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Un momento de los intentos de faena de Jarocho al último toro de la pésima corrida.
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Un momento de los intentos de faena de Jarocho al último toro de la pésima corrida. (Foto: Paza1)

Feria de Otoño: una infame moruchada de Domingo Hernández se cargó la corrida

sábado 04 de octubre de 2025, 21:37h
'Tarde de silencio', el título de la maravillosa obra de Luis Martín-Santos que revolucionó la novela española de mitad del siglo pasado es un perfecto resumen de lo (no) acontecido en el tercer festejo del abono otoñal. Una tarde que no revolucionó nada en cuanto a un espectáculo imposible con los bueyes de carreta que presentó la ganadería de Domingo Hernández. Unos moruchos que en una teórica universidad de mansedumbre, descastamiento, embestidas descompuestas e invalidez habrían sacado sobresaliente cum laude. Lo que significa que el encierro, además, con unos animales cinqueños largos -excepto 3º y 4º-, bastotes y poco ofensivos de cara en general, pegó un petardo de categoría. Y frente a él era misión imposible alcanzar nada que se pareciese al arte o la técnica de la tauromaquia. De modo que la terna de Talavante, Pablo Aguado y Jarocho, que confirmaba alternativa, se estrelló con semejantes bazofias

El más perjudicado es este último, porque el burgalés se jugaba mucho en su en teórica ilusionante oportunidad para abrirse camino. Con el de la ceremonia intentó cincelar entre caídas del burel alguna mínima serie. Pero fue peor lo del que cerró la nefasta función, ya que el animal, que desde que apareció por chiqueros barbeaba tablas buscando marcharse, se echó por su cuenta tras dos pinchazos y hubo que apuntillarlo.

Tampoco Aguado dejó nada relevante a excepción de algunos detalles, algunas volutas sueltas, con su primer enemigo, un sobrero que sustituyó al inicial por su invalidez supina. El que hizo quinto estuvo a punto de echarse también en el último tercio y si no lo hizo fue porque el sevillano lo despenó con un bajonazo.

Talavante, al que apodera la empresa del coso por medio de Simón Casas y al que desde el palco se le regaló una inmerecida Puerta Grande -lo que sirvió para justificar su repetición ahora-, llevó en el pecado la penitencia. Porque él se apuntó o se dejó apuntar a esta divisa impropia de la primera plaza del mundo. Y, claro, el extremeño, además aburrido y apático, tampoco alcanzó el más mínimo lucimiento, aunque, eso sí, hay que agradecerle que no perdiera -ni nos hiciera perder- tiempo en su primera faena o lo que fuese aquello.

FICHA

Toros de DOMINGO HERNÁNDEZ, (2º como sobrero) mal presentados, feos de hechuras; nobles, mansos, muy descastados y flojos rayando la invalidez. ALEJANDRO TALAVANTE: silencio; silencio. PABLO AGUADO: silencio tras aviso; silencio. JAROCHO, que confirmaba alternativa: silencio; silencio. Plaza de Las Ventas, 4 de octubre, 3ª de Feria. Lleno.

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