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Bieito Rubido, director de ABC: "En el periodismo no hay objetividad, lo que hay es gente honrada y gente menos honrada"

jueves 21 de enero de 2016, 11:50h
Bieito Rubido, director de ABC: 'En el periodismo no hay objetividad, lo que hay es gente honrada y gente menos honrada'
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(Foto: ABC)
Bieito Rubido Ramonde -nacido en Cedeira (La Coruña), 1957- es director de ABC desde 2010, puesto al que se incorporó después de haber estado durante dos años como responsable de Medios Regionales de Vocento. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, trabajó en cabeceras como Informaciones, Ferrol Diario, El Ideal Gallego o La Voz de Galicia, diario que dirigió entre 2000 y 2006. También fue responsable de Antena 3 Radio Galicia durante nueve años y lideró Radio Voz. En 1995, fundó el periódico Deporte Campeón, y fue uno de los fundadores del diario digital Xornal.com.

Periodista apasionado y trabajador incesante, participa periódicamente en varias tertulias en la Cadena Cope, RNE, TVE y 13 TV. Actualmente imparte también clases de Periodismo Político en la Universidad San Pablo CEU de Madrid.

Hombre amable, reflexivo y tranquilo, nos recibe en su despacho, un espacio menos amplio de lo que cabría pensar, con estanterías llenas de libros y documentos, con decoración austera -casi minimalista- y sin signo alguno de ostentación. Cuando encendemos la grabadora, Bieito desconoce absolutamente las preguntas que vamos a formularle…

J.M.V.- ¿Cuál de estos factores, a tu juicio, está incidiendo en mayor medida en la crisis actual del periodismo: la revolución tecnológica, la recesión, la globalización?

B.R.- Los tres están muy interrelacionados. El origen, quizás, es la revolución tecnológica, que está transformando todo. Está abatiendo las barreras de entrada al mundo de la comunicación; esa revolución tecnológica hace que la globalización esté al alcance de la mano de todos, pero también es la causa de gran parte de la crisis económica que padecemos los medios. En concreto, los medios de comunicación en España estamos metidos de lleno en cuatro crisis que están como las muñecas rusas, una dentro de la otra. Tenemos una crisis económica que nos hace “no viables” -salvo el sector de la televisión y ya veremos hasta cuando- y prácticamente ningún sector ahora mismo es viable, y sobre todo los periódicos…

P.- ¿…Con el término viable quieres decir rentable?

R.- Efectivamente. La rentabilidad es fundamental porque es lo que te hace libre. En esa materia no hay vuelta de hoja. Todos los medios de comunicación tenemos el mandato moral de ser rentables para ser libres… Eso por un lado. La segunda crisis que tenemos es de tamaño. Hay demasiada oferta en España (demasiados periódicos, demasiadas televisiones, demasiadas radios…). Estamos compitiendo por el tiempo libre de una masa crítica que tiene mucha oferta y muy poco tiempo libre. Y, además, mucha oferta gratis, y poquísimo tiempo para consumir tanta oferta. En tercer lugar tenemos una crisis de modelo, que afecta al mundo entero. Por ejemplo, Jeff Bezos, fundador de Amazon, que compró The Washington Post, ha triunfado con Amazon, pero no acaba de hacer rentable el diario... Sabe cómo vender productos por comercio electrónico, pero no periódicos. En otras palabras, que la información no tiene un modelo de negocio que la haga viable. Y, finalmente, la cuarta crisis que padecemos los medios de comunicación es una crisis de valores que está cada vez más arraigada. Faltan grandes debates en la profesión. Nos encontramos a grandes delincuentes entrevistados en las televisiones; estas no tienen una visión responsable de la sociedad; se publican informaciones falsas; se juega con el honor de las personas… La profesión periodística española tiene pendiente una gran revolución de rearme moral, de defensa de los valores que hacen a las sociedades mejores.

P.- Seguro que volvemos sobre el tema de los valores que, tengo para mí, no solo afectan a los medios, sino a la sociedad entera, pero déjame que antes te pregunte por las redes sociales. ¿Hasta qué punto son hoy importantes para el trabajo del periodista?

R.- Creo que estamos sobrevalorando las redes. Son interesantes, pero no podemos olvidar que son una realidad paralela a la verdadera realidad. Hace unos días estaba en la reunión matinal de los jefes de área del periódico y, mientras se estaba inundando el noroeste de España, en las redes se seguía construyendo un mundo paralelo, interesado, en donde una vez más se juega con la impunidad del anonimato… Con esto no quiero demonizar a las redes, pero tampoco canonizarlas: no son demonios, pero tampoco son ángeles. Son un buen instrumento que, como ocurre con tantas otras cosas, a medida que pase el tiempo, se irán matizando… Pero, honestamente, yo no creo que las redes sociales puedan sustituir a los medios convencionales. Pueden servir para purificar o clarificar algunas cosas de los medios convencionales, permiten también algún tipo de relación directa con las audiencias, pero esta sobrevaloración de las redes me parece que es un error, y el tiempo lo demostrará. Dentro de no mucho tiempo, alguna gente se va a arrepentir de haber estado en las redes sociales haciendo un striptease diario de su vida. Lo que con veintitantos les parece estupendo, cuando tengan cincuenta, les horrorizará.

