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Crítica de la obra de teatro 'Los gestos': volver a empezar, siempre volver a empezar...

jueves 07 de diciembre de 2023, 11:41h

Elena Córdoba, Manuel Egozkue, Fernanda Orazi, Nacho Sánchez y Emilio Tomé protagonizan ‘Los gestos’, la última obra de Pablo Messiez que el reconocido autor y director de origen argentino propone al público tras La voluntad de creer, galardonada como Mejor espectáculo en la última edición de los Premios MAX. Estará en el Teatro Valle-Inclán hasta mediados de enero de 2024.

Autor nada autocomplaciente, Messiez vuelve a arriesgar con su nueva propuesta, difícilmente encasillable y hasta definible. Pone esta vez el foco de su teatro en ‘Los gestos’, un camino tan teatral como cualquier otro y tan válido como el de la palabra o el del silencio. Se trata de traspasar la cuarta pared y llegar a un público que, posiblemente, se ha acomodado en los últimos tiempos y no metaboliza con mucho agrado todo aquello que se salga de lo convencional. Esta vez, el espectador que se acerque al Valle-Inclán, no tendrá más remedio que exponerse a ello.

Acompañado por un equipo artístico de ensueño, Messiez cuenta con Mariana Tirantte (escenografía), Carlos Marquerie (iluminación), Cecilia Molano (vestuario), Elena Córdoba (coreografía, además de intérprete en la pieza), Lorena Álvarez y Óscar G. Villegas (espacio sonoro) y David Benito (vídeo).

Sillas por aquí y por allá en un espacio tan grande como desangelado, un piano a la izquierda del escenario, sonidos de canciones de la inmortal Mina, inmensos ventanales que descubren que ese espacio está en Roma (la ciudad eterna, la de Pasolini, la de mil artistas más), sonidos de chicharras, de aviones que cruzan el cielo, de pájaros que anuncian una nueva primavera… Y ahí, en medio del proscenio, Nacho Sánchez (Lisandro), con los ojos cerrados, aguardando que el público tome asiento poco a poco a la espera de que algo sorprendente, evocador, quizás revolucionario pueda volver a surgir…

A su espalda irrumpen una mujer y un hombre, Topazia (Fernanda Orazi) y Sergio, un director de teatro (Emilio Tomé), que le pregunta a la primera qué piensa hacer ahí, en ese espacio enorme. “Un bar”, le contesta ella. Y esa escena vuelve a repetirse cuatro, cinco, seis… veces. Y por allí danza también la Madre de Topazia (Elena Córdoba), y un joven pianista (Manuel Gozque) al que nadie le paga. Y Nacho Sánchez, sin haberse movido del proscenio dice que “Hay un hombre, igual a mí, viajando por primera vez a Roma. Está en el avión, leyendo una guía sobre la ciudad que desconoce. La azafata le grita. Lleva un carrito con bebidas y un cansancio más grande que el avión. Y mira las botellas con las frutas dibujadas y dice con cautela de intruso involuntario señalando un Suco di pera…”.

La aventura teatral ya está en marcha. En ‘Los gestos’ la repetición se adopta como fórmula infatigable de búsqueda de la imagen, de la vida, de la verdad. La repetición como base del ensayo, de la prueba, de la búsqueda de la plástica insuperable, del sonido soñado, de la esperanza de que surja el gesto inesperado, lo inaprehensible, lo que uno ni siquiera se atreve a soñar. Es el teatro, una de las mil formas de sincronizarse con la vida, con la historia, con el escenario, aunque quizás no sea la más evidente, la más inmediata (“cada nueva obra es un intento por entender algo más acerca de la vida”, dice el autor y director en la presentación del montaje).

Riesgo, triple salto mortal, exposición a la posible incomprensión, a la decepción, pero también al descubrimiento, a la magia, a esa otra forma de contar lo que no se ve, lo que se intuye, lo que se entiende, aunque resulte difícil explicar con palabras. O acaso sea una forma personal de atrapar los recuerdos, los deseos, los sueños incumplidos o por cumplir, un viaje hacia el pasado o hacia el por venir, un grito desesperado por encontrar nuevos modos, nuevas formas de hacer teatro: “Es muy difícil esto, no se entiende nada, nos van a comer crudos”, como dice Topazia. Lorca hizo algo parecido en la década de los 30 del siglo pasado con El público, o Valle-Inclán con muchas de sus obras “irrepresentables” entonces, y hoy idolatradas en los patios de butacas de todos los teatros. Quizás Messiez sea el siguiente eslabón de esos genios inicialmente incomprendidos del mejor teatro.

‘Los gestos’

Texto y dirección: Pablo Messiez

Reparto: Elena Córdoba, Manuel Egozkue, Fernanda Orazi, Nacho Sánchez y Emilio Tomé

Escenografía: Mariana Tirantte

Iluminación: Carlos Marquerie

Vestuario: Cecilia Molano

Coreografía: Elena Córdoba

Espacio sonoro: Lorena Álvarez y Óscar G. Villegas

Vídeo: David Benito

Ayudante de dirección: Alicia Calôt

Ayudante de escenografía: Paula Castellano

Ayudante de iluminación: Irene Cantero

Ayudante de vestuario: Carmen Flores

Estudiante en prácticas: Vicente Villó

Fotografía: Luz Soria

Tráiler: Bárbara Sánchez Palomero

Diseño de cartel: Equipo SOPA

Producción: Centro Dramático Nacional y Teatro Kamikaze

Con la colaboración de Real Academia de España en Roma

Teatro Valle-Inclán, Madrid

Hasta el 14 de enero de 2024

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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