…y perdonen el horroroso pareado. Casi tan horroroso como el tostonazo de un festejo que era pura pantomima, puro simulacro de lo que debe entenderse por una corrida de toros. Fundamentalmente porque no hubo toros. Entiéndase: claro que salieron por chiqueros siete animales que lo parecían, pero también fue un simulacro, por cierto como la suerte -léase desgracia- de varas toda la tarde. Y no sólo por su falta de trapío general, que no es magro desafuero, sino porque además su comportamiento casi morucho y su flojera eran la antítesis del auténtico bicorne de lidia. Ya se sabe que llegan las figuras a la Feria y desaparece el toro. En definitiva, un completo fiasco de Alcurrucén, muy similar a los tropecientos mil pases que sufrieron los animales -y, claro, los espectadores- por parte de Sebastián Castella, Miguel Ángel Perera y Daniel Luque.
El francés, que citaba desde Béziers, la ciudad donde nació, llegó a tal aburrimiento con su descastado primero -adelanto de lo que vendría después -que llegó un momento que no interesó ni a los del clavel, que nunca faltan a la cita con ¿las figuras? para jalearlos, e incluso llegaron a sonar palmas… de tango. Pero Castella nos tenía guardada una sorpresa, desagradable, claro.
Fue para el cotarro, incluidos los de clavel, con la piltrafa del sobrero de Zacarías Moreno, con el que inició su labor muleteril con su habitual pase cambiado, eso sí con el único mérito que arreció el viento, para después darle innumerables pases, también desde su tierra, de los que sólo se salvan unos cuantos, muy pocos, no crean, con cierta templanza. Y concluyó con un desplante tirando los trastos, puro arte, sí señor, y perdonen la ironía. Una auténtica ‘vulgarité’ elevada a la enésima potencia, hasta impropia de plazas de talanqueras.
Los redondos de Perera al segundo de la tarde, los daba desde Badajoz, que por lo menos está más cerca que Béziers, además de con todas las ventajas y fuera de cacho.. Se echó la sarga a la izquierda para una tanda de naturales tan retorcido e inclinado que aquello era la antinaturalidad en esencia, presencia y potencia, y como el pobre animal, tan nobilísimo como todos, le apretó un poco, el extremeño recurrió al recurso populista de la espaldina.
Al menos frente al otro, el más deslucido de toros -que en este caso es un demérito- y ante el desinterés del público, pronto desistió, y eso que llevábamos ganando en tiempo para que acabase el sopor, porque, se insiste, no vimos nada parecido a una corrida pero entonces, vaya por Dios, montó un mitin con el estoque. Ayudando a que el tostonazo durase dos horas y tres cuartos.
Y, un año más, Luque se va del abono sin mostrar su calidad que sí alborea en otros cosos de menor compromiso. Su primer animal, como el resto, iba y venía a su aire por acá por acullá sin emoción ninguna y el sevillano, en una labor intrascendente, apostó por las luquesinas también como recurso para ganarse unas palmas. Como a Castella, se le ocurrió brindar al pobre animal de su despedida de abono, para apuntar, citando desde Sevilla y abusando del pico, algún retazo artístico sobre todo en los pases de pecho que no le salva del gris balance de su paso por la feria.
FICHA
Toros de ALCURRUCÉN, mal presentados, con 1º, 3º y 5º de muy pobres cabezas; y 4º, sobrero de ZACARÍAS MORENO, corrido en sustitución del titular devuelto tras lesionarse en la lidia. Todos noblotes, mansos, descastados y flojos. SEBASTIÁN CASTELLA: silencio; ovación con algunas protestas. MIGUEL ÁNGEL PERERA: silencio tras aviso; silencio tras aviso. DANIEL LUQUE: ovación; silencio. Plaza de Las Ventas, 22 de mayo, 13ª de feria. Lleno de ‘no hay billetes’ (22.964 espectadores, según la empresa).