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'Iván-Off', la versión de José Martret del clásico de Chejov, dice adiós a La Casa de la Portera

'Iván-Off', la versión de José Martret del clásico de Chejov, dice adiós a La Casa de la Portera

jueves 26 de febrero de 2015, 17:50h

El dramaturgo y autor de relatos en lengua rusa, Antón Pavlovich Chéjov (1860-1904), es una de las figuras más destacadas de la literatura de finales del XIX. Nació en Taganrog (Ucrania) y en estos tiempos que corren entre los dos países vecinos, conviene afinar  mucho a la hora de apuntar con toda propiedad cuanto afecta a un hombre que, como tantas otras cosas, es también objeto de disputa entre   Rusia y Ucrania, las dos naciones eslavas ahora enfrentadas. 

Chejov estudió Medicina en la Universidad Estatal de Moscú y, mientras estaba en la universidad, publicó relatos y narraciones humorísticas en revistas. Después de terminada la carrera, prácticamente no ejerció la medicina porque pronto alcanzó el reconocimiento público como escritor. La primera colección de sus escritos humorísticos, 'Relatos de Motley', apareció en 1886, y su primera obra de teatro, 'Ivanov', se estrenó en Moscú al año siguiente.

En 2012, ciento veinticinco  años después,  y en Madrid, en el bajo de  un local que, en su día, fuera la casa de los porteros de la finca   situada en la calle Abades,24, un mallorquín, José Martret,  inauguraba una pequeña sala que denominaría justamente así, La Casa de la Portera. Y la primera obra que puso en cartel fue todo un éxito. El mallorquín era el responsable de la versión al tiempo que   dirigía la adaptación de esa primera obra dramática de Chejov, a la que cambió ligeramente el título, 'Iván-Off', toda una  declaración de intenciones en la que no se podía apuntar más cosas con menos palabras. La esencia y la historia eran las mismas, pero  Martret  actualizó el tiempo en el que ocurría la acción (el nuestro), la indumentaria de los personajes  (totalmente actual también), y su  lenguaje ("¡Me alegro  de verte, tío...!). Tres pequeños pero determinantes detalles que serían la marca de la casa que inauguraba  con la actualización de la obra de Chejov un tiempo ubérrimo, preñado de creatividad, respeto y actualización de los clásicos - véase, si no, por ejemplo, el Macbeth, de Shakespeare, su 'MBIG' (http://www.diariocritico.com/ocio/teatro/macbeth/459351)-, alternándolos con  autores contemporáneos, actores nuevos e interesantes para  brindárselos a un público seguidor del buen teatro. El resultado: hacer de La Casa todo un estandarte del arte dramático alternativo  madrileño.

En unos meses, La Casa de la Portera echará el cierre,  y ha querido rescatar   la  representación del mismo montaje con el que empezó, 'Iván-Off', después de que en conjunto y en las temporadas anteriores llegaran  a  escenificarla 287 veces.   

Algo se muere en el alma

La vida es circular, ya se sabe, siempre volvemos donde solíamos, y Martret ha querido terminar la historia de La Casa de la Portera del mismo modo, es decir, con la misma obra que la comenzó. El domingo 22 de marzo, tuve la fortuna de poder asistir a una de esas representaciones en el mismo espacio que la vio nacer, junto a otros  24 espectadores o, por ser más precisos aún, 23  y el mismo director  que, con la emoción a flor de piel, tampoco quiso perdérsela por el altísimo grado de simbolismo que tenía. Aunque el proyecto continúa ahora en La Pensión de las Pulgas y, probablemente, tampoco esa será su ubicación final (¿hay algo definitivo en esta vida, más allá de la muerte?), también 'algo se muere  en el alma, cuando un teatro se cierra'.

La estupenda versión y la dirección de este 'Iván-Off', ya lo hemos dicho, corresponde al infatigable José Martret; el espacio escénico a  Alberto Puraenvidia, y en el reparto -todos estupendos en sus papeles respectivos- Raúl Tejón (Iván); David González (Miguel, primo de Iván); Sabrina Praga (Ana, mujer de Iván); Roberto Correcher (Constan); Javier Delgado (Mateo, tío de Iván); Rocío Calvo (Doña Bárbara); Carmen Navarro (Silvia Leyva), Germán Torres (soberbio  Carlos Leyva, papel por el que consiguió en 2013 el Premio Unión de Actores a mejor actor secundario) y Cristina Alarcón (Sara Leyva).

Iván-Off es un drama en cuatro actos, dos de los cuales (primero y tercero) se desarrollan en la casa de Iván, y los otros dos (segundo y cuarto) en la de los Leyva. Cada uno de esos espacios se representan en dos habitaciones distintas de La Casa de la Portera, y los espectadores deben trasladarse tres veces de la una a la otra y hasta participan (sándwiches y aperitivos incluidos) del cumpleaños de Sara, la hija de los Leiva. 

Raúl Tejón, un creíble Iván, lleva el gran peso interpretativo de la obra y su tendencia a la melancolía y a la soledad lo van transformando poco a poco en un personaje con un carácter extremadamente reservado, taciturno y hasta sombrío. Es lo que en estos momentos llamaríamos un personaje depresivo hasta la médula, cuya patología psicológica no llega a esconder su egoísmo  permanente. Su mujer, Ana, está muy enferma y cinco años después de su matrimonio, cada día le importa menos a Iván , a pesar de que  ella tuvo que renunciar a su religión -musulmana- para poder casarse con él.  Ana, sin embargo, está profundamente enamorada de Iván. En una de las frecuentes visitas a la casa de los Leyva, Iván sucumbe a los   encantos de la única hija de estos, veinte años menor que él. El drama se desata cuando Ana conoce los amoríos de su marido y ella muere de tristeza y abatimiento. Unos meses después, Iván va a casarse con Sara, pero su sentimiento de culpa se va haciendo cada vez mayor, hasta el punto  que  no    encuentra más salida a la situación que la del suicidio.

La Casa de la Portera  inauguró en Madrid un espacio en el que se hizo patente esa filosofía bonaerense del 'actúa donde y como puedas' y, con ella, se ha revolucionado el panorama teatral  madrileño. Hoy son más de cien las salas que, de una u otra forma, siguen esta misma  óptica teatral y en ellas el teatro experimental, los autores nuevos, y los actores que aún no han alcanzado gran proyección comercial (aunque , a veces, también  lo hacen  actores de gran nivel)     siguen acercando a un público cada vez más joven y cada vez  son  más numerosas sus propuestas. La creatividad que hemos ido viendo a lo largo de los últimos meses  -y de cuya constancia damos aquí   pruebas  frecuentes-, deben, al menos en parte, ese   florecimiento a un Martret creativo del que esperamos  muchos más montajes en La Pensión o en donde  sea. El teatro lo merece y Martret lo necesita.

Un arte que  va cumpliendo, milenio tras milenio, con el sambenito de su fragilidad, de su fecha de caducidad. Que siga así, porque es la mejor garantía de su pervivencia, de su permanencia, porque mientras haya alguien con algo que contar, otro alguien que se atreva a  escenificarlo, a representarlo y un tercero que esté dispuesto a acudir a presenciarlo en vivo y en directo, tenemos teatro para unos cuantos milenios más. La Casa de la Portera echará  pronto el cierre, pero  se queda en nosotros  como un  recuerdo imborrable: ¡Viva La Casa de la Portera! 

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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