La columna de Gema Lendoiro. 'Doña Letizia en la corte de los rumores'

Son tantos los rumores que circulan sobre Letizia que a veces da hasta rabia creérselos. Que antes fuese manifiestamente atea y ahora se arrodille ante obispos y les bese el anillo es chocante pero lo acahacamos al amor. Que antes fuese republicana y ahora sea la heredera al trono es chocante pero lo achacaremos, también, al amor. Ahora bien, que antes fuese de la plebe y ahora ejerza con látigo sobre fotógrafos porque le sacan instantáneas al salir del cine, eso solo puede ser achacado a la arrogancia. Se ha mimetizado tanto en su papel que le falta decir la frase: "Los Borbones padecemos mucho de jaquecas" parafraseando a Jesús Aguirre, el que fuera duque de Alba consorte cuando estuvo casado con doña Cayetana.

Me cuentan unos fotógrafos que la historia es real. Me refiero a la que dicen que salía la pareja real la pasada semana del cine cuando fueron sorprendidos por miembros de la prensa que dispararon sus flashes. La asturiana ordenó a los escoltas que pidiera el DNI a los fotógrafos y pidió que evitasen hacer su trabajo porque está en su momento de "vida privada". Pese a ello, a estar en momento privado, disfruta igualmente de escoltas, y otras  prebendas y privilegios que cuando ejerce el cargo. Cargo, por cierto, que cada día le viene más grande. Me viene a la cabeza la frase de marras, clasista donde las haya pero no por ello incierta, de que Letizia está en clase bien pero sin pertenecer a ella. Tiene el estatus pero le falta el pedigrí. Para que nos entendamos, un ejemplo de pasta gansa carente de clase podría ser una esposa de Jesús Gil. Está el otro extremo, el de sin un duro pero con pedigrí, caso de tantos nobles hoy en día que poseen castillos pero congelados porque no hay ni para pagar la calefacción. Pedigrí a dos velas que se llama.

Sorprende que una mujer que proviene de una clase media, muy media, haya olvidado sus orígenes y se comporte más como una duquesita caprichosa criada entre los muros de un palacio y ajena a lo que sucede a su alrededor, que como una mujer que antes viajaba en metro, curraba cada mañana y sabía qué significaba pagar una hipoteca. Ya que los que no somos monárquicos tenemos que sustentar también con nuestros impuestos a la familia, sería deseable que, al menos, viéramos a la princesa un poco más normal, sonriente, sin cara de fastidio, entregada al cargo y no al qué dirán. Da la impresión de que a Letizia le fastidia casi todo lo que conlleva ser princesa excepto que le hagan el plongeon (si la que lo hace es de derechas se relame) Pedir a los escoltas que ejerzan de matones no es propio de su cargo, Señora. Los escoltas están para proteger su integridad física no para cumplir y satisfacer sus caprichos. Si va usted al cine asuma que la verán, que la fotografiarán y si no es capaz de hacerlo, quédese en casa que tiene usted un casoplón que para nosotros quisiéramos el resto de los ciudadanos.Si ve que no es capaz siempre le quedará Estoril.

Es un hartazgo tener una familia así. El jefe, pillado in fraganti, la consorte real poniendo demandas y apoyando a un yerno poco ejemplar. El yerno, imputado, su mujer que dice que no sabía nada o lo que es peor, es boba sin remedio. La otra hija también contagiada del "yo no sé nada" con deudas con Hacienda. La consorte principesca con una hermana cuyo mayor oficio es poner demandas a los medios y con un marido que da lecciones de moral. ¡Si es que no hay por donde cogerlos!

Letizia, coge el iphone que tienes, llama a Máxima de Holanda y que te dé unas lecciones para aprender a ser querida por tu pueblo. Nosotros no queremos una princesa culta e intelectual que ve pelis iraníes en VO. Nosotros queremos una princesa cercana que sabe del sufrimiento de la gente y que no ejerce cual dueña de un cartel en Sinaloa ordenando a los escoltas actos propios de gorilas a sueldo.

Por cierto: cada día está usted más botoxonizada y le queda francamente mal.