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'Lágrimas de cocodrilo': Huesos de santo, calabazas y peonzas

'Lágrimas de cocodrilo': Huesos de santo, calabazas y peonzas

sábado 02 de noviembre de 2013, 11:12h
Que se están peleando los Santos y el Halloween.... No sé si la lucha es igual o desigual, y me da un poco lo mismo. Voto por lo más divertido! Por la vida! Por eso hablo hoy de las memorias de Mario Muchnik y de la última novela de Mendicutti.
Y de otras cosas.Hacía muchos años que no veía a niños jugando a la peonza, y hoy había dos, muy pequeños, a los postres de su almuerzo familiar en un bistrot estupendo que hay en la plaza Matute de Madrid. Con su abuelo, naturalmente. Las peonzas, o piúcas o.... bueno, mil nombres tiene este juego medieval, no eran las de madera con su clavo de acero que recuerdo de mi infancia: eran de plástico (aparentemente) aunque la cuerda con las que hacerles girar seguía siendo un cordón de algodón..... Era un juego masculino, y de invierno. Eran, claro, estas fechas cuando empezaba. Y recuerdo cómo Guillermo Brown, el chaval inmortal de Richmal Crompton, veía llegar las fechas del juego estacional que tocara, y siempre tenía que hacer cuadraturas con su paga semanal para poder conseguir el instrumento apropiado..... 


La peonza, y poco más. Supongo que los niños de mi generación andaríamos igual: que llega noviembre y no me han comprado el trompo! (cortesía para mis lectores argentinos, aunque es palabra castellana, y aunque nunca se la oí, en Santander, a ningún niño. Que recuerde.)Los niños, que compartían abuelez pero seguramente venían de distintos hijos, iban muy guapos los dos, pero distintos: uno de ellos iba de halloween. Osea, camiseta con calavera. Pero tenían el mismo entusiasmo bendito con las peonzas. Y yo pensé: qué abuelo más genial. Porque ese es el papel de la memoria. Aunque duren dos días -tampoco duraban tanto entonces los juegos estacionales compartidos- que se aprenda a enrollarla y a bailarla, que ya habrá tiempo para la play. Y si: si hay que acercarse al cementerio a hacer un acto de recordación que nos consuele, y si hay que disfrazarse para un carnaval tan curioso, y si hay que comer las castañas asadas o los marron glacées, y los deliciosos -y engordantes!- buñuelos y huesos de santo, y vaciar calabazas y hacer cabello de ángel y curiosas palmatorias fantasmales.... 


¿No hay un tiempo para cada cosa? Pues eso. Yo es que soy ecléctica en lo de las fiestas. Me apunto a todas. Pero, como viene a decir mi amiga Coral Bravo en El Plural de hoy, más por la vida. Y la vida es que Mario Muchnik publica en menos de una semana -el 7 de noviembre!- su libro de memorias Ajuste de cuentos. Lo saca El Aleph, que algún día fue su propia editorial con otro nombre, y según me han contado, es el más íntimo, el menos profesional, hasta ahora, de sus libros memorialísticos. Qué grande, Mario Muchnik.  Según me cuenta Nicole Muchnik, off de record, vaya, habla de su educación sentimental, entre el relato y la reflexión. En cuanto lo tenga y lo lea, se lo cuento. Pero hay una fecha a no olvidar: el 17 de Diciembre se prepara en la Casa de America en colaboración con la Casa Sefarad y la editorial El Aleph, la celebración de sus cuarenta años de editor en España. Allí estaremos. Y se lo contaremos. Y por la vida es también la última novela de Eduardo Mendicutti 


Otra vida para vivirla contigo, que acaba de publicar Turquets. Porque es una historia de amor homosexual contada desde la cotidianidad de una pareja gay normal, de un amor diríamos que adulterino, de un matrimonio (homosexual), de un divorcio (ídem)..... de un amor disimétrico en la edad, de unos personajes que son, sencillamente, personas. Y de un final feliz, presentado como tal, y que se parece a todos los finales felices del mundo, con alguien que "se jode", como pasa siempre, pero con el triunfo del amor, contra todo y contra todos. Habladurías, cotilleos, zancadillas y maldades: como la vida misma. A ver, que es un libro que no niega que haya problemas entre las parejas gays, que se rompen y se reanudan, que se equivocan y eso. En fin. Como todos. Y creo que, como Mendicutti siempre ha estado abriendo puertas y ventanas al campo, ahora, con su mismo jugoso lenguaje gaditano de siempre, abre una nueva. Felicidades, Eduardo


Ya sabes lo bien que me lo paso con tus libros!Como hoy es un día difuntoso, me niego a hablar de novela negra, pero para la semana que viene me guardo dos: La rata en llamas, un clásico, de George V. Higgins, publicada por Libros del Asteroide y bastante terrible, ese Boston al que nos vamos pareciendo cada vez más, y El caso Collini, de Ferdinand Von Schirach, de Salamandra, un penalista que escribe sobre curiosas defensas penales.... Y las dos maravillosas ganadoras del Planeta, cuya presentación está ya al caer. Y si no lo hago, que se me reclame. 
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