Tras las últimas reuniones de los bancos centrales, y en un contexto marcado por crecientes tensiones geopolíticas, la atención de los mercados se ha desplazado hacia los datos económicos y las declaraciones de los responsables de política monetaria, sin perder de vista el entorno comercial.
En EE.UU., los PMI compuestos de junio reflejaron una ligera moderación respecto al mes anterior, con una lectura de 52,8. El componente manufacturero sorprendió al mantenerse en 52,0, mientras que el de servicios descendió a 53,1. Aunque los datos permanecen en zona de expansión, apuntan a una pérdida de dinamismo económico. Paralelamente, se observa un repunte de los precios en las encuestas, atribuible en parte a los aranceles sobre bienes importados. Este contexto ha reavivado el debate sobre la inflación subyacente, cuya evolución dependerá de si el impacto del proteccionismo comercial se traslada de forma persistente al consumo. Las recientes declaraciones de miembros de la Reserva Federal evidencian una creciente divergencia: algunos abogan por un recorte de tipos en julio si la inflación se mantiene contenida, mientras que otros alertan sobre los riesgos de actuar con excesiva anticipación.
En Europa, el estancamiento de la actividad se refleja en un PMI compuesto preliminar de 50,2 en junio, por debajo de las expectativas. Alemania mostró cierta mejora en manufactura, pero Francia continuó en contracción. Este entorno refuerza las expectativas de que el BCE mantenga una política monetaria acomodaticia.