P.- Pero no me negarás que los medios hoy ahorran en sus gastos más que hace unos años y han reducido drásticamente sus corresponsalías y enviados especiales para cubrir acontecimientos…

R.- Las nuevas tecnologías han ayudado, sí, pero nosotros no hemos bajado los corresponsales, aunque sí que hemos modificado el modelo clásico de corresponsal, ese que enviabas con nómina, formando parte de la plantilla, etc. Nosotros así solo tenemos a los corresponsales de Pekín, Londres y Washington. El resto de nuestros corresponsales (Roma, El Vaticano, Atenas, París, Berlín, Lisboa, México, Nueva York, Miami, Bogotá, Caracas, Buenos Aires…), están funcionando a través de un acuerdo que es más rentable tanto para la economía del periódico como para ellos porque les permite mayor flexibilidad y tener otras actividades simultáneamente. Pero nosotros no hemos renunciado a la figura del corresponsal, que es muy importante. Yo sigo pensando que la esencia del periodismo sigue siendo la de contar buenas historias, que interesen a los lectores, y que estén bien escritas. Y eso solo te lo hace un corresponsal propio…

“… Ahora el director dirige más que manda”

P.- Te pido ahora algo de autocrítica. La crisis del periodismo, ¿no tendrá que ver también con una crisis de directores?

R.- Sí, también. Estoy de acuerdo contigo en que hay una crisis de liderazgos. Aunque también es cierto que el director moderno no es el viejo director omnipotente y omnipresente que hubo en los años 80. Aquella figura de directores mesiánicos, que lo podían todo, ha desaparecido ya hoy. Ahora el director dirige más que manda. Yo tengo un equipo estupendo y ese puede ser mi mayor mérito, el de haber sabido rodearme de un grupo de gente de calidad. Dedico mucho tiempo a hablar con la gente, sugiriendo temas y escuchando propuestas… Mantengo esa teoría, que no sé de quién es (la leí en algún sitio y la aplico siempre) y es que la mejor idea no es la del jefe, sino “la mejor idea”, la plantee el jefe o un chaval que acaba de llegar… Entonces, en ese sentido, la figura del viejo director, carismático, y que lo ocupaba todo (…no quiero dar nombres) es una figura en retroceso. Hoy, el director, debe saber dirigir equipos, aunque siempre con criterios informativos, de calidad y de honestidad. No es un Dios todopoderoso, que lo que él decide es siempre lo correcto… Más que de liderazgo, lo que hay es una crisis de modelo.

P.- ¿Cómo se define el carácter de un medio de comunicación y, sobre todo, cómo se mantiene en el tiempo?

R.- Pues mira… Cuando yo asumí la dirección de ABC (cosa, por cierto, en la que no había pensado nunca…), tuve la inquietud, en primer lugar y antes de que me nombraran oficialmente, de estudiar en profundidad su historia, qué habían hecho los directores anteriores, etc. y, efectivamente, este es un periódico con mucha personalidad. Si traicionas la personalidad de ABC, inmediatamente tus lectores se te volverían en contra. Los periódicos no son de los propietarios ni de los que los hacemos, son de los lectores. ABC es un periódico que para entender a sus cientos de miles de lectores (si contamos internet, el acceso a la web del diario a través de tableta, PC y teléfonos inteligentes, nos vamos ya a casi tres millones de lectores diarios), hay que pararse en los valores que defiende el diario. Eso es lo que define a ABC: la unidad de España, la defensa del orden constitucional, el estado de derecho, la libertad (de pensamiento, de movimiento…), la economía de libre mercado, la familia, la corona, el idioma español como herramienta extraordinaria para la comunicación, el valor del patrimonio histórico-artístico, el medio ambiente… Todo esto es lo que define al diario ABC y lo que lo explica. Muchas veces hay gente que no quiere entender a ABC, y otros que lo que quieren es cambiarlo. ABC es lo que es y, dicho sea de paso, estoy convencido de que el 80 por ciento de la población española comparte estos valores que nosotros defendemos.

P.- ¿Los medios tienen problemas con los gobiernos de turno , o son los gobiernos de turno los que tienen problemas con los medios y estos solo se limitan a contarlos?

