, y que él lo sabía. Bueno, es verdad que Kafka creía que era un mal escritor, y si no llega a ser por la desobediencia de su amigo y albacea Max Brod, no conoceríamos relatos tan terribles como En la colonia penitenciaria, o la Carta al Padre, en fin. Y nada de la conciencia de sí mismo del siglo XX, sería igual.

Yo no sé si Kafka es o no un buen escritor: sé que a mí me ha hecho caminar distinto. Vamos, que yo no era la misma antes de La metamorfosis, que después. Y esto me lleva a una doble reflexión: Por un lado, me pregunto sinceramente qué es un buen escritor. ¿El que escribe bien? ¿Aquél cuyos libros terminan resultando imprescindibles? ¿El que te hace disfrutar con cada frase, con cada palabra? ¿El que te cuelga de una acción, o de muchas? ¿El que te cambia la vida? ¿El que te tiene realmente distraída de ti misma, de manera que, durante un tiempo vives en la novela o en el poema del otro?

Tengo tantas ganas de contestar que todos.... Ese temblor que está en cada libro, en cada página, y que es el temblor de la creación (tengo que buscar de quién es esta revelación, que es una cita). Un temblor que es igual para Shakespeare que para Marcial Lafuente Estefanía. Y sin embargo no es así. No es así. Lamentablemente hay libros a los que no consigo hincar el diente, otros que no consiguen interesarme en la historia que cuentan, otros cuya sintaxis me chirría.... Y aquí, la segunda reflexión. ¿Vale decir que hay un libro para cada día? ¿Vale declararse omnívora....y ya está?

Me quedo rumiándolo, pero sin parar de leer.  Ahora estoy abriendo, por culpa de Iñaki Uriarte, los Ensayos Completos de Montaigne, en la traducción de Almudena Montojo publicada por Cátedra, y cuya sexta edición acaba de salir. Me parece que son almas bastante gemelas, y que uno me ayudará a entender al otro, y viceversa. Y anoche terminé una novela deliciosa, que se me había traspapelado recién empezada: Qué escribes, Pamela, de Enriqueta Antolín. Publicada en un pequeño sello, MenosCuarto, de Palencia, si, uno de los que descentralizan la edición en estos momentos agitados y confusos.

En Qué escribes, Pamela, Enriqueta Antolín narra una historia muy ambigua, con muchas facetas y varias voces, aunque parecería mandar la de Pamela, la niña que quiere saber las historias de sus padres, la que padece y las que no. Historias de amor y de amores, y de traiciones y de ausencias, y cómo cuenta esos que son prohibidos y autoprohibidos, qué juego de elipses y qué profundidad de sentimientos. Y qué quiebros en la manera de narrar, y qué gracia para cambiar de perspectiva, y qué estructura ajustada como los mecanismos de un reloj. Vamos, que la recomiendo vivamente.

 

Pero volviendo a mi avidez omnívora, puedo pasar de la sutileza de

Ketty Antolín a la ¿brutalidad? de Dan Brawn: estoy esperando ansiosa su Inferno, (Planeta) que ayer salió a la venta con una tirada inicial de un millón de ejemplares en castellano, como espero El último pasajero, de Manel Loureiro, del que no he leído nada hasta ahora, y como me comeré esta noche La misma ciudad, de Luisgé Martín (Anagrama) que ya lleva unos días mirándome, y como espero impaciente el Camilleri de Salamandra que ya está al caer.... ¿Y Max Brod? Bendito Max Brod que decidió desobedecer a Kafka, que permitió que supiéramos, por mucho que él creyera que era un mal escritor. Ojalá cada escritor que se autoprohibe tuviera un Max Brod que nos lo regala. 

 

 

Ediciones anteriores de 'Lágrimas de cocodrilo'

 

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