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Crítica de la la 4ª temporada de 'Stranger Things': los pros y los contras
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Crítica de la la 4ª temporada de 'Stranger Things': los pros y los contras

viernes 10 de junio de 2022, 12:06h

'Stranger Things' nunca ha intentado pasar por lo que no es, evidentemente esta serie no es una delicatessen sino comida rápida. Eso no quita, para que no sea altamente disfrutable, esto es entretenimiento ligero, con altas dósis de nostalgia por una década en concreto, la de los 80. Los hermanos Duffer han hecho una serie que es un eco de las películas comerciales que marcaron a toda una generación, con Steven Spielberg, principalmente como productor, como principal fuente de inspiración.

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La cosa es que el pastiche se había ido devorando a sí mismo, llegando a una tercera temporada donde la nostalgia por los 80 se disparaba y la trama caía por completo. En esta primera parte de la cuarta temporada vuelve a haber un poco de todo eso pero, esta vez, los Duffer se empiezan a copiar a sí mismos, empiezan a encajar piezas y logran enderezar un poco el rumbo con una temporada que ha tenido cosas muy positivas y otras bastante más negativas.

Vayamos por partes, como casi siempre los creadores nos han mostrado varias tramas que, al todavía no estar resuelta, han funcionado casi de manera independiente. Podríamos dividirla en tres o cuatro. La más clara de identificar ha sido la de Hopper en Rusia, que ha terminado conectada con la de Joyce Byers y Murray Bauman para salvarle. El veredicto es regular, toda la trama en la prisión al principio es más de ese tono 'Amanecer Rojo' de puro reaganismo, en el que los rusos comunistas son malos, muy malos, y el americano es un héroe, hay guiños a 'La gran evasión' pero, seamos serios, David Harbour no es Steve McQueen.

La cosa mejora mucho una vez que entra en acción el personaje de Yuri, el piloto que, supuestamente, tiene que ayudarles a escapar de Rusia pero que acaba traicionando a todo el mundo, su conexión con el personaje de Bauman, intepretado por Brett Gelman, da algunos de los mejores momentos cómicos de la serie. Eso sí, el personaje de Wynona Ryder está totalmente desaprovechado, además de ir en contra de lo que nos habían contado hasta ahora de ella. La madre ultra preocupada por sus hijos, se marcha de misión de rescate a la URSS dejando a sus dos hijos y a su hija adoptada solos y con el novio de esta última de visita...

Otra de las tramas es la de la visita de Mike, que sigue viviendo en Hawkins, a la casa de los Byers para encontrarse con su novia Once. Todo en esta trama es bastante malo, el supuesto homenaje a 'Carrie', con el bullying que sufre en el instituto, el pobre Will Byers atrapado en el armario, un personaje al que evidentemente los Duffer no consideran principal, Jonathan y su nuevo amigo fumeta. Nada en esta trama sale bien, el gran sacrificado es Mike, que pasa de principal protagonista a mero secundario, tampoco le va mejor al mayor de los Byers, al que parece que le van a dejar por el mucho más carismático Steve. Ni siquiera cuando se llevan a Once y están a punto de ser asesinados la cosa mejora, tampoco funciona su conexión con la novia de Dustin, toda esta trama deja coja a la serie. La cosa mejora para Once cuando se separa de ellos y se reencuentra con Papa, toda la historia de los recuerdos cuando era niña y el laboratorio de niños de Hawkins está bien hecha y, además, logra conectar la serie con su primera temporada y, al final, conseguir enseñarnos mucho más de cómo funciona el mundo al revés y quién es de verdad Once.

Pero, sin duda, lo mejor de esta temporada ha venido con la tercera (o cuarta, si consideramos la parte de Once como una trama en sí misma) trama, la que podríamos definir como principal. Hay nuevos asesinatos en Hawkins (en serio, ¿cómo es posible que la gente siga viviendo allí?) y el principal sospechoso es Eddie Munson, el jefe de The Hellfire Club, una grupo para los inadaptados del instituto que juegan a Dragones y Mazmorras, el grupo en el que acabarán nuestros protagonistas. Por supuesto, ninguno de ellos, empezando por Dustin creerán que él es el responsable de los asesinatos, sabiendo todo lo que pasa en su pueblo. Las interacciones entre todos son muy buenas y los mejores momentos de la serie llegan por aquí, más centrada en el terror ochentero. Aun así, esta parte tampoco está libre de culpas con ese personaje tan, tan visto del capitán del equipo de baloncesto, otro resbalón serio de la serie.

Aun así, aquí están los mejores momentos de esta temporada, un Dustin con cada vez más peso, la química que desprende el triángulo entre Steve, Nancy y Robin, lo bien que ha funcionado el personaje de Munson y, sobre todo, ese momentazo de Max, salvándose gracias al poder de la música, en su caso de la gran Kate Bush que ha visto como la serie la convertía en super ventas para toda una nueva generación. Aunque solo sea por eso ya merece la pena la nueva temporada de 'Stranger Things'.

En resumen, la serie ha aumentado la duración de sus capítulos y ha subido en intensidad, está empezando a atar cabos consigo misma y parece que los hermanos Duffer, sabiamente, van a dejar de estirar un chicle al que ya casi no le quedaba sabor, para intentar cerrar por todo lo alto con los dos últimos episodios que quedan, eso sí, de duración especial, con el último teniendo dos horas y media, casi como una parte de 'El Padrino'. Evidentemente esta serie no intenta alcanzar la cota de la obra maestra de Coppola sino hacer que pasemos un buen rato sin más, a veces lo consigue, a veces no. Tampoco pasa nada, es verano y sigue apeteciendo un helado de vez en cuando.

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