Esta semana las referencias económicas nuevas son escasas y de segundo nivel en lo que refiere a su incidencia directa en los mercados. No obstante, aún pasando desapercibidas por estos, hemos conocido algunas que merecen la atención, en parte, por corresponder al país de referencia en la zona euro. Ayer, el ministro de Economía de Alemania anunciaba que el país no emitirá deuda nueva el año que viene, algo que no sucedía desde 1969. Bajos niveles de desempleo y un crecimiento estable se han reflejado en unos ingresos fiscales récord, al mismo tiempo que los bajos tipos de interés han reducido la carga fiscal del país. Esta "medalla" que se puede autoimponer el gobierno alemán era precedida ayer por el "diploma" que le permitía otorgarse otro dato. En el mes de julio, Alemania ha registrado un superávit comercial récord, lo que sugiere que la mayor economía de Europa podría recuperarse en el tercer trimestre tras la sorpresiva contracción del trimestre anterior. Aunque ya sin ellos no era difícil de imaginar, con estos datos colocar a Alemania en el grupo de los consejeros del BCE que estuvieron a favor o en el grupo de los que estuvieron en contra de la decisión que se adoptó en su última reunión, es fácil. Como también lo es pensar que pueda abrirse de nuevo el debate sobre la fortaleza de las exportaciones alemanas y sus efectos en la economía mundial, reclamando a Alemania mayor ayuda para reequilibrar la zona euro aumentando su demanda interna y las inversiones.
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