La crisis impulsa un nuevo concepto laboral: los minijobs o mini-empleos: ¿qué son?

Es la palabra de moda en tan sólo un día, una vez que la dejara en el tintero el presidente de la patronal CEOE, Juan Rosell. El catalán se mostró a favor de los 'minojobs', consistentes en pequeños empleos, de pocas horas de duración, con salarios de unos 400 euros mensuales y compatibles con otros puestos de trabajo, que en Alemania dan trabajo actualmente a 4,6 millones de personas.

En pocas horas tuvo una rápida reacción desde los sindicatos mayoritarios, con los que tendrá que sentarse Rosell para intentar llegar a un acuerdo para una reforma laboral antes de que el próximo Gobierno, el de Mariano Rajoy, legisle al respecto. El secretario general de CCOO, Ignacio Fernández Toxo, recordó que en España hay un salario mínimo interprofesional y advirtió de que si se empieza a acuñar ese término de minijobs, "vamos dados" en cualquier negociación que se pueda abrir al respecto.

Por su parte, el secretario general de UGT, Cándido Méndez, reveló que Rajoy no le anticipó nada en la reunión que mantuvieron la semana pasada acerca de lo que piensa hacer con la reforma laboral. Eso incluía este concepto de mini-empleos, que el presidente del PP no habría mencionado en ningún momento, así como de otras reformas radicales.

Pero... ¿y qué son los minijobs? Ya se lo hemos ido resumiendo. Son medidas que se fueron imponiendo en otros países occidentales como Alemania, al parecer con buenos resultados de cara a reducir las listas del paro. Los minijobs -en inglés-, mini-empleos o empleos basura son contrataciones que se pudieron de moda en el país germano a partir de 2003, mucho antes de estallido de la fuerte crisis económica que desde 2008 medio planeta padece, especialmente Europa y la la zona euro en particular. Sin embargo su origen es más remoto, de más de una década. Se llamaban por entoences 'contratos de escasa importancia' y tenían como objetivo dar trabajo también a mujeres que buscaban horas laborales fuera de sus labores el hogar y a pensionistas que querían ampliar sus ingresos. Sin embargo, ahora casi el 25% de los alemanes tienen alguna vinculación con este tipo de 'contratos basura'.

Con los mini-empleos, la remuneración mensual máxima es de 400 euros y las empresas pagan una menor cuota a la Seguridad Social. Con estas cifras, el trabajador apenas aporta a las arcas públicas, con lo que no tiene derecho a una cotización plena. Así, puede añadir voluntariamente el 4,5% más de esos ingresos por el 'trabajo basura' para ampliar las coberturas de jubilación y bajas laborales.

¿Qué no se pierde con el mini-empleo? Es habitual que con estos contratos, el trabajador no pierda derechos fundamentales como el derecho a vacaciones remuneradas. Además, tiene la ventaja de que puede compatibilizar este empleo basura con otros trabajos, con lo que puede ser pluri-empleado sin recibir los populares 'palos' de Hacienda por tener varios pagadores. Además, los empresarios ahorran costes ya que con las tipologías habituales de contratos, deben pagar un mínimo de media jornada, con salarios muy superiores a esos 400 euros.

El concepto de mini-empleos se valora por la solución temporal que tiene de cara a reducir las listas del paro, que sería la gran ventaja que aportaría a España, con casi 5 millones de desempleados y una cuota superior al 20% de paro. Casi 1 de cada 3 de los parados de la zona euro es español. Con este contexto de fondo, la reforma laboral podría tener justificación suficiente como para implementar esta nueva forma de contratación, tan mal vista por sindicatos y gran parte de la masa trabajadora.

¿Tiene rápida repercusión en la creación de empleo y la mejoría en el consumo de las familias? Es un debate largo que parece seguir sin resultados claros y generalizados. Se sigue pensando que es una excusa más del sistema neo-liberal para hacer precarios los contratos y abaratar los despidos, ya que con los mini-empleos es más sencillo acometerlos.


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