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La columna de Gema Lendoiro: 'El derecho a escoger la educación de nuestros hijos'

La columna de Gema Lendoiro: 'El derecho a escoger la educación de nuestros hijos'

lunes 15 de octubre de 2012, 12:02h
A nadie en su sano juicio le gusta que le coarten su libertad. Lo llevamos inscrito en el ADN. Cualquiera que tenga hijos sabe que, desde nuestra más tierna infancia, tendemos a hacer lo que más nos gusta. Desgraciadamente para nuestras apetencias personales no siempre es posible hacer lo que a uno le da la real gana pero, en el otro lado de la moneda, se ve que, cuando se marcan ciertos límites, ciertas pautas, parece que todos vivimos mejor.
Hay muchas leyes que cuentan con el beneplácito, sino de la inmensa mayoría, sí de la casi inmensa mayoría de la población. Por ejemplo, no robar, no matar. Otras, entran en conflicto con los intereses de una parte de la población frente a otra: fumar o no en sitios públicos, límites de velocidad... Legislar no es sencillo. Nunca llueve a gusto de todos. Pero precisamente en el nombre de todos, es decir, de la mayoría (así son las democracias) se legisla.
No me voy a meter en vicisitudes de nacionalismos porque no creo ser la persona más preparada para ello. Seguro que existen muchos datos históricos que desconozco y se me escapan. Yo no estoy en contra de los nacionalismos, cada uno tiene todo el derecho del mundo a opinar como le guste. Pero sí voy a hablar desde el punto de vista de madre y ciudadana. Creo que es/tiene que ser un derecho indiscutible que los padres escojamos la educación que queremos para nuestros hijos. A estas alturas de la vida ya nadie se lleva las manos a la cabeza si uno proclama que no desea una escuela religiosa para sus hijos y sí la desea laica (yo soy católica pero quiero enseñanza laica para mis hijas por poner un ejemplo). Tampoco pasa nada si uno quiere llevarlos a un colegio católico, judío o budista. Ni si aplica la disciplina o el dejar hacer en el día. Existen muchísimos modelos de educación y nadie, mucho menos el Estado, puede tutelarlos. Para eso estamos los padres. Por haber, hay hasta libertad en vacunarlos o no. En general en España gozamos de amplias libertades para ello. Y digo en general porque, dentro de lo malo que es el sistema educativo español, existe, al menos, la posibilidad de escoger. Pero, ¿todos pueden escoger igual? No, no todos.
En Cataluña no existe esa libertad para los padres. Se pongan como se pongan, no existe. ¿Es necesario estudiar catalán? Absolutamente, sí. Como lo es estudiar castellano. ¿Tiene que ser obligatorio estudiar historia de Cataluña, su lengua, su literatura? Claro, por supuesto, nadie puede dudar de la importancia de conocer su pasado. Es vital. Pero es igualmente vital cuando se habla de España, ¿acaso no estudiamos la historia de Europa? ¿Estudiar todo en catalán? Pues mire, lo que usted decida para sus hijos. Nadie puede imponer nada. No se trata de no hacer caso a los nacionalistas, que son muchos y su opinión también cuenta, se trata de hacer caso, también, a los que no lo son tanto y que son muchos en número. Se trata de disponer de libertad para escoger si quieres que tus hijos reciban o no toda su enseñanza en castellano. De manera que existen padres que escogen la enseñanza de sus hijos en inglés, francés, alemán... Estos últimos, los únicos que, a día de hoy, pueden si quieren, escaparse de la dictadura de estudiar todo en catalán. Pero, ¿cuánto cuestan estos colegios nativos? ¿Pueden permitírselo la mayoría de las familias? Obviamente, no. Entonces lo que se hace en Cataluña es una discriminación total y absoluta donde se beneficia al nacionalista (o al que desea que todo sea en catalán) y donde sale perjudicado quien no esté de acuerdo y, además, sea pobre. Lo de siempre.
¿Están de acuerdo conmigo en que la historia, la cosntrucción de Europa, su arquitectura, su pintura, su filosofía, literatura y, por ende, la española e incluso la catalana, no se puede entender sin entender el cristianismo? Pues todo lo que huela a ello, ya lo saben, cada vez está más apartado de la enseñanza. Sin embargo esto se proclama con absoluta dignidad y a los padres que sí quieren, que les den. Nadie defiende sus derechos, nadie les escucha, se les aparta de un manotazo con el insulto: calla facha de mierda. Esto pasa.
Cuando los detractores de Wert lo acusan de querer recrear la España franquista del una, grande y libre deberían hacer un severo acto de mirarse el ombligo y darse cuenta, de una buena vez por todas, que el adoctrinamiento del nacionalismo catalán es tan grave como el que la Iglesia impuso en su día en España. Que cuando defienden la catalanización hacen lo mismo que lo que en su día hicieron los franquistas; adoctrinar. Son la sección femenina de la política, es un asunto gravísimo porque va en contra de un  derecho fundamental: escoger la educación de tus hijos. Nadie, ni una pandilla de obispos ni otra de políticos, pueden decidir por ti. Y tanto derecho tienen los padres a escoger todo en catalán como todo en chino. Y no sólo los ricos. También los que somos pobres.
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