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Uno de los bellos redondos de Morante en su extraordinaria faena  al primer toro de la tarde.
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Uno de los bellos redondos de Morante en su extraordinaria faena al primer toro de la tarde. (Foto: Alfredo Arévalo Plaza1)

San Isidro: faenón con cante jondo de Morante que acaba con Talavante y Rufo

miércoles 28 de mayo de 2025, 22:11h
La explosión de torería mágica de Morante de la Puebla, en su mejor faena desde hace años en la cátedra venteña, hizo crujir los cimientos no sólo de la plaza sino también de los presentes, extasiados y con las fibras sensibles rotas. Aconteció en el que abrió festejo y tuvo el feliz añadido, que no es cuestión baladí, de su función didáctica. Porque tras ese faenón, ante un bicorne posmoderno, nobilísimo y obediente -al igual que el el resto de colaboradores de Garcirande- de nombre ‘Seminarista’, del hoy Dios laico de la religión olorosa y flamígera que es la Fiesta, el público no hizo ni p...caso -con perdón, mas no vamos a andarnos con eufemismos- a las labores plúmeas, ventajistas y pegapasistas de Talavante y Tomás Rufo que en cualquier otra tarde habría jaleado. No hubo trofeo para el de la Puebla por necesitar de tres golpes con el verduguillo tras la estocada trasera. En el cuarto, un animal sin clase y que no le gustó desde que saltó al ruedo, no se anduvo el sevillano con medias tintas y lo pasaportó en menos de dos minutos.

El milagro morantista comenzó nada más abrirse de capote con cinco verónicas, cinco, que eran la dormición de una gollería, como su remate con una media belmontina. Además, cuando su banderillero José María Amores era perseguido por el burel, el de La Puebla salió del burladero para hacerle un quite ¡a cuerpo limpio! y olé. Las musas habían bajado de su lugar secreto y estaba claro que, por fin, era el día de Morante en Madrid. Y fue verdad, porque no perdió el tiempo en probaturas con la pañosa con bellos ayudados por bajo y una trincherilla de cartel.

Luego festoneó, siempre ligando en un palmo de terreno, con la muleta a rastras, dos series de extraordinarios redondos -uno lentísimo-, otras de naturales de idéntica condición, de nuevo los redondos -uno de belleza arrobadora, con media muletita-, y, claro los adornos de monumentales pases de la firma,más trincheras y hasta un kikirikí. En definitiva una borrachera para los sentidos, poniendo el coletudo con su estética el punto de emoción por la bondad infinita de ‘Seminarista’. De no haber marrado con el descabello tras la estocada trasera, con los tendidos locos y entregadísimos, es probable que Morante habría echado en su esportón las primeras dos orejas de un mismo toro en Madrid.

Aun así, hubo fuerte petición que ese buen usía que es Ignacio Sanjuán no atendió, posiblemente por el poco acierto con estoque y verduguillo. Qué más le da al torero, a estas alturas, un trofeo o dos o ninguno. Como demostró cuando el clamor del público le instaba a dar la vuelta y él se limitó a salir al tercio a saludar. Y lo que mostró luego fue su cara B, con su descarada brevedad para despenarlo, que tuvo tan clara que salió ya con el estoque de acero en cuanto los clarines sonaron para cambiar el tercio.

Este cronista no cree necesario entrar en detalle de las actuaciones, o lo que fueran aquello, de Talavante y Rufo, la antítesis de lo que había desarrollado ese fedatario de la torería auténtica que es el de La Puebla. El extremeño anduvo por acá y acullá en su noble y colaborador primero sin decir nada y tampoco tardó mucho con el descastado quinto con el que, al menos, se lució con el percal con unos templados delantales.

Y el toledano desaprovechó con sus desafueros posmodernos -con los que no olvidemos triunfa por el resto de los cosos, Sevilla incluida- el bonancible tercero y tampoco se acopló con el desfondado de cierre de función, con la gente solicitando que dejara de pegar trapazos para marcharse. Es menester, justo y necesario destacar que, como casi todas las tardes, en ambos puso sendos pares de banderillas de lujo su subalterno Fernando Sánchesz Y es que cuando alguien desarrolla la esencia de canela y terciopelo del toreo, los demás, huérfanos, están perdidos.

FICHA

Toros de GARCIGRANDE, bien presentados en general con algunas desigualdades, nobles y flojos, con 4º, 5º y 6º descastados. MORANTE DE LA PUEBLA: gran ovación tras aviso; pitos. ALEJANDRO TALAVANTE: silencio; silencio. TOMÁS RUFO: silencio; silencio. Plaza de Las Ventas, 28 de mayo, 17ª de Feria. Lleno de ‘no hay billetes’ (22.964 espectadores, según la empresa).


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