La Sala José Luis Alonso del Teatro de La Abadía acoge hasta el 18 de febrero ‘El cuerpo más bonito que se habrá encontrado nunca en este lugar’, una obra coral de Josep María Miró, dirigida con el mismo tino que sensibilidad por Xavier Albertí e interpretada por un solo y excepcional actor, Pere Arquillué. Con este texto el autor catalán ganó el Premio Nacional de Literatura Dramática 2022, en el que el jurado del mismo subrayaba en su fallo que “además de tratar una temática de acuciante actualidad, se sustenta en una estructura prismática original y de un enorme riesgo estético”. No le faltaba razón al jurado.
A Miró le interesa mucho subrayar las contradicciones éticas y morales en las que navega nuestra sociedad. Pudimos apreciarlo ya hace dos temporadas en La Abadía en El principio de Arquímedes, y volvemos a hacerlo ahora en ‘El cuerpo más bonito que se habrá encontrado nunca en este lugar’.
En escena aparece un hombre. Se sitúa en el proscenio, en el único punto suavemente iluminado de un escenario totalmente vacío. Permanece ahí, frente al público, callado, con las manos fuera de los bolsillos, mirando al patio de butacas y acumulando un silencio que, por momentos, llega a hacerse un tanto incómodo. De pronto, las primeras palabras brotan de su garganta y ya no volverá a abrazar el silencio hasta pasados unos 105 minutos. La montaña rusa por la que durante todo ese tiempo Pere Arquillué es capaz de conducir al espectador es, sencillamente, memorable. Y con sólo un arma, sus gestos faciales y su voz grave, profunda, versátil, elástica, capaz de adentrarse en décimas de segundo en el alma de varios personajes de muy diversa condición y personalidad.
Esos personajes son Albert, un adolescente a punto de cumplir los 18 y poseedor de ese cuerpo que deja boquiabiertos a propios y a extraños; Ramis, padre de Albert, que se quitó la vida hace diez años, poco después de acudir al río a bañarse junto a su hijo y su mujer; Antonia, madre de Albert, antigua novia del Alcalde, una mujer que no para de hablar; Luis, un lugareño que paseando con su perro por el campo, este se introduce entre el forraje y descubre un bulto tendido que resulta ser el cuerpo sin vida de Albert, vestido únicamente con “un bañador rojo con dos rayas blancas en los laterales y unas zapatillas beige desgastadas”; Julia, profesora de Albert, casada y con una hija, que un buen día, tendida en su habitación, se sorprende por la sigilosa irrupción de Albert por la ventana del jardín en su dormitorio y la posee, primero con cierta resistencia de la profesora, luego no tanta; Ricard, un industrial maderero con claras inclinaciones pederastas que se aprovecha de los niños que acuden a su fábrica para pedir serrín o listones; Liseu, un hombre que se transforma en mujer y que acude a la rotonda de salida y entrada al pueblo, por dónde pasa una buena parte de los habitantes para solicitar sus favores, aunque luego nadie sabe nada, ni ha pasado nunca por allí…
Además de la sublime actuación de un Pere Arquillué en verdadero estado de gracia, no podemos olvidarnos tampoco de la inmensa y acertadísima labor de Xavier Albertí, todo un hombre orquesta teatral capaz de echar sobre sus espaldas la dirección, el diseño de iluminación, la escenografía y la composición musical. Aspectos todos ellos minimalistas, austeros, casi imperceptibles, con el único afán de que sea la labor del protagonista, del intérprete quien luzca verdaderamente sobre el escenario. Y lo consigue, ¡vaya si lo consigue!, porque la interpretación de Arquillué es de esas que se graban a la memoria del espectador con una fuerza indeleble, de esas que uno no olvidará jamás.
“El recuerdo más bonito que conservo es de un verano a los seis años, caminando sobre las piedras cuando íbamos a bañarnos al río, mi padre, mi madre y yo… Fue un día feliz, el último que recuerdo con mi padre. Jugaba en las pozas, él me vigilaba, pero no sé dónde estaba. Quizás se había ido al coche a buscar algo, o a recoger hierbas y flores… Mi padre reía, el sol me cegaba y sólo veía su figura a contraluz… Eres la cosa más bonita de este mundo. Déjame que te abrace… Me lancé a sus brazos… ¿Por qué lloras, papá? No lloro, soy feliz”. Con estos primeros recuerdos de infancia de Albert comienza el apasionante texto de Josep María Miró que Pere Arquillué relata con una fuerza imparable, envolvente, subyugante, hipnótica y reveladora de lo que sucede en un idílico pueblo en donde parece que nunca pasa nada, pero en donde todo el mundo está al tanto de los secretos de los demás. Quizás por eso mismo, todos intuyen o saben que lo mejor es aplicar la ley del silencio y no sacar nunca los pies del plato, es decir, ver, oír y callar... Un montaje fascinante e imperdible.
‘El cuerpo más bonito que se habrá encontrado nunca en este lugar’
Texto: Josep María Miró
Dirección, diseño de iluminación, escenografía y composición musical: Xavier Albertí
Intérprete: Pere Arquillué
Ayudante de dirección: Roger Vila
Producción ejecutiva y regidoría: Marta Colell
Dirección de producción: Josep Domènech
Músicos: Quirze Egea y Sergi Llopart
Una producción de Temporada Alta
En coproducción con Teatre Romea
Teatro de la Abadía, Madrid
Hasta el 18 de febrero de 2024