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Una de las bernadinas con las que Miguel Ángel Perera finalizó su faena al cuarto toro de la tarde.
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Una de las bernadinas con las que Miguel Ángel Perera finalizó su faena al cuarto toro de la tarde. (Foto: Plaza1)

San Isidro: tiempo de silencio, toretes, pegapasismo y no olé

viernes 26 de mayo de 2023, 23:14h
Le cojo prestado el título de la gran novela de Luis Martin-Santos, que a mitad del siglo pasado revolucionó y modernizó el género. Resume a la perfección (véase la ficha) el balance de un festejo más de expectación incumplida. Pero quedaría incompleto este resumen si no le añadiéramos la mala presentación general de los bicornes salvándose por los pelos tercero y cuarto de las tres divisas -ya se sabe, llegan las figuras como Talavante y baja, más aún, el toro-, así como su flojera y su ausencia de sangre brava. Y ya se redondea el panorama definitivo con la tonelada de pases vulgares que les endilgaron, también con algunas, pocas, excepciones. Y es que, tras lo escrito y descrito dan ganas de no seguir escribiendo. 'Pa' qué.

El dios de la lluvia, ausente hasta ahora, no se quiso perder la corrida y se presentó minutos antes dejando el ruedo -a pesar de la lona- en un barrizal, y en algunos momentos a lo largo de la plúmbea tarde. Si quería un buen espectáculo, se equivocó. Como el equipo veterinario, aprobando, se desconocen las razones, esos cuatro bureles lidiados escurridos y sin remate, a los que tapaba la cara menos el quinto, además muy pobre de cabeza. Eso sí, es menester, justo y necesario añadir que en el descastamiento general de todo el encierro no tuvo culpa el equipo veterinario.

Con semejante material, el único coletudo que brilló en algunos momentos fue Miguel Ángel Perera, con su segundo enemiguete, un colaborador máximo al inicio de la faena muleteril, desarrollando un punto de codicia y de embestida humillada. El extremeño cinceló algunas buenas series en redondo, menos ventajista y menos retorcido de lo habitual en él, destacando también los de pecho muy mandones y marcados al hombro contario.

Pero el animal se rajó pronto, se marchó a chiqueros, no logrando ya Perera lucimiento al natural aunque sí con unas bernadinas ajustadas antes de un mitin con las armas toricidas que a punto estuvo de costarle los tres avisos si no se le hubiera parado el reloj al presidente. Sí brillaron sin reparos sus subalternos Curro Javier con los palitroques y Javier Ambel en la brega. Su jefe ya había estado en su línea de ventajismo y suerte descargada con el rebrincado que abrió función, al que pegó muchos pases -o lo que fuera aquello- sin ton ni son y sin decir nada.

Como Alejandro Talavante, que tras el petardazo del abono de 2022 -nueve toros y sólo una oreja, amén de uno al corral en la corrida de la Hispanidad- ha vuelto anunciado en carteles de teórico lujo porque lo lleva la empresa. El también extremeño dejó algún detalle suelto a pies juntos de inicio con los de su lote -por cierto los dos sin trapío- y se perdió luego en otra ración pegapasista.

No muy diferente fue la tarde espesa de Ginés Marín, aunque se le puede disculpar mínimamente por las toneladas de mansedumbre de sus dos bureles, pero tampoco el tercer extremeño del cartel aportó la mínima inspiración y se perdió con suertes por acá y por acullá.

FICHA

Tres toros de VICTORIANO DEL RÍO (4º, 5º Y 6º), dos de NÚÑEZ DEL CUVILLO (1º y 2º) y 3º de CORTÉS. De desiguales hechuras y sin trapío a excepción de 3º y 4º. Todos blandos, mansos y descastados menos el 4º que se vino arriba al inicio del último tercio. MIGUEL ÁNGEL PERERA: silencio; silencio tras dos avisos. ALEJANDRO TALAVANTE: silencio tras aviso, silencio. GINÉS MARÍN: silencio; silencio. Plaza de Las Ventas, 26 de mayo, 15ª de abono. Lleno de 'no hay billetes' (22.964 espectadores, según la empresa).



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