R.- Es mutuo, pero yo diría que son más los gobiernos que tienen problemas con los medios, que viceversa. Yo, en todo caso, nunca he tenido ningún problema, ni en la etapa de Zapatero, en la que ya dirigía el periódico, ni en la de Rajoy. Nosotros, como decía antes, nos ajustamos siempre a los valores que defendemos y, cuando un gobierno toma iniciativas que van en contra de esos valores, lo decimos. Se trata solo de lo que podríamos llamar una “resistencia democrática y civilizada”. Decimos simplemente que no estamos de acuerdo con algo y apoyamos esa postura con argumentos. Nosotros, por ejemplo, le hemos dicho al propio gobierno de Mariano Rajoy, que la reforma fiscal que aprobó nunca nos ha gustado; la reforma educativa nos pareció escasa y tímida; la reforma de la justicia fue inexistente su actuación en el tema del aborto; el caso Bolinaga, etc., etc. Nosotros no defendemos ni partidos, ni personas, ni coyunturas; defendemos valores... Por eso tengo pruebas evidentes de que el gobierno de Rajoy ha estado incómodo con nosotros. Su impulso reformista ha sido escaso y tendría que haber aprovechado estos años de mayoría absoluta para haber hecho muchas más reformas para poner a España más al día.

“…Quien diga que los periodistas somos objetivos, miente…”

P.- Veo que, en cierta forma, ABC ha recogido la herencia del antiguo diario Ya porque entonces Herrera Oria decía que “El alma de un diario se halla en el público que lo lee y la redacción que lo escribe”…

R.- Estoy de acuerdo, sí, con la apreciación de Herrera Oria. Él reflexionó mucho sobre el periodismo y su papel en el futuro. Las catedrales del futuro, las iglesias futuras, van a ser los medios. Algo parecido decía también McLuhan al afirmar que los medios serían las universidades del futuro… Nosotros somos un periódico católico y dedicamos bastante espacio a la información religiosa y a la familia, porque eso entra dentro de nuestros valores.

P.- Otra cita de un veterano, Josto Maffeo, el decano de los corresponsales extranjeros en España, que ha dicho que “un periódico no enseña un país, es un escaparate no objetivo”. ¿Coincides con su opinión?

R.- ¡Por supuesto que no es objetivo! Quien diga que los periodistas somos objetivos, miente. En el periodismo no hay objetividad. Lo que hay es gente honrada, y gente menos honrada. A lo que tiene derecho el lector es a una información veraz y nosotros tenemos que contar esa verdad, aunque muchas veces esa verdad no arrime el agua a nuestro molino. Eso, creo yo, es lo que diferencia a unos de otros periodistas. Y en ABC podemos presumir de que se contrastan las informaciones, que no se publican aquellas informaciones que no sean ciertas, no se atenta contra el honor de las personas... Intento siempre que todos esos valores estén siempre presentes en el ejercicio del periodismo en este diario.

P.- La empatía y la pasión, ¿te parecen virtudes o defectos en un periodista?

R.- Me parecen virtudes. Yo creo que, si no tienes pasión, no puedes dedicarte al periodismo. A este oficio se tienen que dedicar muchas horas… Cuando hay un atentado en París, o donde sea, no hace falta que llames a la gente para que venga aquí para poder cubrir la información. O cuando hay un pleno decisivo en el Parlamento de Cataluña, o cuando sucede algún acontecimiento crucial un sábado, un domingo, etc. Si no tienes pasión, no puedes dedicarte a esto. Y después, la empatía es muy importante. Para hacer periodismo hay que ponerse en el lugar del otro. Como decía Ryszard Kapuscinski en Los cínicos no sirven para este oficio -no cito textualmente-, para ser periodista, hay que ser buena persona… con esto no quiero decir ni que yo sea buena persona, ni que sea buen periodista…

P.- La compra diaria de un periódico en papel ¿va desaparecer pronto?

R.- Probablemente. Esa es una tendencia universal. Pero, dicho esto, hay que decir también que en nuestro país hay algunas malas prácticas entre los diarios al falsear mucho los datos de venta. Se hacen ventas en bloque, o se entregan periódicos gratuitos a través de distribuciones extrañas, y de pronto aparecen por ahí muchos ejemplares de un periódico en un hotel recóndito… Nosotros presumimos de que nuestra distribución es toda buena. Hace unos años ABC decidió que toda su distribución fuese de calidad. Y a nosotros no nos va muy mal la difusión, partiendo de que no estamos en el mejor momento para la prensa escrita. En Madrid, ABC es el diario que menos cae, de entre los cuatro grandes periódicos de la capital (por orden, cae más El Mundo, después El País, y luego La Razón). Y, aunque el papel desaparecerá algún día, yo creo, tengo la intuición, de que aún le quedan nuevos tiempos de gloria al periódico de papel porque, precisamente en el caos que representa internet, todo el mundo digital, el papel ordena ese caos de la actualidad, la jerarquiza, etc. Esta, como toda intuición, es más emocional que racional, pero yo estoy convencido de que vamos a subir las ventas…

Una época apasionante…

P.- Después de la práctica desaparición de ETA y el relevo de don Juan Carlos por su hijo Felipe al frente de la monarquía española, ¿lo más relevante de lo ocurrido en España en los últimos tiempos es la corrupción institucionalizada con casos como los ERE, Bárcenas y Pujol, y el auge del independentismo en Cataluña, y de partidos como Podemos y Ciudadanos?

