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El espectáculo podrá verse el 1 de noviembre en los Teatros del Canal

El bailaor Marco Flores vuelve con Tierra Virgen, un recital-concierto que reinterpreta lo clásico, lo tradicional, los ritos y lo sacro
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(Foto: Javier Serrano)

El bailaor Marco Flores vuelve con Tierra Virgen, un recital-concierto que reinterpreta lo clásico, lo tradicional, los ritos y lo sacro

Premio Nacional de Baile Flamenco y Premio MAX al mejor intérprete de danza en 2020

martes 22 de octubre de 2024, 09:33h

Uno de los espectáculos más atrayentes del Festival Suma Flamenca es el que nos presenta el gran bailaor Marco Flores en esta 'Tierra Virgen'. Que se construye desde una libertad que desemboca en una reinterpretación de lo clásico, lo tradicional, los ritos y lo sacro: herramientas poderosas que pueden cambiar el mundo. Nuevas lecturas de festejos y credos que hacen evidente el carácter universal de todas las culturas, puesto que responden a necesidades comunes. ¿Por qué nos hemos alejado tanto de aquello que nos nutre? Nuestros ancestros y orígenes. Venimos todos de un mismo lugar, y el flamenco es una parte más de esa raíz. Y por ello, no es ni superior ni inferior, es valioso.

Fabuloso bailarín este Marco Flores, que no estará solo en el escenario: interpretará Tierra Virgen junto con Chelo Pantoja, artista invitada para la ocasión, con música de José Tomás y coordinación coreográfica de Patricia Ruz. Emprenderán un viaje profundo, silencioso, provocador y verdadero a partir de un repertorio sólido, etéreo, culto y festero. Esta Tierra virgen se mueve en la retaguardia de la modernidad puesto que “consideramos que no está de moda”, expresa Flores, “sino que se inspira en las formas y estructuras clásicas de un arte como el Flamenco, en pro de un acto artístico actual”.

Bailaor, coreógrafo y Premio Nacional de Flamenco, Marco Flores se identifica como un intérprete libre. Su discurso es actual y en continua evolución, evidencia de un creador vivo y conectado al presente, a la par que mantiene un sello propio y personal que ha ido cimentando a lo largo de veinticinco años de sólida trayectoria.

Destaca su técnica depurada, su creación estrechamente ligada a lo musical y un baile que conecta con sus orígenes flamencos más tradicionales, aunque influenciado por otras disciplinas dancísticas que ennoblecen su coreografía. Su trabajo no teme a arriesgar ni pretende seguir corrientes o tendencias. A lo largo de sus obras ha abarcado cuestiones como lo femenino (DeFlamencas, 2010), lo intergeneracional (Entrar al Juego, 2016), lo queer (Laberíntica, 2013 y Extrema, 2018), la inasible búsqueda del artista (Rayuela, 2020) o la conciencia social (Sota, Caballo y Reina, 2021).

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