'Infierno blanco': Una agradable sorpresa

La película parece la típica película de sobremesa en la que un monstruo, en este caso lobos, van acabando uno a uno con los personajes hasta el final, pero 'Infierno Blanco' se adentra por unos territorios existenciales que la  elevan un par de peldaños por encima de este tipo de producciones. La impresionante belleza de los paisajes naturales de Alaska también contribuye a darle ese plus extra. Haciendo que como en las películas de Anthony Mann, la naturaleza sea otro personaje más, uno tan peligroso como los propios lobos. Evidentemente éstos no salen bien parados en la cinta, que hace de ellos una insaciable máquina de matar. Pero no es la intención de la película ponerlos en el punto de mira, sino cambiar las tornas y hacer que la naturaleza se defienda de la máquina de matar más perfecta, el ser humano. 

Joe Carnahan ha dado un salto cualitativo a la hora de dirigir desde la vacuidad técnica de 'El Equipo A'. Aquí sabe encontrar la tecla adecuada en cada momento, ya sea en los momentos de acción o en las escenas más intimistas, aunque podría haberse ahorrado los subrayados con los flash backs del protagonista. La clave de la película está en como lidia cada personaje con una situación límite, qué es lo que les mueve y lo que les hace seguir dando un paso más en ese infierno blanco al que hace referencia su título en español.

El personaje principal, interpretado con la solvencia habitual por Liam Neeson, es el que menos agarraderas tiene, un hombre desolado y sin fe, que, sin embargo, es el que consigue poner en marcha a los demás. Su contrapunto es el personaje de Frank Grillo, en una relación que recuerda a la que tenían Lee Marvin y John Cassavetes en '12 del patíbulo'. Los demás personajes están apenas definidos pero se les humaniza gracias a ese elemento que constituyen sus carteras.

Tampoco es que 'Infierno blanco' se meta en muchas profundidades, sus bazas están más en la aventura y la acción, pero se agradece que una película comercial de un gran estudio se ruede con esta solvencia y se desarrolle sin tener que insultar la inteligencia del espectador medio. Una sorpresa de lo más agradable.

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