R.- Hemos olvidado muy pronto la importancia que ha tenido la transición en España. Aquella fue una época apasionante. Entonces había que inventarse un país nuevo, hacer una nueva constitución… Ahora han vuelto a aparecer fantasmas que creíamos conjurados. Por ejemplo, el territorial, que fue un fantasma que siempre hicieron fracasar la democracia en España; el fantasma social, que ya no lo tenemos; el problema religioso; el problema militar… hoy no tenemos ni problema social, ni religioso, ni militar, ni siquiera social, propiamente dicho, porque en la España de 1936 España tenía una población agrícola cercana al 80 por ciento, y apenas un 5 por ciento de población industrial, mientras que hoy la población española -a pesar del paro- vive en una economía pujante… El problema territorial es el problema más grave que tenemos hoy. Y creo que esto tiene que ver con el tema de los valores. A la ciudadanía española, y europea, se le eleva mucho el nivel de expectativas de tener una gran carrera, un gran trabajo, ganar mucho dinero, una casa…, y ese nivel se ve muy frustrado. Estamos con una población vieja física y moralmente. Y en ese contexto, surge el auge de los populismos, de los extremismos. Corrupción va a existir siempre: el felipismo vino con grandes escándalos (Cruz Roja, el BOE, la Guardia Civil), con señores vinculados a las grandes instituciones que se habían aprovechado de ellas. Y, sin embargo, lo que parecía que iba a ser una ola de moralidad pública después de todo eso, no fue tal. Al contrario, en la primera década del 2000 la corrupción fue aún mayor. Yo creo que siempre va a haber gente dispuesta a corromperse, a delinquir, a buscar atajos. Lo que hace falta es que en la democracia funcionen los contrapesos: la Justicia, las inspecciones, la policía, etc. Y que sea ejemplarizante la persecución y el castigo de esos delitos.

P.- Y, entre los medios españoles, ¿existe tanta tensión como entre los partidos políticos?

R.- A mí me parece que, en democracia, tú puedes tener una óptica distinta a la de tu competidor, pero lo que no puedes es agredirlo. En España, y en algunos medios, sobre todo en las televisiones, se está agrediendo a quienes no piensan como ellos. Yo creo que es necesario que haya gente que no piense como yo porque esa es la mejor garantía de que estamos en una sociedad sana. No quiero imponer mi pensamiento a nadie, de verdad. Lo único que quiero es que respeten el mío y que yo pueda exponerlo libremente… En la clase política hay tensión, pero en los medios también hay mucha tensión. Estamos en un momento en el que, desde los medios digitales, se está en un permanente ajuste de cuentas de unos compañeros frente a otros, que no se da en ninguna otra profesión. Y en las televisiones no hay precedentes de la situación que vive ahora España. Esto no sucede En ningún otro país europeo con un estándar de calidad democrática mínimo. No sucede ni en Gran Bretaña, ni en Alemania, ni en Francia, ni siquiera en Italia (digo esto porque gran parte de los accionistas de los canales de televisión en España son italianos). Se da el status quo que se da aquí en el duopolio tan agresivo contra el resto de los medios, y contra la propia ciudadanía. Ése es un debate aún por abordar tanto por la clase política, como por la clase periodística y la misma sociedad. Al final, lo abordará algún gobierno de izquierdas, porque los de derechas han favorecido el duopolio y la falta de libertad.

P.- Una última pregunta: ¿Cuál es tu diagnostico final del periodismo en España, y cómo ves el pronóstico para los próximos años…?

R.- Yo quiero ser siempre optimista. No estamos en un buen momento, pero creo que de estas crisis se puede salir siempre mejor. Como ya he apuntado, hay mucho cainismo porque nos estamos agrediendo en exceso los unos a los otros, porque respetamos muy poco las líneas editoriales de cada uno, y porque hay una crisis de valores muy fuerte y se valora poco que la información sea veraz. Ha habido algún personaje que instaló algunos falsos paradigmas en el periodismo y, por ejemplo, no le importaba que la información no fuese veraz con tal de que se acercase a la línea editorial del medio… Yo espero que las nuevas generaciones harán los debates pendientes que tenemos y que de ellos salga una profesión mejor… Quiero pensarlo porque, si no, me parecería muy desalentador que las nuevas generaciones de periodistas no vayan a hacer un periodismo más honrado.

- Orwell se quedó corto

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