Crónica de Los Enemigos en La Riviera: Presumiendo de repertorio en casa

Los Enemigos jugaban en casa, una vez más, y la parroquia celebró una nueva goleada de la banda por todo lo alto en La Riviera, un lugar que ejerce de talismán para la banda, no solo porque sea el sitio en el que, probablemente, más veces hayan tocado en toda su carrera, o porque la banda conforme el triunvarato de grandes bandas del rock castizo junto a Leño y Burning, sino porque está a escasos metros del barrio donde creció Josele Santiago.

Y es que mucho ha cambiado el barrio de Puerta del Ángel pero no tanto Los Enemigos, una banda que ayer no presentaba disco sino que buceaba en dos de sus obras más queridas y acalamadas, 'La vida mata' de 1990 (nuestro 4º disco favorito nacional de los años 90) y 'La cuenta atrás' de 1991. Obras con más de 30 años de edad pero que siguen sonando a gloria y a hormigón armado y que demuestran que esta banda es una de las fundamentales dentro del rock patrio, pero que sigue logrando desatar la euforia entre su fiel parroquia como si no hubiera pasado nada en esos 30 años en los que la banda ha muerto y ha vuelto a resucitar y el barrio (al que vuelve por las mañanas Josele) no hubiera pasado de llenar sanatorios y cementerios con sus jóvenes a convertirse en el 'Bruclin' madrileño.

El caso es que la banda comenzó con 'Firmarás' de su gran obra maestra, 'La vida mata', y enseñaba varias cosas, que había ganas de contentar a la gente, que la nueva formación con David Krahe sigue estando en plena forma pero, también, que La Riviera sigue sin tener un gran sonido, qué le vamos a hacer. El caso es que a las primeras de cambio ya estábamos en 'Septiembre', comenzando a dejarnos las gargantas, a pesar de la versión reducida del gran clásico.

Brindis por los temas menos conocidos

Lo bueno de un concierto así, es que vuelves a descubrir canciones medio olvidadas que son una pasada como ese 'No se hable más', con esos coros tan Kinks de Fino Oyonarte, o esa declaración de intenciones que es 'Yo no quiero ser feliz', en la que Josele dejaba ayer un nuevo añadido, "ni tener Instagram". Y es que Los Enemigos son hijos de su época, como la gran mayoría de sus fieles, esos que todavía saben quién es 'John Wayne' y preferirían que fuera el agua el que hiciera daño en vez del alcohol, todo siempre con un 'Brindis' al sol que sonó de fábula.

Pero Los Enemigos no se olvidaron del resto de su discografía y así sonaron también cañonazos como 'Dentro' o 'Me sobra carnaval', donde Josele se volvió a vestir de barbaridad y a demostrar que su garganta vuelve a estar afilada. También se lució en un par de ocasiones Fino con esos dos grandes temas que son "No se lo cuentes", de otro de los grandes discos de la banda 'Nada', y 'Océano' de esa maravilla llamada 'Bestieza' que parece increíble que tenga ya tres años. También de su más reciente disco estuvo ese guiño 'powerpopero' a López Vázquez llamado 'Siete Mil Canciones' que se corea ya como uno de los grandes clásicos. Nada mal para una banda que se acerca a su 40 aniversario.

También tocaron las dos canciones más bonitas de todo su extenso repertorio, una de 'La vida mata' y otra de 'La cuenta atrás'. La segunda la maravillosa 'La otra orilla', la otra es 'Desde el jergón' y baste decir que es la mejor canción jamás compuesta por Josele, aunque habrá quien opine que esa es la 'La cuenta atrás', posiblemente el momento más coreado del concierto, y, aunque estén en un error, tampoco se les podrá reprochar nada.

Los bises fueron accidentados, con Fino dándose un golpe después del primero y Josele descubriendo que Chema 'Animal' Pérez se había lesionado la muñeca antes del segundo, pero aun así el final con 'Paracaídas' fue por todo lo alto, un homenaje compuesto a escasos metros de La Riviera que volvió a demostrar que a Los Enemigos les sobran los amigos sin presentar, con una parroquia volviendo a responder a la llamada, después de los muchos conciertos que dieron en Madrid el año pasado. Claro que con conciertos como los de este sábado uno no puede sino repetir las veces que haga falta.