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Tres orejas para el vasco y una para el madrileño

La Feria de Cali (Colombia): un Fandiño de Puerta Grande se impone a El Juli

La Feria de Cali (Colombia): un Fandiño de Puerta Grande se impone a El Juli

Por nuestro enviado especial José R. Palomar

viernes 28 de diciembre de 2012, 09:21h
Tres cuartos de entrada. Toros de las Ventas del Espíritu Santo (César Rincón). desiguales de juego, destacando segundo y tercero, nobles. En el resto, hubo ejemplares rajados y deslucidos. La presentación decorosa. SEBASTIÁN PERLAZA: ovación en ambos; EL JULI: una oreja y ovación; IVÁN FANDIÑO: oreja y dos orejas.
El primer cartel rematado de la feria se saldó con el triunfo de Iván Fandiño, que logró abrir la puerta grande con tres orejas en el esportón. Su primera faena tuvo algunos altibajos, por el sitio en que se colocaba ante  el toro, que se  le iba por momentos de la muleta. Practicó el toreo de verdad cargando la suerte y acabó con unas  bernardinas que encendieron el ánimo del respetable. 

Se volcó en la suerte suprema y cortó una oreja merecida. Más emotiva fue su labor en el último de la tarde,  para el que se pidió el indulto. Lo recibió por gaoneras, cosa poco habitual entre los matadores.  El presidente no  accedió al indulto,  porque hubiera sido excesivo. Se metió entre los pitones y volvió a ponerse en ese sitio difícil, en esta ocasión con el público entusiasmado.
          
El Juli tuvo una actuación pletórica en su primer toro, que humillaba, y el madrileño le sacó todo el partido, templandolo, toreándolo por abajo y aprovechando la bondad del animal. En el primer tercio había estado  lucido, con chicuelinas y verónicas bajando la mano. Se atracó de toro en la suerte suprema y obtuvo una oreja. Le tocó un deslucido ejemplar en quinto lugar, y sin embargo no le volvió la cara y le fue robando los pases, hasta que el toro se rajó.        

Sebastián Perlaza es un diestro de la tierra , animoso, que busca el alauso fácil;  puso banderillas en ambos toros. Su faena al primero careció de transmisión,  porque el ejemplar de la ganadería de César Rincón era muy soso. A punto estuvo de sufrir un serio disgusto al recibir con una larga cambiada a su segundo toro, con el que se lució asimismo con los palitroques. Era una res  deslucida y Vargas puso voluntad, y poco más.
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